Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad 2018 © Jordi Picazo

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Torreciudad: "Cuando en lo alto de la montaña hay un amigo, es más fácil subir"

Jornada Mariana de la Familia

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En Zaragoza, hablo a las tres de la tarde del domingo, 2 de septiembre de 2018, sentado en un bar tomando unas tapas, con un hombre de acento andaluz. Va con familia, y se nota que es el abuelo. Le pregunto y comento a la dueña que atiende la barra si conoce Torreciudad. Gloria no conoce Torreciudad y la animo a visitarlo con toda la familia. Se queda con la copla, pues somos amigos.
Mientras entran y salen muchas familias, andaluzas la mayoría, asiente mi interlocutor cuando le digo que los que van más lejos han bajado antes de la montaña donde vive la Virgen de Torreciudad. Y el caso es que a pesar de los cientos de kilómetros que les esperan, en palabras del anterior Prelado del Opus Dei el beato Álvaro del Portillo, y repitiendo un proverbio kikuyu que le enseñaron unas hijas suyas negras como el carbón de Kenia, “Cuando en lo alto de la montaña hay un amigo, una amiga, es más fácil subir”. Y parece que miles de familias han subido a lo alto de la montaña, a ver a la Virgen milenaria de Torreciudad para presentarle sus familias, como cada año hace ya 28.
Jordi Picazo, en Zaragoza
Miles de familias viajan cientos de kilómetros para festejar
«Hoy, al celebrar esta Jornada Mariana de la Familia junto a la Virgen de Torreciudad, nos sabemos y somos poca cosa, muy necesitados de la ayuda de Dios para ser buenos hijos suyos y para sacar adelante nuestras familias según su querer, pero con nuestra Madre del Cielo nos sentimos capaces de esta oración de acción de gracias a Dios», dijo Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei, el sábado 1 de septiembre de 2018 en la 28ª edición de la Jornada Mariana de la Familia en Torreciudad, España.
Glosando a San Pablo (Rm 8,28) en la segunda lectura de ese día, recordó que san Josemaría resumía las muchas dificultades de una familia cristiana en tres palabras, Omnia in bonum, todo es para bien, «cuando no comprendíamos por qué permitía algo que nos hacía sufrir a nosotros o a los demás. Esta jaculatoria la podemos aplicar también en cada hogar; todo es para bien: un problema económico que obliga a cambiar de planes, los retos que supone educar a los hijos, las dificultades para armonizar un trabajo exigente con los cuidados de la casa… Todo es para bien, si todo lo ponemos en las manos de Dios: Él dará la fuerza para convertirlo en ocasiones de crecer como familia, en hacer que esos pequeños o grandes dramas al final también la unan más, porque se lleven entre todos con amor», comentó el Prelado del Opus Dei.
«¿Somos conscientes del gran bien que hacen las familias cuando se esfuerzan en ser una escuela de comunión, de perdón, de solidaridad?», preguntó el Prelado, para recordar las palabras recientes del Papa Francisco en Dublín para el Encuentro Mundial de las Familias.
Dificultades en la familia
Siguió citando a Francisco en Dublín: «Dios quiere que cada familia cristiana sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo. ¿Qué significa esto? —preguntaba el Santo Padre hace unos días en Irlanda. Significa que, después de haber encontrado el amor de Dios que salva, intentemos, con palabras o sin ellas, manifestarlo a través de pequeños gestos de bondad en la rutina cotidiana y en los momentos más sencillos de cada día» (Discurso del Papa Francisco en Dublín para el Encuentro Mundial de las Familias, 25 de agosto de 2018).
Para conseguirlo, «no es necesario esperar a que todo en la propia casa marche a la perfección», como recuerda el papa Francisco -comentó Fernando Ocáriz  y lo corroboró con palabras de san Josemaría «Cada hogar cristiano -afirma san Josemaría- debería ser un remanso de serenidad, en el que, por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida» (San Josemaría en “Es Cristo que pasa”, n. 22). Es así como estas familias cooperan muy directa y eficazmente a construir y fortalecer la civilización del amor, de la que hablaba san Juan Pablo II». Invito Ocáriz a rezar por la Iglesia, por el Papa y por todos los pastores y fieles. «Y que, en esta jornada, se alce al Cielo nuestra plegaria especialmente por todas las familias del mundo: que a ellas llegue la fuerza de la oración y del sacrificio que acompañe cada una de nuestras jornadas».
Fortaleza porque, dijo Ocáriz, “Son palabras esperanzadoras”, refiriéndose a las palabras del Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia «Doy gracias a Dios porque muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino» (AL, 57).
San José estresado
