El domingo 17 de marzo, memoria litúrgica de san Patricio que este año no se celebró por coincidir con el quinto domingo de Cuaresma, tuvo lugar un panel de discusión titulado “Iglesia y sociedad, compromiso y testimonio”, organizado conjuntamente por la parroquia St. Patrick en Miami Beach, Estados Unidos, y el Consulado General de la República Argentina que contó con la participación del arzobispo de Miami Thomas Wenski, el cónsul general adjunto, consejero Nelson Marín y el padre Rodolfo Capalozza SAC.
Durante el evento se recordó el hecho ocurrido en la parroquia San Patricio de Belgrano R, Argentina, el 4 de julio de 1976, en el que fueron asesinados tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos.
El padre Capalozza –sobreviviente de la masacre- narró su experiencia y destacó que la fe en Jesucristo lleva implícito el compromiso con la defensa de la vida y la dignidad de cada ser humano.
El arzobispo Wenski se refirió a la proximidad de la Semana Santa y la necesidad de que el testimonio de estos sacerdotes y seminaristas renueve el compromiso cristiano de cada uno.
El consejero Martín, por su parte, destacó la necesidad de aprender las lecciones que el trágico hecho ofrece.
La elección del nuevo papa Francisco despertó el interés de los asistentes a este evento, que había sido planeado con varios meses de anticipación por iniciativa del arzobispo de Miami, al enterarse de la historia de los palotinos, por eso entre otros conceptos se comentó la homilía pronunciada el 4 de julio del 2001 en la parroquia San Patricio al cumplirse los 25 años del hecho por el entonces arzobispo de Buenos Aires, hoy papa Francisco.
El cardenal Bergoglio en aquella ocasión presidió la misa en la iglesia de San Patricio (Belgrano R), secundado por el nuncio, monseñor Santos Abril y Castelló, hoy arcipreste de la basílica papal de Santa María la Mayor de Roma, la primera iglesia que visitó el papa Francisco para honrar a Nuestra Señora. En la misa participaron una docena de obispos y 60 sacerdotes.
Fue la primera misa en ese templo por la masacre presidida por un cardenal primado y un nuncio desde las exequias, que oficiaron los entonces cardenal Juan Carlos Aramburu y nuncio Pío Laghi.
En aquella ocasión, una multitud colmó el templo. Muchos fieles tuvieron que seguir la celebración desde la calle, por pantalla gigante. En su homilía, el cardenal Bergoglio destacó la fidelidad a las enseñanzas del Evangelio de los religiosos asesinados y, en ese sentido, señaló que «ser testigos de Cristo es comenzar un camino que no sabemos dónde terminará». Y, parafraseando a Jesús, afirmó que «debemos pedirle perdón a Dios porque (los que mataron a los religiosos) no sabían lo que hacían».
Con todo, lamentó que luego del hecho «vinieron los etiquetamientos» de las víctimas para desacreditar su papel religioso. «Yo soy testigo, porque lo acompañé en la dirección espiritual y en la confesión hasta su muerte, de Alfie (Kelly), quien sólo pensaba en Dios», subrayó. Y completó: «Lo nombro a él porque soy testigo de su corazón y, en él, a todos los demás».
Los cinco religiosos fueron asesinados entre la una y las tres de la mañana en la casa parroquial. Los cuerpos fueron encontrados en medio de un charco de sangre, sobre una alfombra roja. Las manos del padre Dufau estaban atadas a la espalda. Sobre el cuerpo de Barbeito había sido colocado un póster de Mafalda, que aludía a los métodos represivos. Nunca se determinó quiénes fueron los asesinos.
La bárbara agresión ha recibido la atención de documentalistas y escritores que han investigado sobre los hechos. Los asesinados, cuatro de nacionalidad argentina y un español, pertenecían a la congregación Sociedad del Apostolado Católico (popularmente conocidos como palotinos), fueron: Alfredo Leadern, sacerdote, nacido el 23 de mayo de 1919 en Buenos Aires; Alfredo José Kelly, sacerdote, nacido el 5 de mayo de 1933 en Suipacha; Pedro Eduardo Dufau, sacerdote, nacido el 13 de octubre de 1908 en Mercedes; Salvador Barbeito Doval, seminarista, nacido el 1 de septiembre de 1951 en Pontevedra; Emilio José Barletti, seminarista, nacido el 22 de noviembre de 1952 en San Antonio de Areco.
En 2006 el cardenal Jorge Mario Bergoglio inició los trámites para la canonización de los cinco religiosos como mártires de la fe.
Los hechos
Aproximadamente a la 1:00 a.m. del 4 de julio de 1976, tres jóvenes, Luis Pinasco, Guillermo Silva y Julio Víctor Martínez, vieron cómo dos automóviles estacionaban frente a la iglesia de San Patricio. Como Martínez era hijo de un militar y pensó que podría tratarse de un atentado contra su padre, fue a la Comisaría Nº 37 para hacer la denuncia. Minutos después un automóvil policial llegó al lugar y el oficial Miguel Ángel Romano habló con las personas que estaban en los autos sospechosos. A las 2 de la mañana, Silva y Pinasco vieron cómo un grupo de personas con armas largas salían de los autos sospechosos y entraban en la iglesia.
A la mañana siguiente, a la hora de la primera misa, un grupo de fieles esperaba frente a la puerta de la iglesia, que se encontraba cerrada. Extrañado por la situación, el joven Fernando Savino, organista de la parroquia, decidió entrar por una ventana y encontró en el primer piso los cuerpos acribillados de los cinco religiosos, boca abajo y alineados, en un enorme charco de sangre sobre una alfombra roja.
Así dio la noticia el diario La Nación: «elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios».
El programa del encuentro en la iglesia homónima de Miami, “La masacre de San Patricio” consistió en la proyección de un documental, seguido de un panel de preguntas y respuestas con los panelistas arriba mencionados.