ROMA, lunes 13 de junio de 2011 (ZENIT.org).- “¡Qué nunca más sea, vuestro pueblo, objeto de vejaciones, de rechazo y de desprecio! ¡Por vuestra parte buscad siempre la justicia, la legalidad, la reconciliación y esforzaos por no ser nunca causa de sufrimiento de otros!”. Así lo afirmó Benedicto XVI al recibir en audiencia a más de dos mil gitanos, en el 150 aniversario del nacimiento y el 75º del martirio del Beato gitano español Ceferino Giménez Malla.
El encuentro estuvo organizado por el dicasterio vaticano para los Migrantes e Itinerantes, por la fundación “Migrantes” de la Conferencia Episcopal Italiana, por la diócesis de Roma y por la Comunidad de San Egidio.
El encuentro recordó el celebrado en 1965 por Pablo VI, de quien Benedicto XVI quiso recordar sus palabras inolvidables: “Vosotros en la Iglesia no estáis al margen, sino que de alguna manera, estáis en el centro, vosotros sois el corazón de la Iglesia”.
El Aula Pablo VI se llenó de trajes vistosos y música tradicional. El Papa dirigió a los presentes un breve saludo en romaní, la lengua propia de los gitanos, que fue muy aplaudido por los presentes.
Dirigiéndose a los gitanos procedentes de toda Europa y de más de 50 ciudades italianas, el Pontífice quiso presentar la figura y el heroísmo del Beato Ceferino, el “mártir del Rosario”, que no se lo dejó arrancar de las manos “ni siquiera a punto de morir”, fusilado durante la persecución religiosa de 1936 en España.
“Hoy – afirmó el Papa – el beato Ceferino nos invita a seguir su ejemplo y nos indica también el camino: la dedicación a la oración y en particular al Rosario, el amor por la Eucaristía y por los demás Sacramentos, la observancia de los Mandamientos, la honestidad, la caridad y la generosidad hacia el prójimo, especialmente hacia los pobres”.
“Esto os hará fuertes ante el riesgo de que las sectas u otros grupos pongan en peligro vuestra relación con la Iglesia”, les dijo Benedicto XVI.
Oportunidad histórica
Poco antes, en su saludo al Papa, monseñor Antonio Maria Vegliò, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes e Itinerantes, había afirmado que “las poblaciones gitanas en Europa están viviendo una etapa nueva, que les ofrece la oportunidad de construir una vida más digna”.
“Estamos, de hecho – afirmó – en un periodo de particular cambio, en el que se advierte la urgencia de un acercamiento renovado de la Iglesia y de la sociedad hacia las poblaciones gitanas, mientras que también se hace necesaria una consolidación de la identidad gitana frente a los retos que la realidad actual comporta”.
“En el encuentro entre las diferentes culturas y mentalidades, se dan no pocos malestares, contrastes e incluso dramas. Pero el amor de Cristo nos acerca unos a otros y abate lo que nos separa y divide”.
“Jesús – prosiguió monseñor Vegliò – nos empuja a buscar nuevas vías de convivencia respetuosa, a superar toda forma de intolerancia y a ser promotores de una cultura que reconozca a todos los seres humanos – hombres, mujeres y niños – la dignidad que compete a cada uno, en el derecho y en la realidad de los hechos”.
“Porrájmos”
En su discurso, el Papa recordó que “a través de los siglos habéis conocido el sabor amargo de la no acogida y, a veces, de la persecución, como sucedió en la II Guerra Mundial: miles de mujeres, hombres y niños fueron asesinados salvajemente en los campos de exterminio”.
“Fue – como decís vosotros – el Porrájmos, “La Gran Destrucción”, un drama todavía poco reconocido y del que se desconocen las proporciones, pero que vuestras familias llevan impreso en el corazón”.
El Papa recordó que durante su visita al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, el 28 de mayo de 2006, quiso rezar por las víctimas de las persecuciones “y me incliné frente a la lápida en lengua romaní, que recuerda a vuestros caídos”.
“¡La conciencia europea no puede olvidar tanto dolor!”, exclamó.
Entre los testimonios de gitanos que hablaron ante el Papa, destacó precisamente uno que no fue pronunciado: el de la Ceija Stojka, gitana austríaca superviviente del campo de concentración de Bergen-Belsen.
Su testimonio, que trascendió a los medios de comunicación a pesar de que la mujer se emocionó y no pudo hablar, narra su traumática experiencia de niña, del exterminio que acabó con casi toda su familia.
Contribuir a Europa
“Hoy, gracias a Dios, la situación está cambiando”, subrayó. “Muchas etnias ya no son nómadas, sino que buscan la estabilidad con nuevas expectativas frente a la vida. La Iglesia camina con vosotros y os invita a vivir según las comprometedoras exigencias del Evangelio, confiando en la fuerza de Cristo, hacia un futuro mejor”.
El Papa invitó a los presentes a “escribir juntos una nueva página de la historia para vuestro pueblo y para Europa”.
“La búsqueda de alojamiento y de un trabajo digno y de educación para los hijos son la base sobre la que construir la integración que traerá beneficios para vosotros y para toda la sociedad”, añadió, invitándoles a dar su “efectiva y leal colaboración, para que vuestras familias se inserten dignamente en el tejido civil europeo”.
“Muchos de entre vosotros son niños y jóvenes que desean educarse y vivir con los demás y como los demás. A estos los miro con particular afecto, convencido de que vuestros hijos tienen derecho a una vida mejor”.
Por último, les invitó a “participar activamente en la misión evangelizadora de la Iglesia, promoviendo la actividad pastoral en vuestras comunidades”.
“La presencia entre vosotros de sacerdotes, diáconos y personas consagradas, que pertenecen a vuestras etnias, son un don de Dios y signo positivo del diálogo de las Iglesias locales con vuestro pueblo, que necesita sostener y desarrollar”, concluyó.