“Me parece que sobre las mentiras o injusticias ni siquiera vale la pena polemizar, sino extender una mano de perdón y decir: No te preocupes, yo ya he perdonado, la honra que quisiste dañar está más clara e iluminada porque el tiempo ha ido descubriendo la verdad”, expresó el Cardenal Juan Luis Cipriani en el programa Diálogo de Fe del sábado 24 de agosto.
De esta manera se refirió a las críticas y falsedades que se dijeron en su contra y en contra de la función de la Iglesia Católica en los años en los que el terrorismo golpeó al pueblo de Ayacucho. Comentó también sobre la labor de tantos religiosos y laicos que ayudaron a los más desfavorecidos, entre ellos la Madre Covadonga.
“Ella con su sencillez dominica, una mujer sin doblez y sin engaños, muy generosa y que valoraba mucho la dignidad de la persona humana. Fuimos muy amigos, al igual que los ronderos y con tantos otros personajes de esa época, con los que logramos iluminar con la paz y con la alegría a un pueblo”, mencionó.
“Fueron años muy duros en los que se maltrató mucho a ese querido pueblo de Ayacucho, en que la Iglesia con sus sacerdotes y religiosos tuvieron que pasar momentos muy difíciles y de enorme riesgo para sus vidas. Todo eso lo llevamos en el corazón con mucho silencio y mucha paz. Por eso, el Señor sabrá perdonar y bendecir a tanta gente que con sencillez sirvió en momentos difíciles a la fe católica en ese pueblo querido de Ayacucho”, prosiguió.
En otro momento, saludó la iniciativa del Gobierno para iniciar un diálogo con diversos representantes políticos de nuestro país y los exhortó a dialogar con la verdad.
“Del líder uno espera que tenga un compromiso serio con la verdad. A veces piden tolerancia y diálogo, yo pediría verdad”, afirmó.
“Es una característica que ayuda a esos líderes para que tengan libertad porque no tiene precio su palabra que es la verdad. Ojala iluminen no solo en el Perú sino en el mundo donde se ve tanta mentira”, continuó.
Los invocó también a buscar ese bien común que los peruanos están reclamando, acordándose de las grandes mayorías que muchas veces no son escuchadas ni consideradas.
“No estén buscando votos, opiniones o coyunturas. Que la verdad ilumine y no una tolerancia que a veces parece lo contrario. Un amor a la gente más humilde y más pobre; un deseo de desarrollo que promueva una mayor justicia. Esto es lo que la Iglesia hoy nos pide y lo que la fe de nuestro pueblo espera con tanta esperanza”, culminó.
Por su parte, el Padre Luis Gaspar, Vicario Episcopal de Familia y Vida, narró su propio testimonio de lo vivido en la época del terrorismo en Ayacucho.
“Yo he vivido en carne propia el dolor y el sufrimiento de mis hermanos, así como la indiferencia de una parte del país en aquellos momentos en donde a los ayacuchanos nos veían como si todos estuviéramos metidos en Sendero Luminoso”, acotó.