Pocos minutos antes de las 9:30 de la mañana, el santo padre ha entrado en la basílica de San Pedro para presidir la Misa Crismal. La misa es concelebrada por el santo padre con los cardenales, los obispos y unos 1600 presbíteros entre diocesanos y religiosos, presentes en Roma.
Durante esta celebración los sacerdotes renuevan las promesas hechas en el momento de la sagrada ordenación y se bendicen el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el Crisma, contenidos en seis ánforas.
El papa Francisco ha explicado como las lecturas de hablan de «ungidos», Isaías, David y Jesús. La unción que los tres reciben es para ungir al pueblo fiel de Dios al que sirven; su unción es para los pobres, para los cautivos, para los oprimidos»
Ha continuado explicando algunos símbolos que acompañan al sacerdote, sobre la vestimenta ha afirmado que «significa que el sacerdote celebra cargando sobre sus hombros al pueblo que se le ha confiado y llevando sus nombres grabados en el corazón» y ha añadido que «al revestirnos con nuestra humilde casulla, puede hacernos bien sentir sobre los hombros y en el corazón el peso y el rostro de nuestro pueblo fiel, de nuestros santos y de nuestros mártires».
De la belleza de la liturgia, ha dicho que «no es puro adorno» sino » presencia de la gloria de nuestro Dios resplandeciente en su pueblo vivo y consolado». «La unción, queridos hermanos, no es para perfumarnos a nosotros mismos, ni mucho menos para que la guardemos en un frasco, ya que se pondría rancio el aceite y amargo el corazón», ha añadido.
El santo padre ha recordado que «nuestra gente agradece el evangelio predicado con unción, agradece cuando el evangelio que predicamos llega a su vida cotidiana» y que los sacerdotes «somos mediadores entre Dios y los hombres» por lo que les ha invitado a ser «pastores con olor a oveja» y a «salir a experimentar nuestra unción, su poder y su eficacia redentora: en las «periferias» donde hay sufrimiento, hay sangre derramada, ceguera que desea ver, donde hay cautivos de tantos malos patrones»
Sobre la crisis de identidad sacerdotal, Francisco ha animado «meternos mar adentro en nombre del Señor y echar las redes». El papa ha apelado también a los fieles y les ha dicho «acompañad a vuestros sacerdotes con el afecto y la oración, para que sean siempre Pastores según el corazón de Dios».
Para finalizar la homilía, ha pedido que «Dios Padre renueve en nosotros el Espíritu de Santidad con que hemos sido ungidos, que lo renueve en nuestro corazón de tal manera que la unción llegue a todos, también a las «periferias», allí donde nuestro pueblo fiel más lo espera y valora. Que nuestra gente nos sienta discípulos del Señor».
Por otra parte, el óleo para la celebración de la Misa Crismal ha sido una donación de la cooperativa «Arte y Alimentación SL» de Castelseras, Aragón, en España. Las sustancias perfumadas para confeccionar el Crisma han sido puestas en el óleo por el diácono antes de la oración de la bendición.
Después de la celebración los óleos se llevan a la Catedral de Roma, San Juan de Letrán, desde donde se distribuirán a los sacerdotes de la diócesis romana para la administración de los sacramentos durante el año.
En la columna de la Confesión se ha colocado una estatua de madera de la Virgen con el Niño. Esta estatua, conservada en los Museos Vaticanos, es una donación a Pablo VI del entonces presidente del Brasil Joao Goulart en ocasión de su elección en 1963. La obra, de la escuela brasileña es del siglo XVIII y representa a Nuestra Señora de Montserrat.