+ Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, domingo 25 noviembre 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el artículo de nuestro colaborador, el obispo mexicano de San Cristóbal de lsa Casas Felipe Arizmendi Esquivel, que esta vez afronta el tema de la situación religiosa en Europa. La vuelta a la enseñanza neutra nos retrotrae al primer tercio del siglo XX.

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HECHOS

Me impresionaron algunos rasgos con que, en el pasado Sínodo de Obispos, el cardenal Péter Erdó, de Hungría, describió la situación religiosa de Europa. Mencionó la gran pérdida de la memoria y herencia cristianas. Dijo que en la mayor parte del continente se difunde la ignorancia acerca de la fe y que la actividad catequística presenta sus límites. Lamentó que muchos medios de comunicación divulguen una presentación del cristianismo, de la historia y de la realidad actual de la Iglesia con calumnias y malinterpretaciones sesgadas. Informó que en las escuelas públicas de casi todos los países europeos es posible la enseñanza de la religión, pero de una religión llamada neutral, que lleva más bien a educar en el sincretismo y el indiferentismo.

Habló de signos preocupantes de hostilidad sistemática, que han sido calificados como cristianofobia, y de muchos casos de discriminación y violencia contra los cristianos en esos países. Aunque Europa presume de avances en la protección de los derechos humanos, el cardenal advierte con preocupación el surgimiento de los que ahora se llaman derechos humanos de tercera y cuarta generación, como el derecho a abortar, a la eutanasia, a no poder decir nada sobre la homosexualidad, porque se le considera un ataque a la diversidad sexual, etc. Esos llamados derechos para nada toman en cuenta la visión humana y cristiana del mundo, ni la moralidad objetiva del derecho natural, que está más allá de lo que exijan y voten las mayorías. La cultura audiovisual ha impuesto cambios antropológicos, que dificultan tener conceptos claros y un razonamiento lógico. Con esto, el estado de derecho ha perdido sus cimientos. La crisis financiera ha obligado a los políticos a tomar medidas drásticas contrarias a la voluntad de sus electores. Los gobernantes se ilusionan pensando que pueden decidir con la fuerza de los medios de comunicación y con acciones económicas, haciendo a un lado el derecho y la moralidad. Por ello, se tiene la impresión de que la democracia tradicional está perdiendo su significado. Mencionó el descenso demográfico, el envejecimiento de la población y el debilitamiento de la identidad cultural y religiosa. Habló de la tentación postmoderna de conformarse con sentimientos y percepciones particulares.

En fin, ¡qué panorama tan desolador! Una Europa que presume de sus avances científicos, tecnológicos, sociales, económicos, pero que ahora está hundiéndose no sólo en una crisis moral, que se aceleró con su desarrollo material sin sustento ético, sino que también está padeciendo el peligro de perder su altísimo nivel de vida, porque ya no lo puede sostener ni hacer crecer. Sin embargo, no todo está perdido; hay muchas personas, jóvenes, familias e instituciones que están buscando alternativas que dan esperanza.

CRITERIOS

En una de sus catequesis semanales, dijo el Papa Benedicto XVI: “Frecuentemente el cristiano ni siquiera conoce el núcleo central de la propia fe católica, del Credo, de forma que deja espacio a un cierto sincretismo y relativismo religioso, sin claridad sobre las verdades que creer y sobre la singularidad salvífica del cristianismo. Actualmente no es tan remoto el peligro de construirse, por así decirlo, una religión auto-fabricada. En cambio, debemos volver a Dios, al Dios de Jesucristo; debemos redescubrir el mensaje del Evangelio, hacerlo entrar de forma más profunda en nuestras conciencias y en la vida cotidiana” (17-X-2012). ¡Para eso es el Año de la Fe!

PROPUESTAS

Si no queremos caer en la deplorable situación de Europa, tanto en sus conflictos económicos, como sobre todo en su crisis de fe y de moralidad, no repitamos sus errores. Europa está destruyendo la familia; salvemos nuestras familias como el más rico tesoro. Europa está perdiendo su raíz cristiana; nosotros afiancémosla, no por sentimentalismo histórico, sino por convicciones profundas de fe. Europa centró su éxito en lo material; nosotros practiquemos la solidaridad, la austeridad y el sacrificio, la honestidad pública y privada, el sentido religioso de la vida.