Ordenación episcopal de Alberto Lorenzelli, obispo auxiliar De Santiago de Chile © Vatican Media

Fray Javier Garza realiza su trabajo pastoral en el campo vocacional y en las redes sociales. Foto: Cortesía.

Las redes sociales nos ayudan a transmitir precisamente la alegría del Evangelio. Entrevista con Fray Foto

«En las fotografías pude leer mi identidad, mi pertenencia y para mí eso fue el segundo llamado, es decir, el llamado definitivo que Dios quería esto de mí.»

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Por: Ana Paula Morales

(ZENIT News Agency, 27.07.2021).- ofrecemos una entrevista realizada a Fray Javier Garza, mejor conocido como “fray foto”, de la orden de los capuchinos, sobre su experiencia vocacional y su trabajo pastoral en campo vocacional y en las redes sociales.

Pregunta: ¿Podría contarnos brevemente la historia de su vocación religiosa?

Respuesta: Paz y bien. Me presento: Javier Garza es mi nombre. Tengo 35 años. Soy originario de la Ciudad de Monterrey, Nuevo León. Nací un primero de octubre de 1985.

Te voy a contar mi historia vocacional, que es un poco larga, pero voy a tratar de resumirla y referir lo más importante. Agradecerte primero por esta pequeña entrevista y por compartir mi testimonio de vida.

Mi historia vocacional la defino como un misterio que se tiene que ir develando con muchísima paciencia. Yo a la edad de 21 años jamás me imaginé ser religioso o ser sacerdote. No crecí dentro de una familia que practicara mucho la fe o la religión católica. Crecí en un ambiente secular, de mucho amor, de muchos valores humanos, pero no en un ambiente de fe.

Fue a mis 21 años que una prima y una amiga me invitaron a participar en un encuentro que iba a durar un fin de semana. Yo no sabía, pero era un kerygma. Empezaba un viernes y terminaba un domingo e iban a participar muchos jóvenes. Me insistieron mucho en participar. Yo no tenía mis sacramentos hechos. Yo fui más por la insistencia y también porque iba a participar mi prima y mi amiga. Asistí entonces al encuentro. Yo me encontraba estudiando la carrera de administración de empresas.

Después de ese encuentro yo no volví a ser el mismo. Yo siempre he dicho que en ese encuentro los expositores fueron muy buenos o realmente yo iba con mucha disposición. Pero después de ese kerygma vivido, que es el primer anuncio de la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús, yo salí convencido de querer acercarme a una comunidad parroquial para poder hacer mis sacramentos y empezar a practicar mi fe.

Salí del encuentro, pasaron unas semanas y me acerqué a una parroquia, a la parroquia donde vivían mis papás, y me acerqué para pedir informes de qué se necesitaba para hacer la primera comunión y la confirmación. Empecé a ir a misa, hacer oración, hacer apostolados y comencé a conocer jóvenes que estaban en grupos de la parroquia. Precisamente eran los jóvenes los que daban los temas a los adultos que querían recibir los sacramentos. Mi conversión empezó a partir de ahí. Empecé a descubrir esta pasión por el Evangelio, la espiritualidad que había estado un poco dormida en mí.

Fue después del encuentro cuando empezó mi catequesis. Los jóvenes conocían el convento “Padre Pío” que está ubicado en el municipio de la ciudad donde vivo. Es un convento de franciscanos capuchinos, allí se encuentran los hermanos estudiantes de votos temporales y es ahí donde se estudia la filosofía y la teología. Se celebra una misa en honor a San Pío de Pietrelcina el primer domingo de mes y los jóvenes me invitaron una vez a ir al convento así que fui. Yo me estaba preparando para mis sacramentos. Fue ahí donde surgió el amor por la vida cristiana y por la vida franciscana. Me apasionó muchísimo y me dio mucha curiosidad. Por ahí dice un refrán: “La curiosidad mató al gato”, y yo digo que “la curiosidad a mí me hizo franciscano”; porque yo por curiosidad empecé a investigar sobre la vida de san Francisco. Me llamó mucho la atención ver a los hermanos viviendo en el convento. Desde joven siempre fui muy curioso. Empecé a preguntarles qué hacían, qué no hacían, de qué se trataba, etc. Para mí solamente existían los sacerdotes que vivían en parroquias, pero desconocía toda la vida religiosa.

Entonces empecé a conocer así la vida religiosa. Mi gusto por san Francisco creció cada vez más, por lo que fui comprando poco a poco bibliografía de él, vi películas sobre su vida, iba al convento y ya después hice amigos ahí.

En ese proceso surgió la inquietud de querer ser franciscano. Surgió en mi corazón: “¿Por qué no?” “¿Por qué no responder a esto que siento? Que no logro explicar. Sólo los que hemos vivido esta situación sabemos que a esto le llamamos vocación, es el llamado. Uno siente esta emoción de visualizarse así. Entonces, empezó mi proceso de discernimiento. Un día vine al convento y le expliqué a uno de los superiores que estaban aquí.

Recuerdo muy bien mis palabras, yo le dije: “Yo no sé si tengo o no tengo vocación, pero yo siento que quiero hacer una experiencia con usted”. Ahí empezó todo y, para esto, pues mis padres no sabían nada, ni mis hermanos. No sabían que yo estaba en este proceso de discernimiento. Ellos empezaron a notar cosas extrañas en mí, como: “Este empieza a ir a la iglesia”, “este empieza a hacer apostolados”, “este empieza a estar más tiempo en la parroquia que en otros lados”. Se les hacía extraño, pero veían buena esa actitud mía, pero nunca imaginaron – ni tampoco me lo imaginé yo – de poder iniciar el proceso para ser religioso, y menos para ser sacerdote. Fue después de un tiempo que yo me decidí decirles a mis padres que estaba dispuesto a hacer mi experiencia e ingresar a la formación inicial en un convento porque sentía el llamado para hacerla.

Esto implicaba dejar mis planes y mis proyectos que ya había tenido. Terminé la carrera y empezó el proceso de ingresar. Un primero de septiembre del año 2008 ingresé al convento. Y bueno, han pasado más de 10 años y les juro que ha sido la experiencia más maravillosa que Dios me ha regalado en mi vida.

He vivido de todo en el convento. He vivido momentos difíciles y momentos tristes, pero también he tenido momentos de verdadera gracia y de mucho entusiasmo, como la ha sido mi primera profesión, mi toma de hábito y, más recientemente, mi ordenación sacerdotal. Me ordené sacerdote apenas el 2 de agosto del año 2019. Voy a cumplir apenas dos años de ser sacerdote.

Esa ha sido un poco la experiencia del proceso de estar en la orden. Actualmente soy guardián superior de esta fraternidad, precisamente donde llegué por primera vez y soy el maestro de los estudiantes de filosofía y teología. Estoy acompañando a estos hermanos nuestros, lo cual ha sido un proceso de discernimiento.

Pregunta: ¿Cuál es su apostolado en Monterrey?

Respuesta: Estoy principalmente a cargo de los estudiantes en la etapa de filosofía y teología. Soy el superior, Guardián le llamamos nosotros, del convento Padre Pío, aquí en el estado de Nuevo León.

Y el apostolado que tengo también en las redes sociales es la presencia de dar la alegría del Evangelio a través de las redes sociales. Entonces eso también es parte del apostolado.

Pregunta: ¿Cómo es que empezó a evangelizar en las redes sociales?

Respuesta: Empecé a evangelizar en las redes sociales como buen millenial. Yo ya tenía mi Facebook cuando entré a la orden. El Facebook nace en el 2005 o 2006, si no me equivoco, y yo entré a la orden en el 2008. Obviamente yo ya tenía mi perfil de Facebook cuando ingresé a la orden. Pero durante los primeros 3 años de formación inicial nos alejan un poco de las redes sociales para profundizar más en la formación y en la espiritualidad.

Cuando hice mis primeros votos, después del cuarto año de formación, ahí nace Instagram, si no me equivoco, y yo empecé a trabajar en la pastoral vocacional, que es toda la promoción de las vocaciones, acompañar a los jóvenes con la inquietud, buscar jóvenes en los diferentes estados, organizar retiros y demás, y empecé a tomar fotografías. Porque en el noviciado nace mi pasión por la fotografía. En ese contexto yo estaba pasando un momento muy difícil, en el cual yo tenía que tomar una decisión de quedarme o decir “no” a esta vocación.

Entonces había una pequeña camarita que estaba guardada en la fraternidad donde vivía (en la Sierra de Chihuahua). Esa camarita yo la tomaba en mis momentos personales y de oración. Tomaba fotos del lugar, porque es un lugar precioso, donde hay muchas montañas, mucho paisaje, muchos pinos, es bosque; era maravilloso el lugar. Empecé a tomar fotografías así: de los atardeceres, amaneceres; también tomaba autorretratos. Ponía la cámara en piedras y en ramas. Tomaba fotos artísticas de lo que sentía yo en ese momento.

Al ver todas las fotografías plasmadas descubro en ese momento difícil que estaba viviendo que en las fotografías pude leer mi identidad, mi pertenencia y para mí eso fue el segundo llamado, es decir, el llamado definitivo que Dios quería esto de mí. Y gracias a la fotografía pude responder que “sí” a esta vocación. Entonces ahí nació mi gusto por la fotografía.

Llego a Monterrey a la casa de estudios y me ponen a trabajar en la pastoral vocacional. Entonces todas estas fotografías puestas en las redes sociales me ayudaron muchísimo. Empecé a subir fotos con frases diciendo cuándo iba a ser el retiro, quiénes éramos los capuchinos, para la promoción vocacional. Además, imprimí fotografías para darlas en estampitas para ponerlas como separadores de libros y las utilizaba, porque me servían como herramientas para trabajar en la promoción vocacional que estaba yo teniendo.

Así nació la evangelización en las redes sociales. Fue después de un periódico de aquí de la ciudad del norte que me llamaron una vez para hacerme una entrevista y querer sacar un artículo, el cual salió en primera plana y de ahí fue el boom. Desde ahí me empezaron a llamar: “Fray foto”. Comenzaron a publicar mis fotografías en otros lugares y desde ese momento fue incrementándose mi trabajo y mi evangelización por las redes sociales.

Pregunta: ¿Cuál considera que ha sido su mayor logro en este camino de evangelización a través de las redes sociales?

Respuesta: Yo creo que el mayor logro ha sido “la cercanía”. El poder reflexionar acerca de lo importante que es estar comunicados y de lo importante que son estas herramientas. Y que este continente digital es un espacio donde se habita, pero que también es significativo llegar a desgitalizarnos, el hacer contacto, el ser cercanos. Esto creo que ha sido uno de los mayores logros en este camino de evangelización. En este caminar que va desde hace más de 10 años, el poder encontrarme con personas y que detrás de un perfil hay una persona, hay un corazón, hay una vocación.

Pregunta: ¿Algo más que quiera agregar…?

Respuesta: Quisiera poderles decir a todos los jóvenes y a todas las personas que sienten una inquietud a la vida religiosa, pero que tienen temor, que de verdad no tengan miedo. Que se echen un clavado a su corazón y respondan con generosidad. Quiero repetir las misas palabras que dijo Juan Pablo II: “Dios no quita nada, Él lo da todo”. Poder animar a los jóvenes en este camino vocacional, en esta aventura que es la aventura del Evangelio.

Las redes sociales nos ayudan a transmitir precisamente la alegría del Evangelio: que detrás de un perfil hay un testimonio y una vocación y que al final de cuentas se trata de compartir quiénes somos, compartir el Evangelio, que es compartir lo que Dios ha hecho con nosotros. Eso es lo que hago en mis redes sociales, comparto la belleza de mi vocación a través de la fotografía, de los podcast en Spotify y en Apple Music; a través de mis escritos o frases que subo diario. Aunque son experiencias personales son regalos de Dios que quiero compartir con los demás. A través de eso he conocido mucha gente que Dios les va tocando sus corazones por medio de una foto, de una luz, de una frase, pues se va haciendo presente el Evangelio.

Pregunta: ¿Cómo surge su vocación de comunicólogo, las fotos las frases?

Respuesta: La vocación de comunicólogo nace precisamente del descubrimiento de que a través de la fotografía podía expresar quién era yo y poder externar la alegría de la vocación a la que fui llamado y a la que generosamente respondí. Nace entonces en ese contexto de poder compartir y descubrir que esta vocación no es precisamente para mí, sino que se comparte a los demás.

Las frases son también la reflexión o las experiencias que voy viviendo, que voy compartiendo en las redes sociales a través de fotos, de audios, etc.

Pregunta: ¿Qué le podría decir a la juventud?

Respuesta: Yo no creo en eso que dicen: “No ha vocaciones”, es decir, siempre hay vocaciones porque Dios siempre llama. No creo que Dios en este tiempo diga: “No, no voy a llamar”. Más bien hay jóvenes que no quieren responder al llamado. Entonces yo les diría que respondan con generosidad, que no tengan miedo y que Jesús no quita nada y lo da todo.

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Ana Paula Morales

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