Roma se prepara para vivir el fin de semana en la que las familias serán protagonistas dentro de las iniciativas del Año de la Fe. Previamente a estas jornadas, se ha realizado un Congreso organizado por el Pontificio Consejo para la Familia, con la Asamblea Plenaria y otros participantes. El Congreso se ha centrado en el 30ª aniversario de la Carta de los Derechos de la Familia
El obispo español de Alcalá de Henares, monseñor Juan Antonio Reig Pla, presidente de la Subcomisión Episcopal de Pastoral Familiar y Defensa de la Vida, ha hablado con ZENIT para profundizar sobre los contenidos de este congreso y del significado de esta Jornada de las Familias, en el marco del Año de la Fe.
¿Cuáles han sido los temas más importantes tratados en el Congreso?
–Principalmente han sido tres aspectos fundamentales. En primer lugar el volver a tomar en serio el carácter institucional del matrimonio. El matrimonio es una institución en vistas del bien común. Para ello se ha querido distinguir de un lado, lo que podíamos llamar unión agregativa, personas que se agregan para vivir unos intereses particulares; Y de otro, lo que es una comunidad de vida y amor, que ha sido prevista como una prolongación de la persona. Por tanto, el matrimonio visto cristianamente desde la creación varón mujer, es una institución para custodiar el amor entre los esposos y para promover la vida humana y educarla. En este congreso, se ha reflexionado sobre cómo en esta institución está el origen mismo de la sociedad. Esta comunidad de vida y amor, en la que dos personas libremente se han dado y se han recibido y a partir de ese momento se pertenecen. Y a esa pertenencia la llamamos vínculo. Un vínculo que permanece más allá de los avatares que puedan sucederse.
En segundo lugar también se ha hablado de las cualidades del matrimonio cristiano, unidad e indisolubilidad, por el bien de todos. Y particularmente porque el niño necesita un amor permanente y que le custodie. Otra palabra que se ha analizado es el amor conyugal. El amor no es solo un sentimiento, si no la voluntad firme que se manifiesta en el momento del consentimiento matrimonial. Un amor inteligente porque integra el impulso erótico, el sentimiento, y lo hace perdurar en la historia.
Y en tercer elemento estudiado ha sido: ¿quién lo puede vivir? Jesús explicó que lo que se vuelve imposible para el hombre es posible para Dios, y esto significa que el matrimonio se hace posible cuando el corazón es sanado por la gracia de Dios. Él mismo capacita a las personas para entregarse, perdonarse, reconciliarse, saber sacrificarse el uno por el otro… El matrimonio es un sacramento que regala la gracia de Jesucristo que hace posible este proyecto.
El congreso se celebra en el marco del 30 aniversario de la Carta de los Derechos de la Familia, ¿qué aspectos han podido profundizar?
–Este documento fue escrito por la Santa Sede hace 30 años y era una de las propuestas después de la exhortación Familiaris Consortio, después de sínodo de los obispos sobre la familia. Si bien iba dirigido a los Gobiernos de las distintas naciones, no ha tenido la debida relevancia. Durante el Congreso ha habido propuestas realmente interesantes. En vez de poner citas del Magisterio de la Iglesia, poner los mismo contenidos que tiene la Carta, pero tomar como referencia la Carta de los Derechos Humanos de 1948. Esta propuesta en concreto la ha hecho una profesora de EEUU. E inspirándose en todos y cada uno de los artículos va sacándolos como principios y poniendo citas, sin tocar el contenido de la Carta de los Derechos de la Familia.
Y sobre lo que puede aportar la familia en estos momentos en la sociedad ¿qué aspectos han podido observar?
–Al respecto la conferencia del doctor Karl Anderson fue verdaderamente genial. Dijo que no hay modo de responder a la crisis, tanto cultural como de civilización; debido a las ideologías de carácter totalitario o colectivista y por las de carácter individualista liberal que están haciendo reduccionismo del concepto de la persona. En estos planteamientos, o bien la persona está al servicio de otra realidad superior a ella o la persona se hace autónoma en sí misma sin ser vínculo con nadie. La gran respuesta a esta crisis, se ha planteado en esta conferencia, es la familia. Porque la familia puede salvar a la persona entendiéndola a su dimensión individual como colectiva. En este contexto social, la familia aparece como foco de luz, que puede llevar más allá del relativismo a la afirmación de la propia persona en su verdad, en su origen que es el amor y el destino al amor.
Esta mañana, el santo padre ha recibido en audiencia a los participantes de esta Asamblea Plenaria, en la que ha hablado de la familia como comunidad, el matrimonio y la infancia y la vejez. ¿qué destacaría del mensaje?
–El papa ha dicho una cosa muy original, y es que la familia es el motor de la historia. Porque quién revoluciona la capacidad de las personas es el amor, el amor compartido en el seno de la familia; porque uno sale con vocación de hermano y no de rival.
Junto a esta idea, ha dicho otra cosa estupenda. El matrimonio es como un sacramento de todo lo humano. El sacramento se entiende que es una realidad visible que esconde una realidad invisible. Por tanto en la unión de un hombre y una mujer en matrimonio, sería como la realidad visible, mientras que la realidad invisible es la gran vocación original de toda persona. Es decir, que el matrimonio no viene a añadirse como una realidad extrínseca, sino que es lo que está escrito en el corazón de cada uno: la vocación al amor. Y el matrimonio lo que hace es poner en evidencia visible lo que es la realidad invisible de la vocación al amor.
Dentro de un año se celebrará el Sínodo de los obispos sobre la familia, convocado por el Papa Francisco. ¿Las ideas de este congreso pueden ser unas pinceladas de lo que serán los temas a tratar en el Sínodo?
–El relator será el encargado de preparar el contenido después de recabar las opiniones. Lo que se quiere es profundizar en el verdadero concepto de persona, lo que hemos llamado antropología adecuada; para desde ahí sacar las consecuencias y poder afirmar el matrimonio como hemos estado describiendo. Por lo que ahora sabemos, habrá un primera parte donde se podrá analizar los aspectos antropológicos de matrimonio y después una mirada tras estos 30 años sobre la problemática actual que ha surgido en torno a la permanencia de la familia como gran plataforma para la nueva evangelización. Y la problemática que ha surgido también en torno a la separación y los divorcios.
Al respecto, cabe destacar un elemento que ha sido importante como luz. Lo que ha publicado el presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller esta semana en el Osservatore Romano. Ahí se ve oficiosamente lo que el papa está proponiendo. Müller ha ofrecido un análisis extraordinario y muy bien sintetizado de la doctrina de la Iglesia que arranca tanto de la Sagrada Escritura, como de los santos padres y la historia del Magisterio.