Kiko Argüello evangeliza con una obra sinfónica

Un moderno Atrio de los Gentiles en Tierra Santa

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JERUSALÉN, domingo, 24 abril 2011 (ZENIT.org).- Evangelizar a través de la música es la nueva forma de predicación que ha tomado forma en el Camino Neocatecumenal gracias a la composición de una obra sinfónica cuyo autor es el iniciador de este itinerario de redescubrimiento del bautismo, el español Kiko Argüello.

La Domus Galilaeae, una casa de oración y convivencias situado en el Monte de las Bienaventuradas y dirigida por el Camino Neocatecumenal, ha sido el escenario de dos celebraciones en las que la orquesta ha interpretado la sinfonía. Esta celebración litúrgica está compuesta por una monición ambiental y la proclamación de la lectura de Ezequiel de la espada que atravesará el alma de la Virgen María, la homilía, preces y el Padrenuestro.

La primera de las celebraciones estuvo dirigida a cerca de 700 árabes cristianos de Jerusalén Tel Aviv, Haifa y toda la Galilea y fue presidida por Elías Shakkour, Arzobispo Greco Católico de Galilea. En ella participó también monseñor Giacinto Marcuzzo, obispo auxiliar del patriarcado latino de Jerusalén para Israel. Todos ellos presenciaron la obra sinfónica en un ambiente de oración en el que escucharon la explicación que Argüello realizó sobre el motivo de la obra. Para ello, contó a los presentes su experiencia en relación al sufrimiento de los inocentes y la importancia que este hecho tuvo en los orígenes del Camino Neocatecumenal.

La segunda celebración sinfónico-catequética que tuvo lugar en la Domus Galilaeae fue efectuada ante más de 800 hebreos de la zona y otras personas llegadas de todo Israel El evento contó con algunos rabinos, entre ellos el rabino Leskovie. Esta celebración histórica tuvo lugar en la tarde del Jueves Santo y llevó a término lo que Benedicto XVI señala en la reciente exhortación Verbum Domini: «Deseo reiterar una vez más lo importante que es para la Iglesia el diálogo con los judíos. Conviene que donde haya oportunidad, se creen posibilidades, incluso públicas, de encuentro y de debate que favorezcan el conocimiento mutuo, la estima recíproca y la colaboración, aun en el ámbito del estudio de las Sagradas Escrituras».

Desde que la Domus Galilaeae iniciara su andadura, ha sido constante la visita de judíos de la zona y de toda Galilea que son atraídos por la belleza estética de la casa y quedan impactados por la acogida de los hermanos de la casa cuyo único interés es el de acogerlos, como «nuestros hermanos mayores», en palabras de Juan Pablo II. La Domus Galilaeae provoca además la desaparición de los prejuicios que muchos de ellos tienen por una visión distorsionada hacia la Iglesia. Los judíos son guiados durante su visita por seminaristas que, por amor a ellos, han aprendido hebreo durante un año en la Universidad de Jerusalén. Les ofrecen su experiencia de fe y quedan tan impactados que vuelven a la casa y traen a ella otras personas. Sólo en 2010 la visitaron 120 mil hebreos de todo Israel, cumpliéndose de esta forma el deseo expresado en diversas ocasiones por Juan Pablo II.

La idea de componer una sinfonía como medio de evangelización surgió tras la realización del disco en español «Paloma Incorrupta», dedicado a la Virgen María, a petición del Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid el próximo agosto.

Argüello reunió entonces a 170 músicos profesionales de toda España pertenecientes a esta realidad eclesial para comenzar a trabajar y dar forma a la composición musical en el marco de varias convivencias (España, Italia, Israel) en un clima de penitencia, oración y celebración de la eucaristía. De todo este trabajo surgió una sinfonía al «sufrimiento de los inocentes» o al sufrimiento de la Virgen María. «Hombres tirados en la calle, muertos de frío. Niños abandonados y recogidos en orfelinatos de horror, donde son violentados y abusados. Aquella mujer que conocí en aquel barrio, con Parkinson, abandonada por su marido a quien su hijo enfermo mental golpeaba con un bastón y pedía limosna. Me quedé sobrecogido ante Jesús muerto en la cruz presente en ella y en tantos otros y otros», explica Kiko Argüello sobre la inspiración de la obra. «Qué misterio el sufrimiento de tantos inocentes que cargan con el pecado de otros: incesto, violencias inauditas, aquella fila de mujeres y niños hacia la cámara de gas y el dolor profundo de uno de los guardianes que dentro de su corazón sentía una voz: `entra en la fila y ve con ellos a la muerte´ y no sabía de donde le venía», explica. «Dicen que después del horror de Auschwitz ya no se puede creer en Dios, pero no es verdad, porque Dios se ha hecho hombre para cargar Él con el sufrimiento de tantos inocentes. Él es el inocente total, el Cordero llevado al matadero sin abrir la boca, el que carga con los pecados de todos», destaca Argüello.

Esta pequeña obra traslada al espectador hasta el momento en el que la Virgen observa como su Hijo es crucificado. «Vemos a la Virgen María sometida al escándalo del sufrimiento de los inocentes en su carne y en la de su Hijo. ¡Ay, que dolor!, canta una voz mientras una espada atraviesa su alma», indica Kiko Argüello. Así, se cumple lo que dice el profeta Ezequiel sobe la espada que Dios ha preparado por los pecados de su pueblo y que atraviesa el alma de la Virgen.

Un moderno Atrio de los Gentiles

La obra sinfónica fue estrenada ante cerca de mil catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal en todo el mundo en una convivencia y después una pequeña parte a Benedicto XVI el pasado enero en el Aula Pablo VI. En la audiencia concedida a los miembros del Camino Neocatecumenal, en la que estuvieron presentes sus responsables a nivel internacional, Kiko Argüello, Carmen Hernández y el sacerdote Mario Pezzi, el Pontífice afirmó que esta realidad eclesial «es un don del cielo para toda la Iglesia».

Desde entonces, ha realizado la celebración sinfónico-catequética en distintos países del mundo. Ya se han desplazado hasta Italia, Israel y Francia y pronto lo harán también a España y Alemania.

Con la convicción de que la música llega allí donde la palabra muchas veces no lo hace, Argüello consigue que la composición musical toque el corazón de los alejados de la Iglesia y les conmueva profundamente. Son ya varias las personas que tras escuchar la obra sinfónica se han acercado de nuevo a ella y han reflexionado acerca de sus creencias, convirtiéndose en un atrio de los gentiles a semejanza del que ha puesto en marcha la Santa Sede a través del Pontificio Consejo para la Cultura y el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.

Los jóvenes músicos interpretan esta composición dividida en distintos movimientos: Gemido, Lamento, Espada y Perdónales. En estos días, Argüello ha compuesto nuevas partes de la obra que corresponden al momento en el que Jesús se encuentra en el Monte de los Olivos o Getsemaní y es prendido por los romanos por la traición de Judas. La parte final de la obra reflejará la resurrección de Cristo.

Por Álvaro de Juana

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ZENIT Staff

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