La inmigración es un fenómeno que sufre cambios, por ejemplo en Italia está disminuyendo el flujo de ingresos debido a la crisis económica que vuelve el país menos atrayente. De otro lado aumenta el número de sacerdotes extranjeros, en particular extracomunitarios, mientas que la percepción de los italianos sobre los inmigrantes es siempre más positiva.
Son estos algunos de los aspectos indicados esta mañana en una conferencia de prensa en la Radio Vaticano realizada por la Fundación Migrantes con motivo de la Jornada Mundial del Inmigrante y del Refugiado, que se celebra el próximo domingo 13 de enero.
Los datos estadísticos disponibles indican que en Italia los inmigrantes son casi cinco millones de los cuales casi medio millón de origen latinoamericano, en particular de Perú y Ecuador.
Los menores de padres extranjeros nacidos en Italia son unos 650.000. Los hijos de los inmigrantes toman la nacionalidad de sus padres y solamente a los 18 años pueden adquirir la ciudadanía italiana. Los inmigrantes pueden solicitar la ciudadanía después de diez años de residencia si demuestran un rédito suficiente y no tener antecedentes penales.
En la conferencia de prensa, monseñor Domenico Pompili, portavoz de la Conferencia Episcopal Italiana, recordó que la Iglesia defiende como principio básico la emigración así como el derecho a vivir en la propia patria.
El presidente de Migrantes, monseñor Paolo Schiavon citó diversos pasajes bíblicos que recuerdan la naturaleza migrante del hombre, “renovando la conciencia de que ningún lugar puede ser meta definitiva del hombre”.
Sobre el Mensaje de Benedicto XVI, con motivo de la 99° Jornada Mundial del Inmigrante y del Refugiado, el presidente de Migrantes subrayó el constante empeño de la Iglesia en este sector “en colaboración con todas las personas de buena voluntad”, junto a las “buenas potencialidades” y a los “recursos” que la inmigración trae.
Monseñor Schiavon consideró además que los inmigrantes son además un recurso económico para sus países de origen gracias a las remesas de dinero que envían. Además de ser óptimos embajadores en sus comunidades transmitiendo valores de libertad y democracia. Sus desplazamientos, añadió, “son también un posible vehículo de diálogo y de anuncio del mensaje cristiano”.
El director general de Migrantes, Giancarlo Perego, recordó que el Concilio Vaticano II enseñó, en particular con la Gaudium et Spes, el derecho del inmigrante a no ser discriminado y a gozar de la justa tutela en el trabajo.
Consideró importante reducir de 10 a 5 los años de residencia de los extranjeros para que puedan pedir la ciudadanía italiana y solicitó la extensión actual del derecho de sangre que da por ejemplo la ciudadanía a los hijos de italianos nacidos en el exterior (Jus Sanguinis) al Jus Soli, o sea conceder la ciudadanía a quienes nacen en Italia.
De lo contrario, añadió, “se excluye y diferencia socialmente a los casi 650.000 menores nacidos en Italia de padres extranjeros”.
Pidió también que Italia adecue la ley de ciudadanía a los modelos europeos y, siguiendo la Convención de Nueva York sobre los Derechos de los Niños (1989), firmada por Italia en 1991.
El ministro italiano de Salud, Renato Balduzzi, concluyó agradeciendo, en nombre del Gobierno de Italia, la atención que la Iglesia tiene hacia la inmigración y recordó un reciente acuerdo que pone a disposición de los inmigrantes el Servicio Sanitario Nacional.