Agradezco a Dios que seamos libres

El obispo de Trípoli lamenta el modo en que murió Gadafi

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MADRID, miércoles 26 octubre 2011 (ZENIT.org).- El obispo de Trípoli comentó la actual situación que vive Libia tras la muerte de Muamar el Gadafi y las atroces imágenes que han transmitido los medios de comunicación, en lo que tiene todos los visos de un linchamiento que está siendo investigado por la ONU. El obispo lamenta el modo en que murió el dictador, aunque comprende los motivos y traza un perfil del que califica como “gran mentiroso”.

Monseñor Giovanni Martinelli –entrevistado por la cadena de radio SER española- tiene 69 años, la misma edad que Gadafi. Llegó a Trípoli hace 40 años y ha sido un testigo privilegiado de los 42 años de dictadura.

El obispo de Trípoli Martinelli ha expresado su confianza en la reconciliación entre los libios, denuncia los bombardeos de la OTAN durante los ocho meses de conflicto y se muestra comprensivo con el cruel final que los rebeldes han deparado a Gadafi.

Respecto al aparente linchamiento del dictador libio el obispo Martinelli declara: “Lo que hicieron no está bien. Pero no quiero juzgarlos. No quiero juzgar ni excusar, sólo decir que entendemos la sensibilidad de la gente frente a este hombre que realmente causó muchas víctimas, especialmente en los últimos meses”.

En cuanto a los bombardeos de la OTAN afirma: “Denuncié desde el principio que los bombardeos no eran una forma moral de eliminar a un dictador. Todavía hoy pregunto: ¿no había otra manera, sólo las bombas? Muchos civiles murieron, yo los vi. ¿Son necesarios ocho meses de bombardeos para librarse de este hombre? Era realmente terrible. No podíamos dormir. Todas las noches, hasta que amanecía, bombardeos, bombardeos, bombardeos… Fue terrible”.

Aún así, muestra su esperanza en el futuro: “Agradezco a Dios que seamos libres, y agradezco lo que ha pasado. Mucha gente murió, ahora espero que haya una reconciliación entre los libios. Creo que el pueblo libio está deseoso de tener paz y que lo logrará. Libia es una entidad única. Aunque dividida en distintas tribus, es una familia”.

El obispo conocía bien a Gadafi, con el que se había entrevistado varias veces. Así ve al dictador: “Gadafi era demagogo, le gustaba presumir y sentirse un gran hombre. Pensaba que era el profeta de Libia, que estaba inspirado por Dios para ser el mensajero de este país a través del Libro Verde [libro guía del régimen que regulaba todos los aspectos de la vida]. Le gustaba sentirse beduino y mostrarse como tal, demostrar que no estaba colonizado por el consumismo. Aunque es verdad que vivía una vida de lujo, no como un beduino. Se sentía también líder de los países árabes, aunque en esto no tuvo mucho éxito, porque muchos países árabes no lo querían. Entonces se propuso ser el líder de África, el ‘rey de reyes’. Era también un gran mentiroso. Y su principal deseo era no perder el poder”.

¿Teme que ahora, al igual que ha pasado en Egipto con los coptos tras la caída de Mubarak, pueda haber ataques contra los católicos? “En Libia la iglesia cristiana es extranjera, no hay libios cristianos. En un principio eran italianos, ahora son africanos o filipinos. La tradición de Libia es el respeto, y esa creo que será también la actitud de las nuevas autoridades. Antes de la guerra había en Libia cien mil cristianos de distintos países”, concluye.

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ZENIT Staff

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