Multitudinaria misa en San Marino: el Papa contra el hedonismo

Constata dificultades por “modelos hedonistas que amenazan con anular toda moralidad”

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SERRAVALLE, domingo 19 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La riqueza del hombre es la fe, y no sus capacidades personales ni sociales, afirmó Benedicto XVI este domingo por la mañana en la homilía durante la misa que celebró con unas 20.000 personas en el estadio olímpico de Serravalle.

El Papa advirtió que sustituir la fe y los valores cristianos por presuntas riquezas conduce al fracaso de la búsqueda del bien y a experiencias como las numerosas crisis familiares agravadas por la fragilidad espiritual de los cónyuges y las dificultades en la formación de los jóvenes.

La concelebración eucarística era el primer acto oficial de la visita pastoral que el Papa realiza hoy a la diócesis de San Marino-Montefeltro, tras llegar al helipuerto de Torraccia procedente del Vaticano a las nueve y cuarto de la mañana.

Después de agradecerles la cordialidad y el afecto con los que le recibieron, el Papa dijo a los sanmarinenses en la homilía que su riqueza “fue y es la fe”, y valoró también su “absoluta fidelidad al Obispo de Roma”, su atención a la tradición de la Iglesia oriental y su profunda devoción a la Virgen.

Les señaló que “el mejor modo de apreciar una “herencia” es cultivarla y enriquecerla” y les reveló: “En realidad vosotros estáis llamados a desarrollar este precioso depósito en uno de los momentos más decisivos de la historia”.

“Hoy, esta misión tiene que enfrentarse a profundas y rápidas transformaciones culturales, sociales y políticas, que han determinado nuevas orientaciones y han modificado la mentalidad, costumbres y la sensibilidad”, explicó.

“Tampoco aquí de hecho, como en otros lugares, faltan dificultades y obstáculos, debido sobre todo a modelos hedonistas que ofuscan la mente y amenazan con anular toda moralidad”, continuó.

El Papa afirmó que “se ha insinuado la tentación de considerar que la riqueza del hombre no es la fe, sino su poder personal y social, su inteligencia, su cultura y su capacidad de manipulación científica, tecnológica y social de la realidad”.

“Se ha empezado a sustituir la fe y los valores cristianos por presuntas riquezas, que se revelan, al final, inconsistentes e incapaces de sostener la gran promesa de lo verdadero, del bien, de lo bello y justo que durante siglos vuestros mayores han identificado con la experiencia de la fe”, prosiguió.

Como resultado, Benedicto XVI se refirió a “la crisis de no pocas familias, agravada por la difusa fragilidad psicológica y espiritual de los cónyuges” y a “la fatiga experimentada por muchos educadores en el obtener continuidad formativa en los jóvenes, condicionados por múltiples precariedades, la primera la de la función social y la posibilidad de trabajo”.

Respuestas

Ante esta realidad, el Pontífice exhortó a los fieles a mostrarse “como cristianos presentes, decididos y coherentes”.

A los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, les pidió que “vivan siempre en la más cordial y efectiva comunión eclesial, ayudando y escuchando al pastor diocesano”.

Con el fin de recuperar las vocaciones sacerdotales y de especial consagración, lanzó un llamamiento a las familias y a los jóvenes “para que abran el ánimo a una pronta respuesta a la llamada del Señor”.

Y a los laicos, les recomendó “empeñarse activamente en la comunidad, de modo que, junto a sus peculiares obligaciones cívicas, políticas, sociales y culturales, puedan encontrar tiempo y disponibilidad para la vida pastoral”.

Visita pastoral

Sobre su viaje de hoy a San Marino, el Papa explicó: “He venido para compartir con vosotros las alegrías y esperanzas, fatigas y empeños, ideales y aspiraciones de esta comunidad diocesana”.

“Sé que tampoco aquí faltan dificultades y preocupaciones -añadió-. A todos quiero asegurar mi cercanía y mi recuerdo en la oración, a la que uno mi aliento a que perseveréis en el testimonio de los valores cristianos, tan profundamente arraigados en la fe y en la historia de este territorio y de la población”.

Trinidad

En su homilía, el Pontífice también se refirió a la solemnidad de la Santísima Trinidad que la Iglesia celebra este domingo.

“La liturgia de hoy llama nuestra atención sobre la realidad de amor contenida en este primer y supremo misterio de nuestra fe -explicó-. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno, porque Dios es amor”

Destacó que las lecturas de hoy no se detienen tanto en las tres personas divinas, sino en el amor que constituye la sustancia, “la Unidad y la Trinidad al mismo tiempo”.

“Nosotros tenemos un Dios que renuncia a destruir al pecador y que quiere manifestar su amor todavía de manera más profunda y sorprendente propiamente frente al pecador para ofrecer siempre la posibilidad de la conversión y del perdón”, subrayó.

Y concretó: “En el mundo hay mal, egoísmo, maldad y Dios podría venir para juzgar al mundo, para destruir el mal, para castigar a aquellos que obran en las tinieblas”.

“En cambio, Él muestra que ama al mundo, que ama al hombre, a pesar de su pecado, y envía lo más precioso que tiene: su Hijo unigénito -explicó-. Y no sólo lo envía, sino que lo dona al mundo”.

En este sentido, el Papa señaló que “es en la cruz donde el Hijo de Dios nos obtiene la participación la vida eterna, que nos viene comunicada con el don del Espíritu Santo”.

Y expresó que “así en el misterio de la cruz están presentes las tres Personas divinas: el Padre, que dona a su Hijo unigénito para la salvación del mundo; el Hijo, que cumple hasta el fondo el designio del Padre; el Espíritu Santo -infundido por Jesús en el momento de la muerte- que viene ha hacernos participes de la vida divina, a transformar nuestra existencia, para que sea animada por el amor divino”.

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ZENIT Staff

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