Entrevista de Benedicto XVI rumbo a Croacia

Sobre Croacia, Europa y la lucha a los antihumanismos

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ZAGREB, sábado 4 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la entrevista que concedió Benedicto XVI en la mañana de este sábado a los periodistas que le acompañaban en el avión rumbo a Croacia.

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–Santidad, usted ya ha estado en otras ocasiones en Croacia y su predecesor viajó en tres ocasiones a este país. ¿Puede hablarse de una relación particular entre la Santa Sede y Croacia? ¿Cuáles son los motivos y los aspectos más significativos de esta relación y de este viaje?

–Benedicto XVI: Personalmente he estado en dos ocasiones en Croacia. La primera vez, con motivo de los funerales del cardenal [Franjo] Šeper, mi predecesor en la Doctrina de la Fe, que era un gran amigo, pues era también presidente de la Comisión Teológica, de la que fui miembro. Por este motivo, conocí su bondad, su inteligencia, su discernimiento, su alegría. Y me sirvió para hacerme una idea de la misma Croacia, pues era un gran croata y un gran europeo. Luego viajé de nuevo por invitación de su secretario particular, Čapek, también él un hombre de gran alegría y de gran bondad, con motivo de un simposio y para participar en una celebración en un santuario mariano. Allí pude vivir la piedad popular, que tengo que decir que es muy parecida a la de mis tierras. Me encantó ver esta encarnación de la fe: una fe vivida con el corazón, donde lo sobrenatural se hace natural y lo natural queda iluminado por lo sobrenatural. Así pude ver y vivir cómo es Croacia, con su milenaria historia católica, siempre muy cercana a la Santa Sede, y naturalmente con la precedente historia de la Iglesia antigua. He visto que se da una fraternidad muy profunda en la fe, en la voluntad de servir a Dios a favor del hombre, en el humanismo cristiano. En este sentido, me parece que se da una relación natural en esta auténtica catolicidad, que es apertura a todos y que transforma el mundo o quiere transformar al mundo, según las ideas del Creador.

–Santo Padre, Croacia en un futuro breve debería unirse a las 27 naciones que forman parte de la Unión Europea, pero en los últimos años, en el pueblo croata, ha ido creciendo un cierto escepticismo ante la Unión. En esta situación, ¿piensa dar un mensaje de aliento a los croatas para que no sólo vean Europa desde una perspectiva económica, sino también cultural y desde los valores cristianos?  

–Benedicto XVI:  Creo que la mayoría de los croatas ve esencialmente con gran alegría el momento en el que se une a la Unión Europea, pues es un pueblo profundamente europeo. Los cardenales Šeper, Kuharic, y Bozanić, siempre me han dicho: “Nosotros no estamos en los Balcanes, estamos en Mitteleuropa». Por tanto, se trata de un pueblo que está en el Centro de Europa, de su historia y de su cultura. En este sentido, creo que es lógico, justo y necesario que entre. Creo que el sentimiento prevaleciente es el de alegría, el de estar donde siempre ha estado Croacia desde el punto de vista histórico y cultural. Naturalmente se puede comprender que haya también un cierto escepticismo, cuando un pueblo, que numéricamente no es grande, entra en esta Europa que ya ha sido creada y edificada. Se puede comprender que quizá se dé un miedo a un ‘burocratismo’ centralizado demasiado fuerte, a una cultura racionalista, que no tiene suficientemente en cuenta la historia y la riqueza de la historia, así como la riqueza de la diversidad histórica. Me parece que ésta puede ser precisamente una misión de este pueblo que ahora entra: renovar, en la unidad, la diversidad. La identidad europea es una identidad propia en la riqueza de las diferentes culturas, que convergen en la fe cristiana, en los grandes valores cristianos. Para que esto sea nuevamente visible y operante, me parece que es precisamente también una misión también de los croatas que ahora entran reforzar, contra un cierto racionalismo abstracto, la historicidad de nuestras culturas y la diversidad, que es nuestra riqueza. En este sentido, aliento a los croatas: el proceso de entrada en Europa es un proceso recíproco de dar y de recibir. También Croacia da con su historia, con su capacidad humana y económica, y naturalmente recibe, ampliando así el horizonte y viviendo en este gran comercio no sólo económico, sino sobre todo también cultural y espiritual.

–Muchos croatas esperaban que con motivo de su viaje pudiera tener lugar la canonización del beato cardenal Stepinac. ¿Qué importancia tiene hoy, desde su punto de vista, su figura?

–Benedicto XVI: El cardenal era un gran pastor y un gran cristiano, así como un hombre de un humanismo ejemplar. Diría que el cardenal Stepinac tuvo que vivir en dos dictaduras opuestas, pero que ambas eran antihumanistas: en primer lugar, el régimen Ustacha, que parecía cumplir el sueño de la autonomía y de la independencia, pero que en realidad era una autonomía basada en la mentira, pues estaba manipulada por Hitler para sus intereses. El cardenal Stepinac comprendió muy bien esto y defendió el auténtico humanismo contra este régimen, defendiendo a serbios, judíos, gitanos. Podemos decir que dio la fuerza de un verdadero humanismo, sufriendo incluso. Luego vino la dictadura contraria del comunismo, donde volvió a luchar por la fe, por la presencia de Dios en el mundo, por el verdadero humanismo, que depende de la presencia de Dios: sólo si el hombre es imagen de Dios el humanismo florece. Este era su destino: luchar en dos luchas diferentes y opuestas. Precisamente en esta decisión a favor de la verdad contra el espíritu del momento, a favor de este verdadero humanismo, que procede de la fe cristiana, reside su gran ejemplo no sólo para los croatas sino para todos nosotros.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

©Libreria Editrice Vaticana]

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ZENIT Staff

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