La nueva evangelización en un nuevo mundo rural

El vicario general de Plasencia ofrece pistas para revitalizar la fe en los pueblos

Share this Entry

PLASENCIA, martes 27 de septiembre de 2011 (ZENIT.org).- En el mundo rural, la nueva evangelización debe llevarse a cabo de una forma original, con “sujetos evangelizadores de primera calidad”, “planteamientos hechos con rigor” y “realizaciones cuidadas con mimo y perseguidas con tenacidad”.

Ésta es una de las premisas anunciadas en la ponencia Nueva evangelización y nuevo mundo rural pronunciada por el vicario general de Plasencia, José Luis Hermoso, el 13 de septiembre en Plasencia, en las jornadas de la Universidad Pontificia de Salamanca Nueva evangelización: retos y posibilidades.

En opinión del ponente, la originalidad del ámbito rural “no supone facilidad de la misión (aunque tenga peculiares posibilidades y oportunidades), sino más bien dificultad”.

Formas

Hermoso habló con detalle de la forma original de evangelizar lugares de baja densidad poblacional (de hasta diez mil habitantes), predominio de actividades agropecuarias y características culturales diferentes a las del mundo urbano.

“La nueva evangelización tendrá dificultad de concretarse en vida si nuestras parroquias rurales no renuncian a faenar exclusivamente en la era trillada de misa, rosario y acto religioso-folclórico-cultural”, dijo.

“El salto consistirá en ubicarse en el duro, lento, pero fructífero trabajo, de organizar la pequeña comunidad”, añadió.

En la organización de la comunidad destacó la importancia del encuentro y el diálogo con cada persona, de acciones tradicionales de catequesis, homilías y charlas para ayudar a profundizar en la Palabra de Dios, y de unas celebraciones de la fe vivas, en las que las personas participen y con referencia a los problemas cotidianos.

“Se trata de incidir en la pastoral ordinaria pero con un tono más evangelizador y añadir otras iniciativas que respondan directamente al deseo y a los objetivos de la nueva evangelización”, explicó. 

La liturgia

Respecto a los actos litúrgicos, señaló que sobre todo en zonas rurales deben ser un tiempo y un espacio para la relación con Dios, el encuentro con otros vecinos, el “sencillo sustento espiritual”, la clarificación de la fe y el impulso para el compromiso.

“Es el único alimento de mucha gente, y ese alimento ha mantenido y puede mantener aún a mucha gente –destacó-. Hay que cuidarlo con mimo, hay que poner alma; es, posiblemente, el alimento de los pobres”.

Hermoso indicó que “para revitalizar la liturgia habrá que intentar que las parroquias tengan ministros extraordinarios de la Eucaristía”.

“Así el templo parroquial, aunque no esté el sacerdote, se abre todos los días para la plegaria (también el rosario) y la comunión”, explicó.

Con especial hincapié invitó a potenciar las capacidades que encierra la religiosidad popular con gestos significativos como el rezar al comienzo y al final de las procesiones, incorporar la Liturgia de las Horas a las novenas,…

Catequesis

Por otra parte, el ponente invitó a plantearse la catequesis como un proceso que verdaderamente introduzca a la vida cristiana y a la participación en la vida de la Iglesia.

Ante las dificultades para que las personas mantengan su compromiso en la Iglesia, propuso “revisar en profundidad nuestra práctica de preparar y realizar los sacramentos de la iniciación; introducir el sistema de catecumenado; implicar a los padres en este proceso y acompañar esmerada y personalmente a los chicos a partir de la primera comunión, ofreciéndoles la posibilidad de encuentros de referencia con otros creyentes jóvenes y adultos”.

Al mismo tiempo, indicó que “allá donde la parroquia rural no pueda llegar, especialmente en este campo de la iniciación cristiana y también en la difícil labor con niños y jóvenes, habrá que acudir a la pastoral de conjunto”.

Pastoral familiar, decisiva

Hermoso se refirió también a la pastoral familiar, “decisiva” especialmente en el mundo rural.

