Nigeria: ningún lugar es ya seguro

Declaró el cardenal John Onaiyekan, arzobispo de Abuya

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ROMA, miércoles 28 noviembre 2012 (ZENIT.org).- «Es una gran tragedia, pero esta vez ha golpeado a uno de los mayores complejos militares del país. Es una señal preocupante, porque significa que ningún lugar ya es seguro», firma el cardenal Onaiyekan de Abuya, capital de Nigeria.

Apenas dos días después de haber sido nombrado cardenal, John Onaiyekan, arzobispo de Abuya, comenta a la fundación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), el atentado del domingo pasado en la Iglesia protestante de San Andrés, en el complejo militar de Jaji, estado de Kaduna.

Este último atentado plantea numerosas cuestiones relacionadas con la seguridad, principalmente la de las instalaciones que alojan el comando de las fuerzas armadas y la academia militar.

Los controles en la entrada se efectuaron con poco cuidado y el cardenal Onaiyekan no excluye que las dos bombas que explosionaron pudieran haberse fabricado en el mismo complejo. En cualquier caso, el purpurado espera que lo que pasó pueda «despertar» al gobierno, induciendo a las autoridades a defender más enérgicamente a los ciudadanos.

«Los atentados anticristianos han cambiado nuestra forma de vida, también dentro del seminario» cuenta a AIN-Italia, el rector del Seminario mayor Buen Pastor de Kaduna, padre Joseph Salihu. El del domingo pasado es sólo el último de numerosos ataques y violencia registrada en el estado centro-septentrional de Nigeria, uno de los doce estados de la federación que introdujo en 1999 la Sharia como fuente de derecho penal. Entre los fieles crece el miedo: cada domingo los bancos de las iglesias están más vacíos «y no es fácil para los seminaristas y los sacerdotes llevar una palabra de consuelo».

El mismo padre Salihu, el pasado 28 de octubre, asistió a la explosión de una autobomba delante de una Iglesia. «Cuando lo que está sucediendo tiene efectos dramáticos en la comunidad católica –cuenta a AIN- la situación se debe afrontar, porque se está convirtiendo en algo verdaderamente grave».

El padre Salihu está preocupado en particular por los jóvenes, para los que el fundamentalismo parece tener un cierto «atractivo». El bajo nivel de educación y la total falta de perspectivas de futuro, permite a los extremistas reclutar gente nueva con mucha facilidad. Y es indispensable que los chicos reciban una instrucción adecuada y tengan mayores posibilidades de encontrar trabajo. «El fundamentalismo influye de forma determinante sobre nuestra sociedad y son necesarios cambios urgentes. Invertir en el diálogo no basta. El Estado debe ser más responsable e intervenir en el campo socio-económico. Porque estas dificultades son la principal amenaza», afirma.

No faltan los jóvenes que «tras haber mirado a la muerte a la cara», eligen la vida del sacerdocio, decididos a llevar su propio testimonio de fe a sus conciudadanos. «El trágico momento vivido por la comunidad cristiana ha influido sobre el número de vocaciones –explica a AIN-Italia el padre Sylvester Dagin, rector del Seminario mayor de San Agustín de Jos, en el estado de Plateau–. Nuestra provincia es una de las más afectadas por el fundamentalismo pero esto ha fortalecido la fe de nuestro pueblo, que nunca ha sido tan fuerte como ahora».

En este área de las relaciones entre cristianos y musulmanes siempre han sido más bien cordiales, «también gracias al esfuerzo y a la delicadeza de los misioneros». En los últimos tiempos, sin embargo, la situación ha cambiado y la «persecución cristiana se ha hecho intensa». Sin embargo, resalta el padre Dagin, la violencia de Boko Haram no se ha cometido únicamente por odio a la fe. «La crisis nigeriana parece tener carácter puramente religioso. En realidad no faltan matices políticos».

Traducido del italiano por Rocío Lancho García

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ZENIT Staff

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