MADRID, viernes 15 de julio de 2011 (ZENIT.org).- Las ONG Entreculturas y Servicio Jesuita a Refugiados (SRJ) denuncian la catástrofe humanitaria que se cierne por hambruna sobre el Cuerno de África.
La sequía que sufre el Cuerno de África está gestando un desastre humanitario de espectaculares dimensiones –afirman estas organizaciones en una nota enviada a ZENIT–. Los campos de refugiados están saturados y exceden con creces su capacidad de acogida, mientras nuevos miles de damnificados llegan cada día solicitando ayuda. Más de 400 personas en Somalia han muerto ya, víctimas de la desnutrición.
«Más de once millones de personas necesitan asistencia urgente para sobrevivir a la peor sequía en décadas. El coste humano de esta crisis es catastrófico».
Así daba la voz de alarma hace apenas unos días el secretario general de la organización de Naciones Unidas (ONU), Ban ki-Moon ante la terrible situación de emergencia que está sufriendo en la actualidad el Cuerno de África.
Laa zona lleva sufriendo una sequía desde hace dos años que muchos estiman como la peor desde 1951.
Los países más afectados por sus devastadoras consecuencias son, por el momento, Somalia, Kenia, Djibuti y Etiopía.
Dentro de sus fronteras, sus habitantes están sufriendo unos niveles de desnutrición, sobre todo en Somalia, hasta seis veces lo que la ONU considera ya una emergencia. De hecho, hasta la fecha más de 400 somalíes han perdido la vida por enfermedades relacionadas con la malnutrición en los últimos meses.
Ante esta situación de alarma, el secretario general de la ONU hizo un llamamiento a la comunidad internacional e instó a los Estados miembros a apoyar el llamamiento de 1.600 millones de dólares realizado por las distintas agencias de la ONU. De momento se ha recibido sólo la mitad de ese presupuesto.
De los más de once millones de personas que se encuentran en serio riesgo de muerte por este motivo, más de dos millones son niños. Menores de cinco años que se encuentran gravemente desnutridos y muchos de los cuales requieren, según ha alertado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), una atención urgente por riesgo serio de fallecimiento.
Ante este aterrador panorama, son miles las familias que están huyendo de sus casas en busca de esperanza.
El número de refugiados, sobre todo procedentes de Somalia, no para de aumentar. En este sentido, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) advirtió que “los esfuerzos para brindar ayuda a los refugiados de Somalia que día tras día llegan a los países vecinos corren el riesgo de no dar abasto sin una respuesta internacional más rápida y sólida para hacer frente a esta crisis humanitaria causada por la sequía y el desplazamiento en el Cuerno de África”; y ha lanzado un llamamiento de emergencia por valor 136,3 millones de dólares para prevenir una catástrofe humanitaria en la región.
Mientras tanto, los campos de refugiados no paran de acoger a nuevas personas que llegan cada día en condiciones alarmantes de desnutrición. La capacidad de la mayor parte de ellos hace meses que sobrepasó los límites para los que fueron construidos. Uno de los principales, el de Dabaab (situado en Kenia y que es uno de los más grandes del mundo) acoge cada día alrededor de 2.000 nuevas personas. Preparado para 90.000, en la actualidad rebasa los 380.000 habitantes.
El Servicio Jesuita a Refugiados tiene activos en la actualidad hasta trece proyectos en Etiopía, Kenia, Sudán, y Uganda, llegando a atender a unos 105.000 refugiados, desplazados internos y retornados de los más de 9 millones que se calculan en toda la región (incluyendo Somalia).
El SJR de África del Este ofrece educación, apoyo psicosocial, educación para la paz, servicios de subsistencia y ayuda de emergencia y está involucrado en la protección de los derechos humanos y en actividades de advocacy a diferentes niveles.
Esta realidad abrumadora que vive Somalia, en la que la cifras seguirán incrementándose cada semana, hace urgente el refuerzo de la atención y el acompañamiento que realiza el Servicio Jesuita a Refugiados con el apoyo de Entreculturas.
El SJR lleva trabajando en África más de tres décadas. Uno de sus primeros compromisos, allá por los años 80, fue en Etiopía, suministrando alimentos, refugio y ayuda médica a miles de desplazados dentro del propio país a consecuencia de la guerra y la hambruna. A penas unos años más tarde, a principios de los 90, se creó la región del SJR de África del Este, cuya oficina central se ubicó en Nairobi, Kenia.
Dos años más tarde comenzaría a funcionar ya uno de los proyectos del SJR más grandes y de mayor duración en Adjumani, norte de Uganda, creado para ayudar a los refugiados sudaneses mediante la educación y la atención pastoral. Un proyecto que culminó en 2008, después de entregar al gobierno las 75 escuelas creadas y de que la mayoría de los refugiados se repatriaran a Sudán del Sur, quienes en la actualidad ayudan en la reconstrucción de su país con la formación recibida durante su exilio en Adjumani.
En África del Este, el SJR está trabajando desde hace años con refugiados somalíes en varios proyectos.