“Basta con i preti che vivono nel lusso, vi spiego la rivoluzione di Francesco”. (Basta con los curas que viven en el lujo, les explico la revolución de Francisto). Con este título el diario italiano La Repubblica publica hoy una entrevista de página entera al arzobispo Víctor Fernandez, director de la Pontificia Universidad Católica de Argentina, y teólogo muy cercano al santo padre.
El punto central, indica el teólogo, es que “Francisco piensa que una Iglesia que quiere salir de si misma y llegar a todos tiene necesidad de adaptar el modo de predicar”. Por ello, indica, “aplica un criterio que ha sido propuesto por el Concilio Vaticano II, muchas veces olvidado: la jerarquía de la verdad”. Porque el problema es que “muchas veces los preceptos de la doctrina moral de la Iglesia son propuestos afuera del contexto que le dan significado”, lo que hace que “no manifiesten por entero el corazón del mismo mensaje”.
Y el arzobispo precisa: “Por ejemplo si un párroco en un año habla diez veces de moral sexual y solamente dos o tres del amor fraterno o de la justicia, es evidente que hay una desproporción”. Y lo mismo, añade, “si habla mucho contra el matrimonio homosexual y poco de la belleza del matrimonio”. Porque si la invitación “no brilla con fuerza y atracción, la moral de la Iglesia corre el riesgo de caer como un castillo de naipes. Y aquí está el mayor peligro”.
Sobre la característica del papa Francisco, el director de la PUCA indica: “Está más allá de las discusiones teológicas sobre el Concilio», porque el santo padre está interesado a proseguir con el espíritu de renovación y reforma de la Iglesia que viene desde el mismo Concilio. “Por ello está fuera de cualquier obsesión ideológica” y tiene la intención de “llevar la Iglesia fuera de si misma para poder llegar a todos”.
Sobre las relaciones a veces difíciles entre Bergoglio y la presidenta Cristina de Kirchner, el arzobispo redimensiona, explicando que las homilías fueron muchas veces interpretadas en clave política, cuando en realidad ningún político puede afirmar «que tuvo a Bergoglio como aliado político, sea de izquierda que de derecha”. Y el arzopispo amplía el horizonde de la problemática: “Pienso que quien tenga alguna forma de poder, también eclesiástico, no puede dejar de sentir sobre sí mismo el ‘esperón’ de Bergoglio como una espina en su costado, porque él es y será siempre intérprete de quienes no tienen poder”.
Mons. Fernández recuerda: “En el 2000 Bergoglio había expresado un deseo: ‘que el poder no sea un privilegio inexpugnable’. Y esto vale para un presidente, un gobernador o un hombre de negocios, un cardenal y para los miembros de la curia romana”.
El rector entretanto considera que “una cierta afinidad con el peronismo existió”, en la medida que este «asumió con fuerza valores de la doctrina social de la Iglesia», aunque reconoció “que esto no significa que Bergoglio haya sostenido alguna vez algún poder político”.
El teólogo cercano al papa habla también de la predicación del papa sobre la pobreza: “No es un amor al sacrificio por sí mismo ni una obsesión por la austeridad” sino de un desvestirse interior “para poner a Dios y a los otros en el centro de la propia vida”. Y precisa que “al papa Francisco no le gustan los sacerdotes príncipes, que realizan vacaciones demasiado costosas, o cenan en los mejores restaurantes, con los objetos de oro ostentados en encima de los vestidos, o las visitas continuas a las personas potentes”.
Y sobre la reforma en la curia romana, consideró que lo más importante no es tanto la simplificación de la estructura, “sino de otras formas de participación (sínodos, conferencias episcopales, consulta a los laicos) que en los últimos años fueron más reales que formales”. Si bien esto requiere que algunos sectores de la curia dejen de ser excesivamente jurídicos, inquisidores y al mismo tiempo majestuosos, corriendo el riesgo de volverse autorreferenciales. Al punto, reconoce el rector de la universidad, que «algunas veces he oído a personalidades de la curia usar el ‘nosotros’ sin incluir a toda la Iglesia, y ni siquiera el papa, pero solamente a ellos mismos”.