CIUDAD DEL VATICANO, domingo 27 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Este sábado, en el Aula Pablo VI en el Vaticano, tuvo lugar un concierto en honor de Benedicto XVI, ofrecido por el gobierno del Principado de Asturias, España. El programa incluía música de Falla, Albéniz, Rueda, Strauss y Rimsky-Korsakov, interpretada por la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), dirigida por Maximiano Valdés, chileno.

Mecenas del evento fue la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, cuyo presidente, Fernando Masaveu, dirigió unas palabras de homenaje al santo padre. Al término del concierto el papa dirigió a los invitados, a los artistas y a todos los presentes un discurso en español e italiano.

La orquesta asturiana interpretó un programa que el músico chileno definió como “festivo y danzable”, y que indica no sólo la pasión que el papa siente por la música sino “su apoyo a una forma de cultura que es occidental”.

Benedicto XVI ocupó su habitual butaca blanca, situada entre el público, al lado de los representantes institucionales del Principado, el presidente autonómico Francisco Álvarez-Cascos, se sentó a su izquierda.

El Vaticano eligió el programa entre cuatro posibilidades que se ofrecieron desde la gerencia de la OSPA. Al parecer, según informa la prensa asturiana, Benedicto XVI no quería esta vez música sacra, ni coral o de Mozart, sino algo diferente, música española o sobre España.

El arzobispo de Oviedo, que junto a la Fundación, jugó un papel decisivo en la negociación del concierto, habló de “un programa audaz” que indica “lo que significa para Benedicto XVI la música”. Junto a Falla se eligieron las piezas Lavapiés y Triana, de Albéniz y Rueda; la romántica Don Juan, de Strauss, y el Capricho español, de Rimsky-Korsakov, en el que se incluye el Fandango asturiano.

El papa saludó y bendijo a una amplia representación asturiana y dijo en español: “Agradezco de corazón al gobierno del Principado de Asturias y a la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, con su presidente, el señor Fernando Masaveu, el espléndido concierto que nos han ofrecido, y que nos ha dado la posibilidad de hacer como un viaje interior, llevados por la música, a través del folclore, los sentimientos y el corazón mismo de España”.

Dió “un gracias muy especial” a la Orquesta y al maestro Valdés, “por la magnífica ejecución con la cual nos ha transmitido también un poco del hondo y rico carácter de la población española, y particularmente asturiana. Y gracias igualmente a todos los que han hecho posible disfrutar de este momento, así como al señor arzobispo de Oviedo y a cuantos están aquí presentes en esta significativa ocasión”.

Luego, en italiano, dijo que “esta tarde, por así decir, se ha trasladado a este Aula un 'trozo' de España”. Agradeció el programa y que hubiera no sólo compositores españoles sino el alemán y el ruso, “fascinados por lo que, en el programa de mano viene definido more hispano, es decir la manera ser 'hispánica', así como de componer e interpretar la música”.

Explicó Benedicto XVI que las piezas escuchadas tienen “una característica de fondo: la capacidad de comunicar musicalmente sentimientos, emociones, más todavía diría casi el tejido cotidiano de la vida”.

“Y esto sobre todo –comentó- porque quien compone more hispano es casi naturalmente llevado a fundir en armonía los elementos del folclore, de la canción popular, que vienen del vivir cotidiano, con la que llamamos 'música culta'. Y es un conjunto de sentimientos que nos han sido transmitidos esta tarde: la alegría de vivir, el clima de la fiesta, que transpira en composiciones como las tres danzas de El sombrero de tres picos de Falla, o la lucha contra el mal descrita en la célebre Danza ritual del fuego del mimso autor; la vida animada de los barrios de las ciudades, como en Lavapiés, de Iberia, de Albéniz; el drama de una vida que no encuentra paz, como la de don Juan, que no logra vivir el amor de modo auténtico y, al final, se da cuenta del vacío de su existencia; la obra maestra de Strauss ha hecho perfectamente el paso de la euforia que anima la pieza a la tristeza del vacío expresada en el triste final”.

Y el papa se alargó en describir la música que había escuchado, como melómano que es: “Pero hay otro elemento que emerge constantemente en las composiciones more hispano y es el religioso del que está profundamente penetrada la gente de Epaña; lo habñia captado muy bien Rimsky-Korsakov, que en el espléndido Capricho Español, utilizando cantos y bailes folclóricos de España, incluye varios temas de melodías populares religiosas, come en la primera sección del tema donde se reconoce una antigua invocación asturiana con la que se pide la protección de la Virgen María y de san Pedro, o el segundo movimiento en el que aparece un canto gitano a la Señora. Son las maravillas que obra la música, este lenguaje universal que nos permite superar toda barrera y entrar en el mundo del otro, di un país, de una cultura, y nos permite también volver la mente y el corazón hacia el Otro, con la 'O' maúscula, de enaltecernos al mundo de Dios.

Y concluyó con otras palabras en español: “Gracias una vez más al gobierno de Asturias, a la Fundación, a los profesores de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, al maestro Maximiano Valdés, a los organizadores, a los venidos de Asturias y a todos ustedes. Que la Virgen María 'que brilla en la altura más bella que el sol, y es Madre y es Reina', como reza el himno a la celestial patrona de esas tierras, les proteja siempre con su maternal ternura”. Auguró a todos un buen camino de Adviento y les impartió la bendicoón.

Maximiano Valdés, dice la prensa local, “puso un broche de oro a su larga e intensa colaboración con la Sinfónica de Asturias. Dieciséis años como maestro titular y el sueño cumplido de tocar con la formación asturiana en la sala Nervi, ante el Papa, la misma a la que él acudía cuando era estudiante en Roma”.

“Ha sido maravilloso”, comentaban numerosos asturianos que asistieron al acontecimiento. El arzobispo de Oviedo Jesús Sanz, comentaba a la salida las “bellísimas” palabras del Papa. “Ha dicho que la OSPA ha traído al Vaticano un trozo de España, ya os ha dado el titular”, comentaba a los periodistas. Sanz Montes, que asistió al concierto acompañado de sacerdotes asturianos, entre ellos el abad de Covadonga, Juan José Tuñón, y de José Novalín, director emérito de la iglesia española de Santiago y Monserrat en Roma, comentó que “la música hiere el corazón no para dañarlo sino para sacar de él lo más noble. Es un valor altamente espiritual”.

El abad Tuñón cree que la ocasión de actuar ante el Papa “es única para cualquier orquesta y especialmente para la asturiana”. A Roma viajó también un grupo de diecisiete niños de la Escolanía de Covadonga, acompañados de su director, invitados por la Fundación.
La OSPA se ha convertido en la primera orquesta española en actuar ante un papa, coincidiendo con la celebración de su 20 aniversario.

Al acabar, el papa saludó nuevamente y, entre aplausos, se dirigió a la zona de la representación institucional e invitados. Todos ellos, treinta en total, ocupaban un recinto en la parte central de la sala y pudieron saludar al santo padre besándole la mano.
El concierto fue retransmitido en directo a 40 países, con una audiencia potencial de 1.200 millones de personas.