CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de junio de 2011 (ZENIT.org).– Benedicto XVI quiso dar las gracias por su sexagésimo aniversario de sacerdocio y agradeció a todos los fieles que han rezado por él en esta ocasión.
Lo hizo durante el rezo del Ángelus, este miércoles en la plaza de San Pedro después de la misa de la fiesta de los santos Pedro y Pablo, durante la cual entregó el palio a 41 arzobispos metropolitanos nombrados durante el año.
“¡Gracias por vuestra presencia, por vuestras oraciones!”, exclamó el Pontífice. “Os estoy agradecido, estoy agradecido sobre todo la Señor por su llamada y por el ministerio que me ha confiado”, dijo.
« Y agradezco a todos los que, en esta circunstancia, me han manifestado su proximidad y sostienen mi misión con la oración, que de cada comunidad eclesial se eleva incesantemente a Dios, traduciéndose en adoración a Cristo Eucaristía para acrecentar la fuerza y la libertad de anunciar el Evangelio”, añadió.
Antes de la oración mariana, el Papa destacó que “la fe profesada por Pedro constituye el fundamento de la Iglesia”.
Recordó que el Evangelio de Mateo destaca la confesión de Pedro “Tú eres Cristo, el Hijo del Dios viviente” y destacó que “san Pedro, en particular, representa la unidad del colegio apostólico”.
Airmó que “el primado de Pedro es una predilección divina, como lo es también la vocación sacerdotal” y citó las palabras de Jesús “porque eso no lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Recordando el sexagésimo aniversario de su ordenación sacerdotal, añadió: “Así ocurre a quien decide responder a la llamada de Dios con la totalidad de la propia vida”.
También se refirió a los santos Pedro y Pablo con símbolos recogidos en los himnos de la tradición oriental: “Los dos grandes apóstoles son las “alas” del conocimiento de Dios, que han recorrido la tierra hasta sus confines y han subido al cielo; ellos son las “manos” del Evangelio de la gracia, los “pies” de la verdad del anuncio, los “ríos” de la sabiduría, los “brazos” de la cruz”.
Y destacó que “el testimonio de amor y de fidelidad de los santos Pedro y Pablo ilumina los pastores de la Iglesia, para conducir los hombres a la verdad, formándolos a la fe en Cristo”.