ROMA, martes 7 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El 9 de julio en Juba, capital de Sudán del Sur, una declaración oficial sancionará la creación del 54° país africano.
El Sur, cristiano y animista, oficializará la separación del régimen islámico del Norte.
La creación de Sudán del Sur es segura, pero está aún amenazada por enfrentamientos y focos de guerra civil.
Entre las personalidades que están trabajando por la reconciliación destaca monseñor Cesare Mazzolari, desde 1999 obispo de la diócesis de Rumbek (Sudán del Sur) y desde hace treinta años misionero para el pueblo sudsudanés. ZENIT lo ha entrevistado.
– Con la constitución de Sudán del Sur, ¿qué cambiará para el pueblo y para la situación geopolítica del Norte de África?
Monseñor Mazzolari: La secesión de Sudán del Sur representa un objetivo de libertad para un pueblo oprimido por más de veinte años de guerra civil. Preveo una época de cristiandad que se profundizará cada vez más. Este símbolo de libertad a la africana, de libertad genuina fuertemente deseada es visible también en el Norte de África con las revoluciones que se han sucedido en los últimos meses. Esto no significa que deberá haber divisiones también en otros Estados de África, pero ciertamente el recorrido hecho por Sudán del Sur ha sido apreciado y apoyado transversalmente en toda África.
– ¿Cuál es la posición de la Iglesia católica? ¿Y de qué forma los cristianos cuentan con ayudar al nacimiento y al desarrollo de Sudán del Sur?
Monseñor Mazzolari: Para un país que tiene la tasa más alta de personas analfabetas en el mundo (solo el 15% de los hombres y apenas el 9% de las mujeres sabe leer y escribir), ahora más que nunca necesitamos formar la clase dirigente del futuro para que la autodeterminación de este pueblo sea plena y madura, en el signo de la esperanza y de una fundamental recuperación de la identidad. Como Iglesia tenemos aún hoy una gran responsabilidad en la construcción del nuevo Estado: debemos enseñar el arte paciente del diálogo, de la comunicación y de la reconciliación, para poner las bases de un nuevo país que a menudo conoce sólo el camino de la violencia.
– ¿Cuáles son los proyectos educativos para el desarrollo promovido por la asociación CESAR que usted dirige? Y en particular ¿cómo piensa construir el primer centro para la formación de profesores de Sudán del Sur?
Monseñor Mazzolari: CESAR nació en el 2000 para buscar ayuda fuera de África, y constituye un verdadero y propio enlace entre la misión y sus donantes. Los fondos recogidos se utilizan en ámbitos diversos según las necesidades del momento: de la pastoral a la eduación, de la salud a las ayudas humanitarias, como está documentado en el sitio www.cesarsudan.org.
Actualmente estamos empeñados en la construcción de un centro para profesores en Cuiebet, localidad a 80 km de Rumbek. Una escuela que formará cada año a 30 profesores capaces de dar una instrucción básica a más de 5.000 niños en solo los primeros cinco años de actividad. Llevar a término esta obra requiere el compromiso de las instituciones internacionales, nuestro llamamiento se dirige a ellas para que puedan dar un nuevo impulso a los proyectos en esta tierra martirizada por la guerra civil y por la pobreza. Por esto sostenemos la instituciones de una embajada italiana en Juba, que podría naturalmente poner en marcha un cambio significativo en esta dirección.
– ¿De qué manera las instituciones internacionales, los gobiernos y las Iglesias cristianas pueden contribuir a la realización de los proyectos de desarrollo para el Sudán del Sur?
Monseñor Mazzolari: Por desgracia Sudán del Sur es el país más pobre del mundo, el 90% de los habitantes vive con menos de un dólar al día. Sin embargo, la superficie y el subsuelo de este país esconde enormes riquezas por descubrir: petróleo, oro, maderas preciosas como el ébano y la caoba. Faltan personas que sepan elaborar esta riqueza para darla a conocer dentro y fuera de las fronteras de Sudán del Sur. La idea de construir una carpintería va precisamente en este sentido: invertir en Sudán del Sur, dando la posibilidad a los sudsudaneses de trabajar los recursos que ofrece la tierra.
– ¿Cuáles son las dificultades que usted prevé encontrar? ¿Y cuáles los recursos humanos que movilizar?
Monseñor Mazzolari: No tendremos la integración inmediata, por lo que el Norte y el Sur deberán aceptar ser pobres al menos otros diez años. No hay hospitales, ni escuelas, ni fuentes de agua, ni infraestructuras. Será necesaria la ayuda de la comunidad internacional para alcanzar muchos de los objetivos que la independencia traerá consigo. Los continuos ataques provocadores del gobierno de Jartúm, con la ocupación militar del área de Abyei, disputada por los yacimientos petrolíferos de que dispone, llaman claramente a la guerra. Pero el gobierno del Sur está reaccionando a las provocaciones haciéndolas caer en el vacío. La atmósfera por tanto no es de lo más serenas, a pesar de lo cual estoy convencido de que el pueblo está decidido a la independencia, y el soportar silenciosamente al gobierno de Jartúm es una demostración de ello.
Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Inma Álvarez