Facebook y YouTube aún estaban en desarrollo cuando Benedicto XVI fue elegido Papa, en 2005. Twitter aún no existía. Tampoco existían Google+, LinkedIn, Tumblr, Instagram o Pinterest. Hoy por hoy no es difícil conocer de primera mano los rostros de los cardenales en fotografías subidas en Facebook o acceder en tiempo real a las noticias más recientes a través de cuentas de periodistas que cubren el Cónclave desde Roma (véase por ejemplo este enlace). Se trata, por así decir, de la primera ocasión en que la elección de un Papa se puede experimentar on line y de esa forma involucrar a los interesados en conocer esas informaciones.
A mitad de semana de las congregaciones generales de los cardenales, del así llamado pre-Cónclave, una periodista de lengua alemana preguntó al portavoz de la Santa Sede si habría alguna manera para evitar que los cardenales comunicaran el nombre del nuevo Papa elegido antes del anuncio oficial del Habemus Papam (según ella la prensa alemana se enteró 10 minutos antes de la elección de Joseph Ratzinger en 2005 gracias a un sms de teléfono de algún cardenal…). La pregunta hace pensar en que ahora es más fácil que nunca adelantarse al humo blanco de la chimenea de la capilla católica más famosa del mundo, la Capilla Sixtina.
Más allá de indiscreciones que ojalá se eviten, estamos ante un nuevo trending topic o contenido viral: el nombre del nuevo Papa. El hashtag #Cónclave ha sido nuevamente tema mundial en Twitter el martes 12 de marzo y, por primera vez en la historia, los momentos previos al inicio del Cónclave fueron transmitidos en vivo por medio de YouTube.
En el fondo hay algo más: las redes sociales están posibilitando un modo nuevo de vivir y experimentar a la Iglesia. Un reto, sí, pero también una gran posibilidad para presentarla como es: en tiempo real y sin maquillaje, con las limitaciones propias de una organización compuesta por seres humanos y también con su natural y bimilenaria belleza que viene de la fe. Dice ya mucho el modo como la Santa Sede está respondiendo a esta demanda de transparencia con los grandes espacios dedicados a los más de 5.000 periodistas acreditados por estos días en Roma. Pero dice más todavía la apertura a los millones de usuarios de redes sociales que están entrando en contacto con la Iglesia gracias a retuits o post compartidos en las diferentes redes sociales.