El sacerdote jesuita Luis Ugalde, director del Centro de Reflexión y Planificación Educativa, de Caracas, Venezuela, conoció al papa Francisco hace treinta años, en 1983, informa hoy el diario El Nacional de Caracas. El jesuita, que dirige uno de los más prestigiosos centros de investigación social del país caribeño, ha contado una serie de hechos en los que el actual papa Francisco salvó la vida de varios perseguidos políticos.
Profundizaron la amistad y el intercambio epistolar a finales de la década de los ochenta. Pero fue entre 2002 y 2003, en plena crisis política venezolana, cuando Jorge Bergoglio –por solicitud del padre Ugalde- tendió la mano a varios venezolanos que necesitaron salir del país, entre ellos, Asdrúbal Aguiar, destacado intelectual venezolano que tuvo un paso breve por la política en el partido social cristiano COPEI y que actualmente es profesor de Derecho Internacional Público, entre otras asignaturas, en la Universidad Católica Andrés Bello en Venezuela, regida por los jesuitas.
Entonces, Bergoglio mostró una de las cualidades que, de acuerdo con el padre Ugalde, le será de gran ayuda en la tarea de liderar la Iglesia en tiempos de turbulencia: el trato humano, sencillo, cálido y la capacidad para ponerse en los zapatos del otro.
Corazón cercano y mano firme resumen, afirma Ugalde, el perfil del papa Francisco; ambas herramientas, indispensables para conducir y afrontar los señalamientos y retos a que hoy está sometida la religión católica.
Ugalde recordó que su primer encuentro con el papa Francisco ocurrió con ocasión de la Congregación General de los jesuitas.
«Nos conocimos cuando él terminó de ser provincial de los jesuitas en Argentina, que lo fue en la década de los setenta, y yo comenzaba a ser provincial de los jesuitas en Venezuela, en 1983. Asistimos juntos a la Congregación General, en la que elegimos al padre general Peter-Hans Kolvenbach. Nuestro encuentro no fue tan personal porque había otros doscientos delegados».
Relata que poco después, a finales de los ochenta, tuvo la oportunidad de conocer mejor al papa Francisco. «En Venezuela había sido nuncio apostólico Ubaldo Calabresi, con quien tuve una relación muy especial porque nos ayudó mucho en una época de tensión, cuando yo era director del Centro Gumilla. Luego, a finales de los ochenta, Calabresi fue designado nuncio en Argentina, y yo viajé a dictar unas conferencias. Me invitó a comer junto a Jorge Bergoglio. El momento fue especial, pues almorzamos los tres y conversamos largo rato».
Recuerda que entre 2002 y 2003 le escribió en varias oportunidades con el fin de solicitarle ayuda para venezolanos que se encontraban en una situación política difícil. «Me interesaba mucho, entre otros, que recibiera a Asdrúbal Aguiar, y él lo hizo de manera muy personal, que es una de las dimensiones del nuevo pontífice: esa atención especial, de afecto, con el que asume el trato con otras personas».
Refiere que otra cualidad que destaca del Papa son sus convicciones y su firmeza interior: «El mundo espera que nombre el Evangelio con firmeza, pero que al mismo tiempo no atropelle a los piensan diferente. Eso lo pudimos ver el otro día, en su reunión con los periodistas, cuando en lugar de hacer la bendición cristiana ofreció una bendición interior, de respeto a los que eran no creyentes».
Sobre las críticas hacia el papa en Argentina por la situación de los jesuitas perseguidos durante la dictadura, el padre Ugalde recordó que el premio nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel dijo claramente que el padre Bergoglio no fue cómplice de los militares. El jesuita español José Luis Caravias, expulsado de Paraguay por Stroessner ha dicho que aún vive gracias a Bergoglio.
«En general, con contadas excepciones, la jerarquía católica argentina no estuvo a la altura durante la dictadura. Bergoglio siempre ha señalado que hizo lo que pudo, pero con una dictadura tan dura como la argentina, nunca se sabe si haces todo lo que puedes. Dijo que le hubiera gustado hacer más. Por lo que he leído, los jesuitas fueron brutalmente tratados por el gobierno y algunos se valen de eso para atacarlo, porque él era el superior de los jesuitas. Hay que considerar que los gobiernos no hacen lo que uno les pide y yo podría contar casos muy concretos en Venezuela, sin tener el grado de represión y dictadura de allá, en los que me tocó hablar con un ministro del Interior y salir con la convicción de que no me hicieron ningún caso».
En relación al nombre elegido por el pontífice, el padre Ugalde señala que es el mejor signo: «En primer lugar, Francisco de Asís, es un santo muy elocuente. San Francisco llega al corazón de la gente más sencilla. Me parece que es una elección extraordinaria porque es un símbolo en el que sólo el nombre vale más que todas las predicaciones. Es un santo muy amable, pero de convicciones evangélicas muy radicales».
Añade que el papa Francisco tiene la tarea de cambiar muchas cosas en la Iglesia: «Algunas se han acumulado a lo largo de mil años, de una corte palaciega en el estilo externo, que no siempre deja ver y traducir el Evangelio, para el cual el símbolo de san Francisco es muy importante».
San Francisco resume, dice Ugalde, carácter y firmeza, pero a la vez sencillez y austeridad. «Vamos a tener un papa que no va a ser cortesano ni palaciego, que va a tratar de acercarse a los hombres y mujeres de la calle», concluye.