“No habrá posibilidad de evangelización y transmisión de la fe si no hay implicación de la comunidad familiar”, advirtió.

En este sentido, propuso “hacer una apuesta y esfuerzo creativo para buscar y acompañar a matrimonios jóvenes rurales, sin importarnos el número”.

Y animó a dedicar esfuerzos para que esos matrimonios “descubran y asuman la responsabilidad del futuro de la fe en las comunidades rurales, que conozcan y cuiden el lenguaje simbólico de la fe en el hogar y ejerzan directamente la acción catequética, que en el mundo rural debería tener una especial dialéctica familia-comunidad”.

Buscar a los pobres y a los alejados

Por otra parte, calificó como “imprescindible” marcarse el objetivo de la presencia de Caritas “hasta en la última aldea” y subrayó que “los pobres han de ser evangelizados”.

Además, indicó la importancia de salir en búsqueda de los alejados, con encuentros cotidianos y también con actuaciones pastorales ambiciosas e imaginativas que transmitan visiblemente el mensaje evangélico en la vida y en la realidad de los pueblos.

“Habrá que plantearse formas de llevar a cabo el primer anuncio, como las misiones populares renovadas, que están demostrando su vigencia y validez”, dijo.

También destacó la importancia de la evangelización desde las tradiciones y manifestaciones culturales, así como la atención a los medios de comunicación y al uso y presencia en las nuevas tecnologías.

Como tarea relacionada con la religiosidad popular, Hermoso recalcó la de “valorar y purificar el inmenso patrimonio cultural religioso que existe en nuestros pueblos”.

Según el experto, habría que convertir el patrimonio de fiestas, nombres, artes, tradiciones, etcétera, “desde una purificación y profundización evangélica, en uno de “los pórticos de los gentiles” de los que nos habla Benedicto XVI”.

“Pienso en buenos materiales de catequesis, de divulgación, de orientación turística desde enfoques religiosos; en conferencias, jornadas culturales y religiosas; en preparar bien a quienes explican este patrimonio; en integrar y comprometer a los responsables de cofradías, hermandades y asociaciones en la vida de la parroquia; en favorecer la mutua fecundación entre la liturgia y la religiosidad popular”, dijo.

También destacó la importancia de la hoja parroquial, la web y los blogs que hablen de la parroquia, ya que las personas de los pueblos leen a gusto los temas cercanos a ellos.

Finalmente apuntó una condición indispensable de todo proyecto de nueva evangelización: su carácter eclesial. “Debe ser asumido, orientado y alentado por el obispo diocesano”, declaró.

Los evangelizadores

En su ponencia, Hermoso abordó también el tema de los agentes de la nueva evangelización del mundo rural, que, en su opinión, deben ser personas de los mismos pueblos, constantes y convertidas.

“La primera exigencia es la renovación espiritual de toda la Iglesia, de nosotros mismos”, afirmó.

“El primer empeño ha de estar en suscitar vocaciones constantes y convertidas al Señor de agentes evangelizadores de la pastoral rural”, continuó.

Destacó la necesidad de “sacerdotes, religiosas y laicos de los mismos pueblos y de los movimientos apostólicos que convertidos, formados, alentados y sostenidos material y espiritualmente por la comunidad eclesial se comprometan a esta tarea con humildad y perseverancia, con gran amor y firme esperanza, dispuestos a superar dificultades. Y con una visión clara de lo que queremos hacer”.

Como aspecto especialmente importante de los agentes de pastoral del mundo rural, el conferenciante destacó la “encarnación”.

“Los agentes de pastoral que tienen que en
carnarse, entrañarse en sus pueblos hasta que sientan, sufran y gocen con lo que siente, sufre y goza el pueblo”, explicó.

Y añadió que esa encarnación “necesita vivirse desde el Señor, alimentarse en una honda contemplación, traducirse en pobreza y sencillez de vida, experimentarse como gozo, como suerte pastoral y vivirse en gratuidad”.

