La niña presa por las FARC, abanderada de Colombia en San Pedro

Embajador Velásquez: El papa traerá alternativas a América Latina

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 noviembre 2011 (ZENIT.org).- La niña Nohora Valentina Muñoz, secuestrada por terroristas el 29 de octubre en Colombia, y liberada después de 18 días, encontrará en Roma a Benedicto XVI, y al inicio de la misa en honor de la Virgen de Guadalupe, que se celebrará el 12 de diciembre en San Pedro, portará la bandera de su país, representando la esperanza de las nuevas generaciones.

Lo indicó este viernes 18 el embajador de Colombia ante la Santa Sede, César Mauricio Velásquez, en entrevista concedida a ZENIT, poco después de su llegada al aeropuerto de Fiumicino, la que proponemos a continuación, en la que demuestra su interés por abrir el proceso de canonización del obispo de Arauca, monseñor Jaramillo allí secuestrado y asesinado por la guerrilla.

¿Qué sucedió y por qué esta niña fue secuestrada?

–Embajador Velásquez: La niña Nohora es la menor de las dos hijas de Jorge Muñoz, alcalde de Fortul, en el departamento de Arauca, fue secuestrada el 29 de septiembre por terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuando se dirigía al colegio con su madre, Pilar Gutiérrez, quien también fue secuestrada pero posteriormente puesta en libertad a la salida de la localidad.

¿Cómo fue la liberación de Nohora?

–Embajador Velásquez: Después de 18 días de cautiverio, fue liberada, tras muchas mediaciones y peticiones, incluyendo la de Benedicto XVI, quien rezó por su liberación y por la de todos los secuestrados, así como por la conversión de quienes la tenían en cautiverio.

¿Por qué motivo secuestrar una niña y no a un político o persona influyente?

–Embajador Velásquez: En Colombia, llevábamos varios años sin secuestros de niños, desgraciadamente en este caso ha recomenzado. Esta zona fue muy convulsionada por grupos narcoterroristas, en particular del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Algunos dicen que ahora el secuestro de Nohora fue por razones extorsivas, en realidad no se sabe con certeza.

¿Más allá de la oración, el papa pidió una mediación para la liberación?

–Embajador Velásquez: En la comunicación verbal que tuve de la Secretaría de Estado, se habló de la oración del santo padre pidiendo que los secuestradores respetaran la vida de la niña y la dejaran en libertad, así como por la pronta liberación de todos los secuestrados, y la conversión de quienes están en los oscuros caminos de la delincuencia y del terror.
De otro lado, la Iglesia colombiana, por iniciativa propia, se puso a disposición de la familia para mediar con el grupo terrorista la liberación de la niña.

¿Hoy la Iglesia hace de mediadora con estos grupos narcos o terroristas o lo qué sean?

–Embajador Velásquez: La presencia histórica y el prestigio de la Iglesia entre la población colombiana la ha llevado a una permanente labor pastoral con todos los sectores delincuenciales que hay en Colombia. Muchas veces, a través de la Comisión de Conciliación Nacional de la Iglesia se ha logrado la liberación de secuestrados, el cese de ataques terroristas, el final feliz de tristes historias de delincuencia. También, acercamiento entre el gobierno y la guerrilla. En su momento, con elementos del ELN y de las FARC.

¿Ahora la Iglesia sigue mediando?

–Embajador Velásquez: Actualmente, el presidente Juan Manuel Santos ha querido centralizar cualquier mediación directamente en él, y no ha autorizado a ninguna otra persona o institución a que hagan contactos. Pero aún así la Iglesia tiene contactos pastorales, estrictamente pastorales, a través de las parroquias. La Iglesia está ahí, siempre lo ha estado, en las buenas y en las malas, junto a la gente que está padeciendo.

¿Y se ha confirmado que la niña viene a ver al Papa?

–Embajador Velásquez: A la niña tuve posibilidad de visitarla en su casa, animando a la familia para que vengan a la gran fiesta del 12 de diciembre. Vendrá con toda su familia, y serán alojados en la casa del embajador. Queremos que la niña porte la bandera de Colombia antes de la celebración eucarística en la basílica de San Pedro.

¿Por qué ella?

–Embajador Velásquez: Porque es un símbolo de la nueva generación colombiana, que sufrió el secuestro y que a pesar de ello representa un aire de esperanza de paz para las generaciones futuras.

¿Cómo es la familia de Nohora?

–Embajador Velásquez: De una familia media, el padre es alcalde de la población. Son padres trabajadores, reflejo de la clase media de un municipio pequeño, de unos cinco mil habitantes.

Un municipio que ha sufrido mucho la violencia: en los últimos veintiún años tuvo diecinueve párrocos, de los cuales dos fueron asesinados. En la década de los ochenta, asesinaron al obispo de Arauca, monseñor Jaramillo, secuestrado por el ELN, por predicar la palabra de Dios, la libertad, la racionalidad. Me gustaría iniciar el proceso de beatificación de monseñor Jaramillo y quiero averiguar más datos sobre los párrocos.

Estos son datos entretanto poco conocidos

–Embajador Velásquez: En muchos países del mundo se habla poco cuando un sacerdote es asesinado por defender la verdad o a su comunidad, en cambio, si se registra un delito por otra índole, sale un escándalo mediático y se quiere generalizar ese problema. Es bueno recordarle al mundo que en Colombia hay sacerdotes mártires de la Iglesia, que murieron por defender la Palabra, por denunciar a los delincuentes, por denunciar la droga y la violencia.

¿El próximo viaje del papa a América Latina que importancia puede tener en el proceso de paz?

–Embajador Velásquez: Hay mucha esperanza en América Latina, llamado también ‘continente de la esperanza’, de que la visita de Benedicto XVI consolide esos procesos de paz y reconciliación y traiga frutos de estabilidad cultural y económica. Especialmente los países que sufren el flagelo de las drogas, del terrorismo y de la delincuencia en las grandes ciudades. El papa traerá alternativas para consolidar la familia, el respeto de la persona humana y la justicia social. Ésto supone generar trabajo, especialmente para la gente joven, de manera que se creen oportunidades y no terminen en la delincuencia o las drogas.

Por H. Sergio Mora

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ZENIT Staff

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