«En el Evangelio hemos visto cómo un ángel tranquilizó a san José, en un momento complicado para la historia de la familia de Nazaret (cfr. Mt 1,18-23).¡Qué asombroso es contemplar cómo María y José encontraron también dificultades para sacar adelante su familia! La historia de su hogar no es una historia idealizada: sí, la Sagrada Familia fue sin duda la más feliz que ha habido y habrá en la tierra, pero no por eso dejaron de tener que afrontar contrariedades y problemas», explicó el Prelado, que vino desde Roma para el ya tradicional encuentro.
Pidió Fernando Ocáriz, Prelado del Opus Dei, alegría, esperanza, unidad, fortaleza ante estas adversidades compañeras de camino, recomienzo ante los tropiezos, en la compañía de la Virgen: «Madre nuestra, Virgen de Torreciudad, con tu ayuda queremos compartir esta visión alegre y esperanzada de la familia con las personas que tenemos a nuestro alrededor. (…) No nos desalienta que la senda pueda ser ardua, o que podamos tropezar, porque sabemos que tú nos acompañas siempre».
La alcaldesa, en la onda
Por su parte, Laura Puyal, alcaldesa de El Grado, municipio en el que se enclava Torreciudad, señaló su alegría por «compartir esta fiesta, que es una apuesta por la familia con valores como patrimonio de la humanidad, que ayuda tanto a superar el individualismo. Además, supone una gran promoción de la comarca y de nuestros pueblos».
Desde Torreciudad con amor”, hacia el Papa
Las familias aplaudieron en pleno sol del somontano, entre tierra agua y fuego, al Papa Francisco, Aplausos para Francisco ante las palabras de una madre coraje: «Dígale al Papa Francisco que le queremos y que estamos a su lado», le pidió al Prelado para cuando estuviera de regreso en Roma. El Prelado aplaudió a la mamá coraje que en medio de decenas de miles de personas habló como si estuviera en una reunión familiar (Puedes ver el vídeo de YouTube de 2’28’’ aquí).
También en su mensaje de ese 1 de setiembre antes de llegar el Prelado pidió procurar «ofrecer la oración y penitencia que el Santo Padre ha pedido a todos en su reciente “Carta al Pueblo de Dios, que puedes leer pinchando aquí,”. Amemos más y más a la Iglesia y al Papa. Nos puede ayudar recordar que la Iglesia no es solo el conjunto de los hombres y mujeres que a ella nos hemos incorporado sino, sobre todo, como explicaba san Josemaría, es “Cristo presente entre nosotros; Dios que viene hacia la humanidad para salvarla, llamándonos con su revelación, santificándonos con su gracia, sosteniéndonos con su ayuda constante, en los pequeños y en los grandes combates de la vida diaria” (Es Cristo que pasa, n. 131) (…) Fernando». Puedes leer todo el mensaje aquí.
Tres nuevos sacerdotes para la Iglesia
A la mañana siguiente 2 de setiembre, el obispo de Cuenca, Mons. José María Yanaguas, ordenó sacerdotes a tres diáconos de la prelatura del Opus Dei. Monseñor Yanaguas recordó que el sacerdocio «no es oficio de media jornada, es vocación, pasión que consume, ambición de llegar a todos». Además, exhortó Monseñor Yanaguas a los nuevos presbíteros a ser «sacerdotes alegres, llenos del amor de Dios, deseosos de sacrificaros sin reservas, asumiendo gozosamente vuestro nuevo oficio y poseídos por la alegría del Evangelio, como nos pide el Papa Francisco».
Virgen milenaria de Torreciudad
El Fundador del Opus Dei le regaló un santuario a la Virgen de Torreciudad, Virgen que tiene más de mil años, no la fabricó el Opus Dei, como algunos piensan, y que se venera en su imagen original en el Santuario trayéndola de la ermita milenaria a pie de colina, con una fuerte devoción en tierras del Somontano, no porque ella se lo pidiera como en el caso del Pilar y el Apóstol Santiago, sino porque le dio la gana al Fundador, «que es la razón más sobrenatural», como le gustaba rezar a san Josemaría, maño donde los haya. Su madre le ofreció a la Virgen de Torreciudad cuando de pequeño y una tras otra, fueron muriendo sus hermanas mayores de enfermedades de la época y él llegó a decir… «ahora me toca a mí». Pero su madre, Doña Dolores, le respondió que «tú no, que estás ofrecido a la Virgen» (puedes contrastarlo aquí con esta información histórica).
Y se me ocurre a mí, con tu permiso, amigo lector, que es lo que comentaba san Josemaría con el significado etimológico de la palabra José: “Dios añadirá”, y recordaba san Josemaría que «Dios, a la vida humilde y santa de José, añadió —si se me permite hablar así— la vida de la Virgen María y la de Jesús, Señor Nuestro» (en la homilía de san Josemaría En el taller de José). Muchos se preguntan por el nombre Josemaría junto, y es que el Fundador del Opus Dei, en su amor a la Sagrada Familia de Nazareth, pedía «no me separéis a José de María». El hecho es que en alguna época de su vida incluso firmaba familiarmente sus notas con el apodo Mariano. Tanto era su amor a la Virgen, cuentan.
@JordiPicazo, filólogo y periodista colegiado

[Título: “Cuando en lo alto de la montaña hay un amigo, una amiga, es más fácil subir” – proverbio kikuyu]
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ZENIT Staff

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