PAMPLONA, miércoles 1 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El arzobispo de Pamplona-Tudela, monseñor Francisco Pérez, invitó a condenar la “infracultura de la muerte”, ante la apertura del primer centro abortista en Navarra, prevista para después de este verano en la localidad de Ansoáin.
Preguntado sobre la actuación adecuada de los cristianos ante la primera solicitud de apertura de una clínica abortista privada en la comunidad foral, el prelado apeló a “concienciar a las personas de que el aborto procurado es en su misma naturaleza un crimen” y de que aquellos que lo realizan y colaboran en él “nunca van a tener paz”.
También invitó a pedir “al Señor de la Vida que fortalezca a las mujeres que tengan intención de abortar y no cometan el terrible crimen del aborto”, así como a apoyar la cultura de la vida, en declaraciones recogidas por la agencia SIC.
Recogida de firmas
Según el pequeño grupo juvenil Alerta Navarra, que en el plazo de un mes recogió 7.845 firmas contra la apertura de ese centro, el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra ha concedido ya la autorización administrativa al ginecólogo José Miguel Gurrea Bilbao para instalar la clínica de su empresa, Cannaregio, S.L.
Ahora sólo queda pendiente la autorización del Ayuntamiento de Ansoáin; el 24 de junio termina el plazo para presentar alegaciones y Alerta Navarra sigue recogiendo firmas desde su blog, http://alertanavarra.wordpress.com, tratando de parar lo que considera un “gigantesco latrocinio”.
Hasta el momento, el Gobierno de Navarra subvenciona los abortos de las mujeres de esa comunidad autónoma trasladándolas a otras provincias.
“Malversación intelectual”
El arzobispo Pérez afirmó que “nunca y por ningún concepto o motivo se puede admitir el aborto voluntario”.
Destacó que “las leyes que van contra la vida son inhumanas” y que “nadie tiene derecho a cometer un crimen y menos el del aborto que es matar a una persona indefensa”.
Reconoció que la extendida idea de que “para ser “progresista” se ha de ser abortista” muestra que “ya no sólo hay corrupción moral, con las leyes que van contra la cultura de la vida, sino también malversación intelectual”.
Se refirió al Magisterio de la Iglesia sobre esta cuestión, recordando que tanto el Concilio Vaticano II como el Catecismo de la Iglesia Católica afirman que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción.
Y añadió que “el Catecismo nos recuerda que la cooperación formal (de todos los que colaboran) a un aborto constituye una falta grave”.
“La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana”, recordó.
Y destacó que con ello, la Iglesia manifiesta “la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad”.
Finalmente, indicó que la Iglesia ofrece apoyo y compañía de profesionales que pueden ayudar a las gestantes en situación de riesgo a seguir adelante con su embarazo y apoyarles en todo lo que necesiten.
En concreto, recordó que en Pamplona existe el Centro COSPLAN, y concluyó que el ser humano es “mero administrador” de la vida, “pero no poseedor”.