CIUDAD DEL VATICANO, martes 18 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que Benedicto XVI dirigió este lunes a una delegación de la Iglesia siro-malabar guiada por Su BeatitudGeorge Alencherry, arzobispo Mayor de Ernakulam-Angamaly de los Siro-Malabares (India).
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Su Beatitud,
Estoy encantado de saludarle a usted y a los miembros del Sínodo Permanente de la Iglesia Siro-malabar que habéis viajado a Roma en una expresión de la comunión con el Sucesor de Pedro, y quiero agradecerle las amables palabras que me ha dirigido en su nombre y en el de los demás. Esta visita es importante, ya que se produce poco después de su elección como Arzobispo Mayor. Viniendo aquí, ofrece un signo de comunión jerárquica que usted ya expresó en su reciente carta pidiéndome confirmación de su elección.
Su predecesor, el cardenal Varkey Vithayathil, ha dejado un legado sobre el que usted y sus hermanos obispos querréis seguramente construir. En este contexto, quisiera recordar el ejemplo de dos santos patronos de la iglesia siro-malabar, santa Alfonsa Muttathupadathu y el Beato Kuriakose Elias Chavara, que fueron beatificados por el Beato Juan Pablo II, durante su visita a Kerala hace 25 años. Después se me concedió la gracia de canonizar a santa Alfonsa en 2008. En vuestra patria, la Iglesia Siro-Malabar continúa disfrutando del respeto de la comunidad local por su trabajo en la educación y por sus instituciones sociales y caritativas al servicio de toda la comunidad. Sé que la vida para los cristianos ha sido complicada por una desconfianza de naturaleza sectaria e incluso por la violencia pero os animo a continuar trabajando por el bien de todas las religiones en la zona, para mantener la paz y la armonía de la región, por el bien de la Iglesia y de todos los ciudadanos.
Dentro de la misma Iglesia hay símbolos esperanzadores de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que os ayudarán a mantener vuestro cuidado pastoral. Tened en cuenta los retos que surjan en la formación de sacerdotes y de religiosos, en la vida familiar cristiana y en el cuidado pastoral a los fieles. Os felicito por vuestros esfuerzos para mantener la fuerza de las estructuras familiares, la calidad de la educación católica y la catequesis a todos los niveles, y vuestro trabajo pastoral con la juventud. Os animo, además a continuar vuestra estupenda labor fomentando las vocaciones entre los jóvenes.
En fidelidad al Evangelio y a la gracia concedida por Cristo Nuestro Señor, usted y sus fieles han prosperado en su patria y en el exterior en unión con la Iglesia Universal. Promoviendo su auténtica tradición litúrgica, sus fieles se han nutrido de la palabra y de los sacramentos de acuerdo con lo que se les ha transmitido de vuestros padres en la fe. También soy consciente de las iniciativas pastorales en favor de los católicos siro-malabares esparcidos por el mundo. Así como hice en su Visita Ad Limina de abril, permitidme, de nuevo, animaros en esta tarea importante de cuidado pastoral a los católicos siro-malabares que viven fuera de su país. Os pido que lo hagáis pensando siempre en la necesidad esencial de cooperación con los obispos católicos y con pastores de otros ritos.
Su Beatitud, queridos hermanos obispos, con estos pensamientos, os encomiendo a la intercesión de Santo Tomás, el gran apóstol de La India, santa Alfonsa y el Beato Kuriakose. Os aseguro mi afecto y oraciones y con placer os imparto a usted, a sus sacerdotes y religiosos y a todos aquellos encomendados a su cuidado, mi Bendición Apostólica, como prenda de gracia y de paz en el Señor Jesucristo.
[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez
©Libreria Editrice Vaticana]