En este año, las conmemoraciones eclesiales en Brasil incluyen una serie de eventos ligados al proceso de beatificación de la niña Odette Vidal de Oliveira (1930-1939), Odetinha, como cariñosamente la llama el pueblo brasileño, que puede ser la primera santa nacida en Río de Janeiro.

Este domingo, en la procesión de san Sebastián en la metrópoli brasileña, junto a la imagen del patrono desfiló la reliquia de la niña Odette en una urna de madera. Además del cierre de la procesión, en la catedral se procedió al reconocimiento canónico del cuerpo de Odetinha.

A partir de las 19,30 horas la religia de la sierva de Dios fue llevado por un coche del Cuerpo de Bomberos con el arzobispo, sacerdotes y fieles en procesión hasta la basílica de la Inmaculada Concepción, en Botafogo (zona sur), donde permanecerá hasta su beatificación. El túmulo fue lacrado oficialmente por el arzobispo.

El pasado día 18 de enero, fue instalado el tribunal archidiocesano responsable del proceso de beatificación de la niña, que murió de meningitis a los nueve años, en 1939. La próxima etapa consiste en obtener pruebas documentales para atestiguar el primer milagro de la candidata a los altares.

Ese día, el arzobispo de Río de Janeiro Orani João Tempesta celebró una misa en la iglesia Nuestra Señora de Gloria, ante unos dos mil fieles, según informan medios locales, para celebrar el inicio del proceso canónico.

Los restos de Odetinha habían sido exhumados días antes y fueron expuestos al público en la basílica de la Inmaculada Concepción.

Nacida en Río en 1930 e hija de una familia portuguesa que emigró a Brasil, la niña era compasiva con los pobres y muy religiosa, según un comunicado de la Archidiócesis de Río de Janeiro, que le atribuye numerosos milagros.

La niña falleció por una meningitis el 25 de noviembre de 1939 y fue enterrada en el cementerio de San Juan Bautista, donde su tumba era una de las más visitadas por los fieles, que solían depositar flores y placas en agradecimiento por su intercesión.

A partir de ahora un obispo se encargará de investigar minuciosamente su vida para verificar sus virtudes. El segundo paso es la comprobación de que ocurrió al menos un milagro mediante su intercesión, tras lo cual sería declarada beata y proseguiría el proceso de canonización, que culmina con su inscripción en el libro de los santos de la Iglesia.