Queridos hermanos y hermanas.
Les agradezco por vuestra numerosa participación a este momento de intensa oración, agradezco también a quienes se unieron a nosotros a través de los medios de comunicación, en particular las personas enfermas y ancianas.
No quiero agregar muchas palabras, porque en esta noche tiene que quedar una sola palabra, que es la misma Cruz, la Cruz de Jesús es la palabra con la que Dios respondió al mal en el mundo.
A veces nos parece que Dios no le responde al mal y que se queda en silencio. En realidad Dios ha hablado y ha respondido y su respuesta es la Cruz de Cristo. Una a palabra que es amor, misericordia, perdón.
Y también Juicio. Dios nos juzga amándonos, Dios nos juzga amándonos, si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo estoy condenado, no por Él, sino por mi mismo, porque Dios no condena sino que ama y salva.
La palabra de la Cruz es la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y entorno de nosotros. Los cristianos tienen que responder al mal con el bien tomando sobre sí la Cruz como Jesús.
Esta noche hemos escuchado el testimonio de nuestros hermanos del Líbano, fueron ellos quienes compusieron estas bellas meditaciones, les agradecemos por este servicio y sobre todo por este testimonio que nos dieron, hemos visto cuando el papa Benedicto fue al Líbano, hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de esa tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y de tantos otros.
Fue un signo para Medio Oriente y para el mundo entero. Un signo de esperanza. Entonces continuemos esta Vía Crucis en la vida de todos los días, caminemos juntos en la vía de la Cruz, caminemos llevando en el corazón esta palabra de amor y de perdón, caminemos esperando la resurrección de Jesús que nos ama tanto, que es todo amor.