CIUDAD DEL VATICANO, jueves 21 de abril de 2011 (ZENIT.org).-Benedicto XVI reconoció en la Misa en la Cena del Señor de este Jueves Santo que Satán está cribando a los discípulos de Cristo ante los ojos de la humanidad.
En una rebosante basílica de San Juan de Letrán, catedral del obispo de Roma, el pontífice pronunció una homilía en la que clamó por la unidad de los discípulos de Cristo, y confesó la importancia que tienen en su vida las oraciones de los creyentes por su ministerio.
«Hoy comprobamos de nuevo con dolor que a Satanás se le ha concedido cribar a los discípulos de manera visible delante de todo el mundo», reconoció el Santo Padre.
En particular, constató cómo la infidelidad de los cristianos puede comprobarse hoy en los países occidentales.
«Los puestos vacíos en el banquete nupcial del Señor, con o sin excusas, son para nosotros, ya desde hace tiempo, no una parábola sino una realidad actual, precisamente en aquellos países en los que había mostrado su particular cercanía», lamentó.
«Jesús nos desea, nos espera. Y nosotros –preguntó–, ¿tenemos verdaderamente deseo de él? ¿No sentimos en nuestro interior el impulso de ir a su encuentro? ¿Anhelamos su cercanía, ese ser uno con él, que se nos regala en la Eucaristía? ¿O somos, más bien, indiferentes, distraídos, ocupados totalmente en otras cosas?».
El escándalo de la desunión
Haciendo referencia a la oración de Jesús en la Última Cena para que sus discípulos no se dividan, el obispo de Roma añadió: «¡Cuánta angustia debió sentir en su interior!».
«La unidad de los cristianos sólo se da si los cristianos están íntimamente unidos a él, a Jesús», afirmó. «Esta unidad no es algo solamente interior, místico. Se ha de hacer visible, tan visible que constituya para el mundo la prueba de la misión de Jesús por parte del Padre».
Este es el sentido de la oración en la misa por el papa, explicó. «Esto no es un añadido exterior a lo que sucede interiormente, sino expresión necesaria de la realidad eucarística misma».
«Y nombramos al papa y al obispo por su nombre: la unidad es totalmente concreta, tiene nombres. Así, se hace visible la unidad, se convierte en signo para el mundo y establece para nosotros mismos un criterio concreto», aclaró.
Dirigiéndose a los «queridos amigos» que le escuchaban, Benedicto XVI confesó que «es un gran consuelo para el papa saber que en cada celebración eucarística todos rezan por él; que nuestra oración se une a la oración del Señor por Pedro».
La homilía concluyó con esta original oración: «Señor, tú tienes deseos de nosotros, de mí. Tú has deseado darte a nosotros en la santa Eucaristía, de unirte a nosotros. Señor, suscita también en nosotros el deseo de ti. Fortalécenos en la unidad contigo y entre nosotros. Da a tu Iglesia la unidad, para que el mundo crea».