OTTAWA, jueves 13 de octubre de 2011 (ZENIT.org).– Los obispos de Canadá llamaron la atención sobre la suerte del pastor cristiano Youssef Nadarkhani, preso en Irán por haber abrazado la fe cristiana y por tanto “apostatado” de la fe musulmana.

El presidente del Comité sobre derechos humanos de la conferencia episcopal de Canadá, monseñor Brendan M. O'Brien, dirigió una carta al jefe de misión de la Embajada de la República islámica de Irán.

En ella, recuerda que aunque la condena a muerte del pastor ha sido anulada, él continúa “en peligro a causa de otros motivos por los que continúa detenido”.

Monseñor O'Brien lamenta también las “presiones ejercidas sobre él para que se arrepienta de su conversión”.

El prelado invitó al Gobierno iraní a respetar la libertad religiosa citando el discurso pronunciado por monseñor Mamberti en la Asamblea General de la ONU el pasado 27 de septiembre.

En él, el representante de la Santa Sede afirmó que “la falta de respeto a la libertad religiosa representa una amenaza para la seguridad y la paz”.

“Es importante, por tanto, que un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de cada persona y de cada comunidad sea favorecido por un diálogo interreligioso sincero, promovido y realizado por los representantes de diferentes confesiones religiosas y apoyado por los Gobiernos y por las instancias internacionales”, declaró entonces monseñor Mamberti.

“En este espíritu -concluye la carta de monseñor O'Brien-, pedimos que vuestro Gobierno respete sus compromisos internacionales con los derechos humanos y que el pastor Nadarkhani, así como todas las demás personas que viven una situación similar en vuestro país, sean tratadas conforme al artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos”.