NUEVA YORK, jueves 20 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Nueva York, el arzobispo Francis Chullikatt, destacó el “vínculo íntimo” que existe entre desarrollo y desarme.
En una intervención que pronunció el pasado 11 de octubre ante la Primera Comisión de la 66ª sesión de la Asamblea General de la ONU sobre desarme y seguridad nacional, criticó firmemente la carrera armamentística.
“En el marco de una sociedad edificada sobre el derecho, el desarme genera desarrollo, y el desarrollo humano integral tiene repercusiones profundas y beneficiosas sobre la construcción de la paz y la resolución de las cuestiones relacionadas con la seguridad”.
“Desde esta perspectiva, la Santa Sede afirma con firmeza su crítica a la carrera armamentística y pretende desarrollar su análisis en la esfera de las relaciones internacionales según el criterio de que la ley debe prevalecer siempre sobre la violencia”, añadió.
El representante de la Santa Sede indicó que “la comunidad internacional debe, por tanto, confrontarse con la urgente necesidad de poner un freno a esta deplorable carrera armamentística y promover un corte importante a los gastos militares”.
A la vez, reconoció que “este recorte podría ser posible sólo en un clima de menor miedo y mayor confianza”.
“Un recorte a los gastos militares podría dar mayor credibilidad a la prohibición de usar la fuerza en las relaciones internacionales, permitiendo, así, el poder asegurar un mayor respeto del derecho internacional y radicar la paz en la justicia”, afirmó.
Este recorte, tanto en las relaciones entre las naciones, como en el interior de cada nación haría posible “garantizar la seguridad en condiciones mejores y destinar las enormes sumas de dinero ahorradas a fines pacíficos”.
Hechos
“Desgraciadamente -constató-, el gasto militar en el mundo continua creciendo”. “Según las estadísticas más recientes -las del 2010- giraba en torno a los 1.630.000 millones de dólares americanos, con un crecimiento constante con respecto al año anterior (1.569.000 millones de dólares americanos)”, dijo.
“Este dato contradice de un modo evidente los Objetivos de Desarrollo del Milenio y, como hemos repetido en diversas ocasiones, contrasta claramente con la Carta de Naciones Unidas, que compromete a los estados con el mantenimiento “de la paz y de la seguridad internacional con el mínimo dispendio de los recursos humanos y económicos mundiales para el armamento”, denunció.
El arzobispo lamentó que en 2010 y en 2011 hubo “pocos progresos en el ámbito del desarme, del control de las armas y de la reducción o de la reconversión de los gastos familiares a favor del desarrollo pacífico de los pueblos”.
“Emblemático de esta preocupante situación es el hecho de que, desde hace demasiados años, la Conferencia sobre el Desarme parece atravesar una crisis que impide su actividad y su eficacia”, declaró.
También se refirió a factores positivos en este ámbito, como “la reducción estratégica real de las armas nucleares”.
Esta reducción, “sin embargo, para ser plenamente eficaz, debe ser apoyada por una perspectiva política clara y positiva”, subrayó.
“Los recientes desastres, especialmente el dramático episodio de Fukushima en Japón, nos obligan a realizar una reflexión seria y amplia sobre el uso de la energía nuclear tanto en el ámbito civil como en el militar”, dijo el representante de la Santa Sede.
A este respecto, continuó, “es necesario retomar el trabajo sobre el Tratado de prohibición del material fisible y al mismo tiempo es necesario poner remedio a la inexistente entrada en vigor del Tratado para la prohibición de las pruebas nucleares”.
Este documento incluye la obligación de abstenerse a realizar estas pruebas, así como el desarme nuclear, son las condiciones necesarias para persuadir a los estados que todavía no poseen armas nucleares a respetar las normas de la no proliferación.
Por otra parte, el representante de la Santa Sede apreció la cooperación de algunos Estados y ONG para dar prioridad a la asistencia a las víctimas en la Convención sobre las armas de racimo.
Comercio de armas
Monseñor Chullikatt se refirió en su intervención al “proceso del Tratado sobre el comercio de armas, para el cual el 2012 será un año importante, ya que la Conferencia prevista debería conducir a la redacción de un texto”.
“Las armas ligeras y de pequeño calibre no deben ser consideradas como una mercancía cualquiera que se pone a la venta en los mercados globales, regionales o nacionales -afirmó-. La producción, el comercio y la posesión de las mismas tienen implicaciones éticas y sociales”.
“Deben ser reglamentadas de acuerdo a principios específicos de naturaleza moral y legal”, señaló.
El observador permanente pidió “realizar todo esfuerzo necesario para prevenir la proliferación de todos los tipos de armas, que alientan las guerras locales y la violencia urbana y cada día asesinan a demasiadas personas en el mundo”.
“De aquí la urgencia de adoptar algún instrumento legal, que la Santa Sede apoya plenamente, con medidas legalmente vinculantes para el control del comercio de armas y municiones convencionales a nivel global, regional y nacional”, precisó.
Y argumentó que “un comercio de armas no reglamentado y no transparente, además de la ausencia de sistemas eficaces de control del comercio de armas a nivel internacional, producen graves consecuencias humanitarias, retrasando un desarrollo humano integral, minando el Estado de derecho y aumentando los conflictos y la inestabilidad en todo el mundo”.
Además, “ponen en peligro los procesos de construcción de la paz en los distintos países y difunden una cultura de violencia y de impunidad”.
“El resultado del actual proceso para el Tratado sobre el comercio de armas pondrá a prueba la voluntad política de los Estados de asumir sus propias responsabilidades morales y legales, con el fin de reforzar ulteriormente el régimen internacional sobre el comercio de armas no reglamentado que existe actualmente”, declaró.
Y añadió que “su objetivo principal no debe ser sólo la reglamentación del comercio de armas convencionales o frenar el mercado negro de las mismas, sino sobre todo el de proteger la vida humana y construir un mundo más respetuoso con la dignidad humana”.
Ley, diálogo, amistad
Para la Santa Sede, “la paz debe ser construida a través del derecho y el derecho se puede concretar si en cada una de las cuestiones individuales prevalece la razón”.
“El “diálogo razonado” se funda en el reconocimiento de que, con el objetivo de construir una paz duradera, ¡la fuerza de la ley debe prevalecer siempre sobre la ley de la fuerza!”, dijo monseñor Chullikatt.
Y añadió que “la Santa Sede está convencida de la necesidad de basar los cimientos de la paz reconociendo la importancia del diálogo y reforzando las relaciones de amistad”.
“Este ha sido también el mensaje propuesto por la Jornada Interreligiosa de Asís de 2011, con el que el Papa Benedicto XVI, junto a una amplia coalición de líderes religiosos, desea poner de relieve la idea de que las religiones no representan un factor de conflicto, sino de pacificación entre los pueblos y que son capaces de realizar una importante contribución a la construcción de un humanismo integral que atribuya un lugar privilegiado a la dignidad trascendente de la persona humana”, explicó el arzobispo.
El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Nueva York afirmó ante la comisión que “la paz es también fruto de la justicia, la solidaridad y el desarrollo”.