ROMA, viernes 21 de octubre de 2011 (ZENIT.org).– Benedicto XVI destacó que la Iglesia da a sus hijos “raíces y alas”, este miércoles al inaugurar un centro australiano de acogida de peregrinos, Domus Australia, en el centro histórico de Roma.
“Hay dos cosas que los niños deben recibir de sus padres: raíces y alas”, de igual forma que “de nuestra santa Madre, la Iglesia, también nosotros recibimos raíces y alas”, declaró durante el acto.
Y se refirió a esa raíz y esas alas como «la fe de los apóstoles, transmitida de generación en generación, y la gracia del Espíritu Santo, transmitida sobre todo a través de los Sacramentos de la Iglesia».
«Los peregrinos a Roma siempre se sentirán a gusto aquí, y la Domus Australia jugará un papel importante en la creación de un hogar para peregrinos australianos, en la ciudad de los Apóstoles”, dijo.
Citando al poeta alemán Wolfgahg von Goethe, el Papa afirmó que “las raíces son sólo una parte de la historia” y se refirió a la importancia también de las “alas”.
El desplazamiento del Papa hasta el nuevo centro, situado cerca de la estación de Termini, bastante extraordinario, coincidió con la visita ad Limina de los obispos australianos.
El Pontífice recibió los aplausos entusiasmados de los asistentes en el exterior del nuevo centro.
Acogido por el arzobispo de Sydney, el cardenal George Pell, y por numerosos invitados, Benedicto XVI recordó la calurosa acogida que recibió cuando visitó Australia en agosto de 2008 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Durante el acto, el Papa rezó para que los peregrinos que pasen por la Casa de acogida de los peregrinos australianos puedan regresar a sus hogares “con una fe más firme, una esperanza más jubilosa y un amor más ardiente por el Señor, dispuestos a comprometerse, con ardor renovado, en la misión de testimoniar a Cristo en el mundo en el que viven y trabajan”.
“Muchas generaciones de peregrinos han llegado a Roma procedentes de todas partes del mundo cristiano, con el fin de venerar las tumbas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y profundizar en su comunión con la Iglesia de Cristo, fundada sobre los apóstoles”, recordó.
“De esta forma fortalecen las raíces de su fe; y las raíces, como sabemos, son la fuente de la vida en la que se apoya”, continuó.
El Pontífice aprovechó la ocasión para saludar “saludar a todos los habitantes de Australia y agradecer el apoyo y la asistencia de muchos de ellos han prestado a este proyecto que, junto con vuestra nueva embajada, ha traído un pequeño rincón de Australia a la antigua ciudad de Roma. ¡Que la Domus pueda ser bendecida con el paso de muchos peregrinos!”
El Papa recordó también que precisamente hace un año, el primer santo australiano, Mary MacKillop, fue elevada al honor de los altares, y pidió a la nueva santa que “continúe inspirando a muchos australianos a seguir sus huelas y una vida de santidad, al servicio de Dios y el prójimo”.
“El evento de esta tarde nos habla con elocuencia de los frutos de los esfuerzos misioneros de la Iglesia, gracias a los que el Evangelio se ha extendido a las regiones más lejanas del mundo, ha echado raíces y ha dado origen a la vida de una comunidad cristiana floreciente”, explicó.
“Al igual que todas las comunidades cristianas, la Iglesia en Australia es consciente de participar en un viaje cuyo destino final está más allá de este mundo”, continuó.
De hecho, como insistió en este sentido el Papa, “nuestra vida terrenal transcurre en el camino hacia esa meta final”.