Esa actitud lleva a superar la conciencia extendida en muchos curas rurales de provisionalidad o del paso apresurado dos días a la semana y en la misa de domingo, señaló.

En la conferencia, Hermoso destacó que “la nueva evangelización precisa de los laicos y laicas”, que en el ámbito rural “deben salir del mismo pueblo”.

“Los pequeños también pueden ser apóstoles, acompañados de grupos o movimientos cristianos, que sintonicen con la misión y con un trabajo lento, paciente, formativo y programado”, añadió.

Según Hermoso, “hay cierta tendencia a buscar gente de fuera, pero de entrada hay que fiarse de la propia comunidad”.

Destacó que en su diócesis, con una presencia significativa de lo rural, “tenemos experiencia de que es posible que los evangelizadores sean de los mismos pueblos”.

Renovar

Con la nueva evangelización, explicó, se trata de renovar el impulso misionero, aprovechando lo que se ha hecho y lo que hay, los muchos creyentes, espiritualidades y experiencias de fe.

“Digamos con lenguaje campesino que la nueva evangelización no es hoy una siembra en barbecho, sino en un terreno cultivado por la acción del Espíritu Santo”, destacó.

En este sentido, afirmó que “hay que hacer el máximo esfuerzo para llevar a los pueblos las riquezas de las múltiples iniciativas que en este aspecto se están llevando a cabo en muchas diócesis”.

Y citó las catequesis de adultos, escuelas de agentes pastorales, cursos de formación específica sobre Biblia, catequesis, Doctrina Social de la Iglesia, etcétera que se llevan a cabo para la educación integral en la fe.

También indicó la importancia de “nuevas formas de trabajo más comunitarias que faciliten esa presencia y animación del sacerdote: unidades parroquiales de acción pastoral, equipos sacerdotales de misión, opciones decididamente evangelizadoras en los nombramientos…”.

El nuevo mundo rural

La ponencia reservó una atención especial a explicar las características del mundo rural actual.

“Hablar de un mundo rural es hablar de un mundo plural en cuanto a núcleos de población, en cuanto a distribución de la tierra, en cuanto a trabajo-productividad-riqueza y en cuanto a la situación religiosa”, afirmó.

Constató que el mundo rural ha cambiado mucho, con el paso “de una sociedad tradicional a una sociedad técnica y tecnificada”. En algunos casos, señaló, ha pasado de ser “despreciado por paleto” a “apreciado por su paz, sosiego y paisaje”.

También indicó algunos aspectos comunes con el mundo urbano: “el mundo rural se ha visto contaminado de la fuerte mentalidad posmoderna: el relativismo, la cultura de la imagen con una fuerte mentalidad hedonista y consumista y sobre todo el individualismo”.

En algunos pueblos grandes y medianos, dijo, “no está claro si debe aplicarse una pastoral rural o urbana”.

Pero junto a los cambios, añadió, “continúan intactos en las zonas rurales muchos valores tradicionales” y algunas personas buscan en ellas sus raíces y la cercanía de la naturaleza.

La clave: creer

Para la nueva evangelización de ese nuevo mundo rural, el ponente propuso “hacer lo que Abraham: creer”.

“Ante la realidad de abandono y envejecimiento social, económico y pastoral al que se ve sometido con frecuencia el mundo rural; ante los problemas de la escasez de clero y su avanzada edad y, en general, de los demás agentes de pastoral rural me temo que a algunos de ustedes puede rondarles por la cabeza aquella pregunta burlona de Abraham “¿A qué hombre de cien años puede nacerle un hijo?”.

E invitó, en conclusión, a “creer en la fuerza de su Espíritu y en su acción en su Iglesia y en sus comunidades, creer en las posibilidades de los cristianos de nuestro mundo rural…Y luego, también como Abraham ponernos manos a la obra”.

Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación

@media only screen and (max-width: 600px) { .printfriendly { display: none !important; } }