CIUDAD DEL VATICANO, martes 29 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Este lunes, en el Aula Pablo VI del Vaticano, Benedicto XVI recibió en audiencia a escolares y estudiantes de las escuelas italianas partecipantes en el proyecto Ambientiamoci a scuola, promovido por la fundación Sorella Natura, de Asís, por la Jornada por el cuidado de la Creación, que se celebra este martes, en el aniversario de la proclamación de san Francisco de Asís como patrono de los ecologistas. Estuvieron presentes el presidente de la fundación Roberto Leoni y el presidente honorario cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga SDB.
Benedicto XVI saludó “con gran alegría” a los participantes en este encuentro dedicado al compromiso por la “hermana naturaleza”. Agradeció sus palabras al cardenal Rodríguez Maradiaga –quien aludió a la cumbre sobre el cambio climático de Durban y subrayó la importancia de esta otra 'cumbre' entre el papa y los estudiantes italianos- y por el regalo de la valiosa reproducción del Códice 338, que contiene las fuentes franciscanas más antiguas.
Saludó al presidente de la fundación Roberto Leoni, a las autoridades y personalidades y a los numerosos profesores y padres.
Pero, sobre todo a los chicos y chicas presentes: “¡Queridos jóvenes! Precisamente he querido por vosotros este encuentro, y querría deciros que aprecio mucho vuestra decisión de ser 'custodios de la creación', y que en esto tenéis mi pleno apoyo”.
El papa recordó que la fundación tiene “una profunda inspiración franciscana”. Aludió también al papa Pío XII que, en 1939, nombró a san Francisco patrono de Italia, y lo definió “el más italiano de los santos, el más santo de los italianos”.
Si, “por tanto el santo patrono de Italia es también patrono de la ecología –añadió el papa--, me parece justo que las y los jóvenes italianos tengan una especial sensibilidad por la 'hermana naturaleza' y se empeñen concretamente en su defensa”.
Cuando se estudia la literatura italiana, recordó, uno de los primeros textos que se encuentran en las antologías es justo el "Cántico del hermano sol", o "de las criaturas", de san Francisco de Asís: "Altissimo, onnipotente, bon Signore…".
Este cántico, dijo, “evidencia el lugar justo que hay que dar al Creador, a Aquél que ha llamado a la existencia a toda la gran sinfonía de las criaturas. "…tue so’ le laude, la gloria e l’honore et onne benedictione… Laudato sie, mi’ Signore, cum tucte le Tue creature".
Estos versos, comentó, “forman parte justamente de vuestra tradición cultural y escolar. Pero son sobre todo una oración que educa al corazón en el diálogo con Dios, lo educa a ver en cada criatura la impronta del gran Artista celeste, como leemos también en bellísimo salmo 19: 'Los cielos narran la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos… Sin lenguajes, sin palabras, sin que se oiga su voz, por toda la tierra resuena su anuncio" (v. 1.4-5). Fray Francisco, fiel a la Sagrada Escritura, nos invita a reconocer en la naturaleza un libro estupendo, que nos habla de Dios, de su belleza y de su bondad. Pensad que el Pobrecillo de Asís pedía siempre al fraile del convento encargado del huerto que no cultivara todo el terreno de hortalizas sino que dejara una parte para las flores, incluso que cuidara un bello arriate de flores, para que las personas elevaran el pensamiento a Dios, creador de tanta belleza (cfr Vita seconda di Tommaso da Celano, CXXIV, 165)”.
“Queridos amigos --añadió--, la Iglesia, considerando con aprecio las más importantes investigaciones y descubrimientos científicos, no ha dejado nunca de recordar que respetando la impronta del Creador en todo lo creado se comprende mejor nuestra verdadera y profunda identidad humana. Si se vive bien, este respeto puede ayudar a un joven y una joven también a descubrir talentos y actitudes personales y, por tanto, a prepararse para una determinada profesión, que buscará siempre ejercer en el respeto del medio ambiente. Si, en su trabajo, el hombre olvida que es colaborador de Dios, puede ejercer violencia sobre lo creado y provocar daños que tienen siempre consecuencias negativas también en el hombre, como vemos, lamentablemente, en diversas ocasiones”.
Hoy, más que nunca, urgió el papa, “se nos aparece claro que el respeto al medio ambiente no puede olvidar el reconocimiento del valor de la persona humana y de su inviolabilidad en toda las fases de la vida y en toda condición. El respeto hacia el ser humano y el respeto de la naturaleza son todo uno pero ambos pueden crecer, tener su justa medida, si respetamos en la criatura humana y en la naturaleza al Creador y a su creación. Sobre esto, queridos muchachos, estoy convencido de encontrar en vosotros aliados y verdaderos 'custodios de la vida y de la creación'".