La Pasión del Señor fue presidida por el santo padre Francisco

Emocionante celebración en la basílica de San Pedro, con el canto de la Pasión y la adoración de la Cruz

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En una basílica de San Pedro iluminada no al máximo, con pocas flores y en la que el color rojo en particular resaltaba, papa Francisco presidió este viernes santo de la Pasión del Señor, la liturgia de la Palabra, la adoración de la cruz y el rito de la comunión.

Miles de personas participaron a la misma, como el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, además de los millones que la siguieron por televisión.

Uno de los momentos más impresionantes de la celebración fue al inicio, cuando el papa Francisco, vistiendo casulla roja, símbolo de la sangre de Cristo y del martirio, se postró en el piso en oración silenciosa por algunos momentos delante del altar, como indica la ceremonia.

Es el único día del año sin misa, el de la celebración de la Pasión del Señor, el segundo día deltriduo que inició el jueves por la tarde, y concluye la noche del sábado o domingo, y en donde se celebran los tres grandes misterios de la redención: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.

En la celebración se cantó el Evangelio sobre la pasión del Señor, según San Juan. Lo hicieron tres diáconos, con las partes del narrador, de la sinagoga y Jesús. Y el coro de la Capilla Pontificia Sixtina, que hace las veces del del pueblo, de los jefes de sacerdotes y de las guardias.

A continuación el predicador de la Casa Pontificia, el padre. Raniero Cantalamessa, O.F.M., realizó la homilía, la cual fue seguida con mucha atención por el santo padre.

“La evangelización cristiana no es conquista, no es propaganda” sino “el don de Dios al mundo a través de su Hijo Jesús”. Añadió que durante los siglos los edificios antiguos para adaptarse a las exigencias del momento se llenaron de salas, salitas, escaleras y tabiques”.

Llega el momento -aseveró- cuando se ve que estas adaptaciones no responden más a las exigencias actuales, peor aún son un obstáculo, de tener el coraje de abatirlas y llevar el edificio a la simplicidad originaria”.

Y concluyó: “Esta fue la misión que recibió un día un hombre que rezaba delante del crucifico de San Damián: ‘Ve Francisco y repara mi Iglesia’”. “Una obra sobrehumana posible solamente con la ayuda del Señor”. 

La Liturgia de la Pasión siguió con la oración universal y la adoración de la Cruz que entró en un cortejo solemne.

El papa entonces bajó de su sede para adorar la Cruz que le fue presentada por el diácono. El santo padre estaba aquí sin la casulla y quedándose solamente con el la vestidura blanca. Y todos los obispos y cardenales, poco a poco, fueron acercándose a la cruz para besarla.

En la solemne ceremonia se distribuyó la comunión. Los cardenales, patriarcas, arzobispos y obispos, no llevaban el anillo, y sobre la vestidura propia vistieron el roquete y la birreta. La ceremonia concluyó con el canto del Stabat Mater.  

(Ver la predicación completa de padre Cantalamessa) 

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ZENIT Staff

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