Benedicto XVI invita a dar prioridad a quienes se han alejado de la Iglesia

Propuesta para las parroquias de la diócesis de Roma

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes 13 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El desafío que ahora se plantea a la Iglesia, en particular en los países de antiguas raíces cristianas, consiste en mostrar la belleza del cristianismo a quienes hoy lo consideran más bien como un obstáculo para alcanzar la felicidad, considera Benedicto XVI.

Por este motivo, el pontífice explicó en la tarde de este lunes, al participar en el congreso eclesial de la diócesis de Roma, que la cercanía a los que se han alejado de la fe de la Iglesia se ha convertido en algo “más urgente que nunca”.

Hablando en una basílica de San Juan de Letrán llena hasta los topes, el pontífice explicó que la Iglesia necesita lanzar “una nueva evangelización dirigida a quienes, a pesar de que ya han escuchado hablar de la fe, han dejado de apreciar la belleza del cristianismo, es más, en ocasiones lo consideran incluso como un obstáculo para alcanzar la felicidad”.

Por eso, explicó que hoy la Iglesia debe dejar este mensaje: “La felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis el derecho de experimentar tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret, escondido en la Eucaristía”.

En la catedral de Roma, el Santo Padre centró su intervención en el tema del congreso eclesial: “La iniciación cristiana”, es decir, el camino que una persona sigue para entrar en la Iglesia y emprender en la vida cristiana.

La fe no debe ser presupuesta sino propuesta”

Presentó como propuesta las palabras que en una ocasión le había escrito personalmente Hans Urs von Balthasar (1905-1988), uno de los más grandes teólogos del siglo XX, quien decía:“La fe no debe ser presupuesta sino propuesta”.

“De por sí, la fe no se conserva en el mundo, no se transmite automáticamente al corazón del hombre, sino que debe ser siempre anunciada. El anuncio de la fe, a su vez, para que sea eficaz debe comenzar por un corazón que cree, que espera, que ama, un corazón que adora a Cristo y cree en la fuerza del Espíritu Santo”, indicó.

Según constató, “los hombres se olvidan de Dios también porque con frecuencia se reduce la persona de Jesús a un hombre sabio y se debilita o incluso se niega la divinidad”.

“Esta manera de pensar impide comprender la novedad radical del cristianismo, pues si Jesús no es el Hijo único del Padre, entonces tampoco Dios ha venido a visitar la historia del hombre. Por el contrario, ¡la encarnación forma parte del corazón mismo del Evangelio!”, afirmó.

Por tanto, alentó “el compromiso por una renovada estación de evangelización, que no es sólo tarea de algunos, sino de todos los miembros de la Iglesia. En esta hora de la historia, ¿no es quizá ésta la misión que el Señor nos encomienda: anunciar la novedad del Evangelio, como Pedro y Pablo, cuando llegaron a nuestra ciudad?”, preguntó a los presentes, párrocos, catequistas, miembros de los consejos parroquiales…, de la ciudad eterna.

“Hay adultos que no han recibido el Bautismo, o que se han alejado de la fe de la Iglesia. Es una atención hoy más urgente que nunca, que pide comprometernos con confianza, apoyados por la certeza de que la gracia de Dios siempre actúa en el corazón del hombre”, indicó, explicando que por este motivo bautiza cada año a jóvenes y adultos en la Vigilia Pascual.

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ZENIT Staff

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