Ofrecemos a nuestros lectores el último artículo de la serie sobre la Iglesia en América Latina y El Caribe, que hemos venido sacando a la luz en los últimos meses. En esta entrega conclusiva, podrá conocer al final los enlaces de los artículos ya publicados.
Conscientes del interés que viene suscitando el subcontinente del papa Francisco, ZENIT resumió y puso a disposición de sus lectores el valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos.
En esta oportunidad, conoceremos un poco más a la Iglesia del Perú, un país andino ubicado en la zona centro oeste de Sudamérica con una extensión de 1.285.216,20 km2. Acoge a una población cercana a los 30.165.000 habitantes, de los cuales el 82% se profesan católicos.
Bases de la evangelización
Según se lee en el OPC, la diócesis de Cusco fue la primera diócesis erigida en Sudamérica, el 5 de septiembre de 1536, por el papa Paulo III, quien nombró al dominico Vicente Valverde Álvarez como su primer obispo. El 14 de mayo de 1541 se erige la diócesis de Lima, y el 16 de noviembre de 1547 se eleva al rango de arquidiócesis, con Jerónimo de Loayza, OP, como su obispo y arzobispo, respectivamente. Fueron sufragáneas las diócesis de Quito, Castilla del Oro-Panamá, León–Nicaragua, Popayán–Colombia, Santiago–Chile y Charcas–Bolivia.
Relación Iglesia-Estado
Hasta 1993 la religión católica era reconocida como oficial en la Constitución Política. Actualmente se mantiene vigente un Acuerdo firmado entre la Santa Sede y el Gobierno peruano de 1980, donde la religión católica es reconocida como un gran aporte para la Nación peruana.
El OPC explica que diversos sectores de la sociedad y de la política presionaron por la prevalencia de un Estado laico en el país. Es así que en el año 2010 se expidió la Ley de libertad religiosa que declara al Perú como tal.
Las relaciones con el Gobierno son de colaboración y de mutuo respeto, a pesar de las tensiones que se presentan en la gestión de temas que para la Iglesia Católica son innegociables, como la vida, la familia, la muerte natural, entre otros.
Estos temas vienen siendo materia de un permanente debate en el Perú como en los demás países andinos. En el marco de estas relaciones, los obispos expresan sus opiniones sobre la realidad del país a través de comunicados y cartas pastorales.
Una comunidad que sirve
La Iglesia católica en el Perú está conformada por 45 jurisdicciones eclesiásticas: siete Arzobispados, veinte Obispados, diez prelaturas, ocho vicariatos apostólicos, un obispado castrense y una Prelatura personal.
El país tiene un cardenal-arzobispo, seis arzobispos, 19 obispos residentes, un obispo castrense, tres obispos auxiliares, siete obispos-vicarios apostólicos y diez obispos-prelados, quienes, junto a los obispos eméritos, conforman la Conferencia Episcopal Peruana.
A los obispos acompañan en el trabajo pastoral y evangelizador 1.488 presbíteros diocesanos, 1.110 presbíteros religiosos además de cientos de religiosos y religiosas. Estos últimos están afiliados a la Conferencia de Superioras y Superiores Mayores de Religiosos del Perú (CONFER), que fuera fundada el 11 de junio de 1969.
Colaboran en este trabajo miles de laicos y laicas en las distintas actividades pastorales, sea en los movimientos apostólicos como en las comunidades eclesiales.
En el Perú hay aproximadamente 1.360 parroquias, la mitad de las cuales se encuentran en el interior del país, muchas de ellas ubicadas en lugares en donde el acceso se da en condiciones difíciles, como por ejemplo, en mula, a pie o por lancha.
Este trabajo apostólico, explica el OPC, «encamina sus esfuerzos a que la acción pastoral sea una acción de conjunto en el que se rescaten los procesos de nueva evangelización y acción pastoral, principalmente a favor de los pobres y más necesitados».
Presencia en la sociedad
En el Informe se advierte que el catolicismo «es la religión que tradicionalmente identifica a la sociedad peruana y alrededor de ella se celebran numerosas festividades. La gran riqueza religiosa del Estado peruano, marca la presencia de expresiones de carácter sincrético con las religiones nativas, que están incorporadas en la cultura peruana».
También se lee que «la Iglesia católica goza de un alto nivel de credibilidad entre la población y los diferentes sectores; a pesar de los debates neurálgicos sobre temas trascendentales, los diferentes agentes creen en la Iglesia como un actor que
acompaña a las poblaciones más pobres del país en su lucha constante por la dignificación».
En el ámbito de la promoción humana, la Iglesia desarrolla su labor por medio de la pastoral de Acción Social y de las Cáritas diocesanas, que adelantan programas de formación, organización y asesoría a las comunidades. También a través de la amplia red que conforma la educación católica en todo el país.
Frutos de santidad
El Perú ha sido llamado «Tierra de santos» por papas e historiadores. Allí están escritas las páginas de siglos del catolicismo en el país, que presentan a santos de la talla de Rosa de Lima, Martín de Porres y Toribio de Mogrovejo por nombrar a los de mayor alcance universal. A ellos hay que sumar al franciscano misionero san Francisco Solano, los dominicos san Juan Macías y la beata Ana de los Ángeles Monteagudo, así como al beato camilo Luis Tezza.
Son muchos los venerables y siervos de Dios que gozan del cariño y devoción privada de los fieles, entre quienes hay que recordar al jesuita Francisco del Castillo, la laica Melchora Saravia y la fundadora de las canonesas de la Cruz, Teresa de la Cruz Candamo, entre otros, un listado glorioso que incluyen a obispos, misioneros, madres de familia y humildes sastres.
Amor a María
Si bien en el Perú hay incontables santuarios dedicados a María, destaca la devoción al Señor de los Milagros, cuya procesión en Lima convoca a millares de peruanos de todas las clases sociales en el mes de octubre, lo que se extiende a las principales ciudades del mundo donde esté latiendo un «corazón morado».
Los santuarios que reciben durante el año a miles de peregrinos nacionales y extranjeros son los dedicados a Nuestra Señora de Chapi en Arequipa, la Virgen de la Puerta en Otuzco-Trujillo, la Virgen de Cocharcas en Vinchos-Ayacucho o la Madre del Amor Hermoso en Cañete-Lima, solo por nombrar algunos.
Para conocer más de la Iglesia peruana aquí
Puede leer y conservar los demás artículos de la serie «La Iglesia en América Latina: Una mirada al continente del papa Francisco»: Antillas – Argentina – Bolivia – Brasil – Chile – Colombia – Costa Rica – Cuba – Ecuador – El Salvador – Guatemala – Haití – Honduras – México – Nicaragua – Panamá – Paraguay – Puerto Rico – República Dominicana – Uruguay – Venezuela