BUDAPEST, viernes 3 de junio de 2011 (ZENIT.org).- En el contexto de la nueva evangelización propuesta por el Papa Benedicto XVI, un papel importante puede ser llevado a cabo por los santuarios, meta de peregrinaciones de personas de todo estrato social, edad y procedencia, y ocasión para una primera evangelización o un renovado encuentro con Dios.
Lo recordó monseñor Antonio Maria Vegliò, presidente del Consejo Pontificio de la Pastoral de Migrantes e Itinerantes este viernes en su intervención en la Conferencia sobre el diálogo interreligioso cristiano-judío-musulmán que se está celebrando en Gödöllö, cerca de Budapest (Hungría), organizada en el semestre de la Presidencia de Hungría del Consejo de la Unión Europea.
En su discurso, monseñor Vegliò – en Hungría del 1 al 6 de junio para realizar una visita pastoral invitado por János Székely, promotor de la Pastoral para la Movilidad humana de la Conferencia Episcopal Húngara – recordó las líneas de acción para la pastoral de los santuarios propuestas por el Papa Benedicto XVI en su Mensaje al II Congreso Mundial de Pastoral de las peregrinaciones y santuarios, que tuvo lugar en Santiago de Compostela (España) en septiembre de 2010.
En el Mensaje, el Pontífice propone cinco ideas: “valerse del atractivo que caracteriza las peregrinaciones”, “cuidar el tipo de acogida que ofrecemos”, “sintonizarse con las preguntas que surgen del corazón del peregrino”, “ser fieles al carácter cristiano de la peregrinación, sin reduccionismos”, “ayudar al peregrino a descubrir que su camino tiene una meta precisa”.
En cuanto al primer punto, el arzobispo subrayó que las peregrinaciones permiten a la Iglesia poner en práctica su vocación de evangelizar a todos los pueblos, porque “tienen la capacidad de reunir a amplios sectores de la sociedad, a personas de toda edad y condición social”. Para algunos de los que llegan a los santuarios, además, “esto constituye el único vínculo que les une a la comunidad eclesial”.
En este contexto, es importante “cuidar la acogida del peregrino”. “Aquí está el aspecto visible de la caridad del santuario, que provoca una reflexión en el peregrino que se siente acogido por Dios porque es acogido por los hermanos”, subrayó monseñor Vegliò, exhortando a una acogida “caracterizada por la cualidad humana, por el respeto de los procesos personales, ayudando a aclarar los interrogantes e incluso a provocarlos”.
“Cada peregrino merece toda la atención que se le pueda reservar. En la medida de lo posible, debe ser acogido como individuo, a nivel personal, dado que es su misma felicidad la que es llamada en causa”.
Dado que el alto número de peregrinos no permite a menudo una acogida personalizada, “tienen particular importancia otros elementos”, como “la dignidad de las celebraciones litúrgicas”, “el ambiente de respeto y de recogimiento”, “la creación de espacios físicos adecuados y acogedores para cada categoría de personas y para cada uso específico, para evitar la percepción de comercialización en el espacio sagrado”, “la preparación cualificada de los sacerdotes que ejercen el ministerio de la Palabra y de la Reconciliación”.
Todo ello, indicó monseñor Vegliò, “entra en la oportuna elaboración de un plan pastoral” en el que las Conferencias Episcopales tienen un papel importante, debiendo designar a un obispo promotor, coordinar los encuentros de los responsables de los santuarios y de los organizadores de las peregrinaciones y elaborar materiales de apoyo.
El trabajo eclesial en el ámbito de las peregrinaciones y de los santuarios, prosiguió el prelado, debe insertarse “en el esfuerzo más amplio para la evangelización”. El hombre de hoy, de hecho, “no descubre en Cristo la respuesta a los interrogantes de su vida, y no tanto porque niegue a Jesucristo, sino porque no busca respuestas, no se pregunta sobre su existencia, no se preocupa de darles un sentido”.
“La respuesta que ofrecemos, para que sea significativa, debe estar en línea con la pregunta del corazón. Frente a los interrogantes profundos, la fe se presenta como respuesta que les interpela y les llena de significado”.
Es también importante “la fidelidad al carácter cristiano de la peregrinación”: “independientemente de las motivaciones que empujen a una persona a iniciar una peregrinación o a visitar un santuario, no podemos esconder que en la base hay un significado espiritual”.
“La verdadera meta de la peregrinación no es él mismo, ni un lugar concreto, sino el encuentro con Dios por medio de Jesucristo, en el que todas nuestras aspiraciones encuentran respuesta”.
Monseñor Vegliò añadió también otro elemento importante surgido durante los trabajos del Congreso del pasado septiembre: la “vuelta a la vida ordinaria, una vez terminada la peregrinación”.
“La vuelta no es un simple volver atrás – indicó –. De algún modo, la experiencia que el peregrino ha vivido le ha cambiado, y esto marcará su vuelta a la cotidianeidad. El creyente intuye que también la vuelta forma parte de la peregrinación”.
Por este motivo, “es de augurar que el propio santuario ofrezca ocasiones para ritualizar la vuelta de forma cristiana, configurándola como un envío del peregrino a vivir cristianamente su propia vida”, invitándolo “a unirse a una comunidad cristiana concreta o a crecer en el vínculo con ella, según los casos”, y a “llevar el testimonio de lo que ha vivido”.
“Es importante ofrecer a los peregrinos la única Palabra que salva”, concluyó monseñor Vegliò. “En esta época histórica, no podemos descuidar ninguna oportunidad para evangelizar”, y la visita a un santuario puede ser una ocasión importante “de renovación de la fe y también de primera evangelización”.
Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez