A los miembros de la Asociación Nacional de Constructores de Edificios (ANCE). Foto: vatican.va

5 lecciones del Evangelio aplicadas al mundo de la construcción, en una reflexión del Papa a constructores

A partir de una parábola del Evangelio, el Papa reflexionó con profesionales del ámbito de la construcción, a quienes recibió en audiencia privada este 20 de enero.

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(ZENIT Noticias / Ciudad del Vaticano, 20.01.2022).- En ocasión del 75 aniversario de la fundación de la Asociación Nacional de Constructores Edili, el Papa acogió en audiencia privada, la mañana del jueves 20 de enero, al presidente y miembros de la asociación cuya historia se remonta al final de la Segunda Guerra Mundial.

El Papa reconoció que la pandemia es un “momento difícil para su sector” y subrayó la importancia de “recurrir a las motivaciones, a las opciones fundamentales”. A continuación, compartió algunas enseñanzas del Evangelio aplicadas al trabajo humano: “Es una interpretación cristiana de los valores que le inspiran: competencia y transparencia; responsabilidad y sostenibilidad; ética, legalidad y seguridad”, agregó.

Ofrecemos el texto traducido al español con encabezados de ZENIT.

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1) Jesús usó la metáfora de la construcción

El Evangelio atestigua que Jesús, en su predicación, también utilizó la metáfora de la construcción para transmitir sus mensajes. Es el caso, por ejemplo, del capítulo 6 del Evangelio de Lucas (vv. 46-49), donde, entre otras cosas, Jesús expone el comportamiento hipócrita y perezoso de los que sólo hablan sin hacer. Haciendo gala de la sabiduría del ingeniero de la construcción, compara a los charlatanes con los que construyen casas en terrenos arenosos sin cimientos. Por supuesto, Jesús no está pensando en grandes edificios, sino que señala que estas construcciones se levantan junto al río, mientras que el buen constructor sabe que a la primera crecida tal casa está destinada a ser arrastrada.

Su parábola, sin embargo, continúa con la otra cara de la moneda: «El que viene a mí y escucha mis palabras y las pone en práctica […] es como un hombre que, construyendo una casa, ha cavado muy hondo y ha puesto los cimientos sobre la roca» (vv. 47-48). La imagen es aún más interesante si pensamos que ese constructor no sólo hizo lo correcto en el momento presente, sino que también defendió la casa de posibles inundaciones futuras. Uno podría decir: ¡pero eso nunca ocurrió! Sí, pero podría ocurrir. Eso es lo que estamos viendo hoy en día con el cambio climático: están ocurriendo cosas que nunca ocurrieron.

2) La fe no protege del mal tiempo sino que hace capaces de resistirlo

En la predicación de Jesús, el creyente es aquel que no sólo aparenta ser cristiano exteriormente, sino que realmente actúa como tal. Y es precisamente esta «consistencia operativa» la que le permite construirse a sí mismo no sólo en los momentos normales de la vida, sino mantenerse incluso en los momentos difíciles. Esto significa también que la fe no nos protege del mal tiempo, sino que, acompañada de buenas obras, nos fortalece y nos hace capaces de resistirlo. Y es precisamente en este sentido que los valores que inspiran su pertenencia a la Asociación deben ser preservados y encarnados a diario.

3) Competencia y transparencia

La competencia por sí sola no es suficiente. En la lógica utilitaria del mercado, puede llevar a la oposición hasta el punto de eliminar al otro. Engaña pensando que uno puede ganar al otro o que la derrota del otro debe ser tenida en cuenta en los resultados económicos. Cuando esto sucede, se socava el tejido social de confianza que permite que el propio mercado funcione correctamente. La competencia debe ser un incentivo para hacerlo mejor y bien, no un deseo de dominación y exclusión. Por eso es esencial la transparencia en los procesos de toma de decisiones y en las opciones económicas. Competencia y transparencia juntas. Permite evitar la competencia desleal, que en el ámbito económico y laboral se traduce a menudo en la pérdida de puestos de trabajo, el apoyo al trabajo no declarado o el trabajo mal pagado. Acaba favoreciendo formas de corrupción que se alimentan de la oscuridad de la ilegalidad y la injusticia. Y este no es el camino correcto: es un camino que está enfermo y no es bueno.

4) Responsabilidad y sostenibilidad

Nunca antes habíamos oído hablar tanto de sostenibilidad: se pone en duda la capacidad de regeneración de todo ecosistema. En el sector de la construcción, es fundamental utilizar materiales que ofrezcan seguridad a las personas. Al mismo tiempo, hay que evitar la explotación del medio ambiente cooperando en la inviabilidad de ciertos territorios especialmente explotados. Todas las empresas pueden contribuir de forma responsable a la sostenibilidad del trabajo.

Además, la sostenibilidad tiene que ver con la belleza de los lugares y la calidad de las relaciones. Aquí me gustaría retomar una reflexión de la encíclica Laudato si’ sobre la relación entre los espacios urbanos y el comportamiento humano: «Quienes diseñan los edificios, los barrios, los espacios públicos y las ciudades necesitan la contribución de diferentes disciplinas para comprender los procesos, el simbolismo y el comportamiento de las personas. No basta con buscar la belleza en el diseño, porque es aún más valioso servir a otro tipo de belleza: la calidad de vida de las personas, su armonía con el entorno, el encuentro y la ayuda mutua. Por eso también es tan importante que las opiniones de la población local contribuyan siempre al análisis de la planificación urbana» (nº 150). Que su trabajo ayude a las comunidades a fortalecer los lazos de solidaridad, cooperación y ayuda mutua.

5) Ética, legalidad y seguridad

El año pasado murieron demasiadas personas en el trabajo. No son números, son personas. Incluso las obras de construcción han sufrido tragedias que no podemos ignorar. Lamentablemente, si se considera la seguridad en el lugar de trabajo como un coste, se está haciendo una suposición errónea. La gente es la verdadera riqueza. Me recuerda lo que ocurrió en la construcción de la Torre de Babel. En aquella época, los ladrillos eran difíciles de fabricar, porque había que coger la paja, la hierba, y luego hacer la masa, hornear, un trabajo enorme. Un ladrillo era, no diré una fortuna, pero costaba dinero. Si un ladrillo se caía durante la construcción de la torre, era una tragedia, y el trabajador responsable era castigado. Pero si un trabajador se caía, no pasaba nada. ¡Esto debe hacernos pensar! Las personas son la verdadera riqueza: sin ellas no hay comunidad de trabajo, ni empresa, ni economía. La seguridad en el trabajo significa salvaguardar los recursos humanos, que tienen un valor inestimable a los ojos de Dios y también a los del verdadero empresario. Por ello, la legalidad debe entenderse como la protección del máximo patrimonio, que son las personas. Trabajar con seguridad permite a todos expresar lo mejor de sí mismos mientras se ganan el pan de cada día. Cuanto más cuidemos la dignidad del trabajo, más seguro estaremos de que la calidad y la belleza del trabajo realizado aumenten.

Traducción del original en italiano realizado por el P. Jorge Enrique Mújica, LC

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Redacción Zenit

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