Las Hermanas fueron expulsadas de su propio hospital

Irlanda: monjas donan terrenos y les pagan con una violenta campaña de odio

Las hermanas fueron expulsadas de su propio hospital, renunciando al control en 2017 y cediendo las acciones que aún poseían este año. Y ahora, aunque el gobierno irlandés ha firmado un acuerdo que confirma que el NMH seguirá adelante, se ataca a las monjas y a su legado. No hay más que ver algunos de los comentarios de los políticos irlandeses en las últimas dos semanas.

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Por: Ruadhán Jones

 

(ZENIT Noticias – The Irish Catholic / Dublín, 21.05.2022).- En el periódico para el que trabajo, The Irish Catholic, esta semana informamos sobre el paradójico caso de las Hermanas Religiosas de la Caridad (RSC), que son «tratadas como monstruos» por los medios de comunicación y los políticos irlandeses por donar terrenos al gobierno. Las monjas estaban desconcertadas y disgustadas, dijo una fuente confidencial a The Irish Catholic, por lo que escribieron los medios de comunicación, ‘se podría pensar que somos la personificación del mal’, dijo una monja.

Sin embargo, las monjas ni siquiera reaccionaron con dureza, incluso teniendo en cuenta que durante diez años han sido objeto de una campaña organizada que las pinta de la peor manera posible, difundiendo incluso teorías conspirativas anticatólicas.

En realidad, todo esto tiene su origen en un acto de caridad bien intencionado pero profundamente ingenuo por parte de las Hermanas de la Caridad para ayudar al gobierno irlandés. Irlanda necesita un nuevo hospital de maternidad y en 2012 las Hermanas ofrecieron gratuitamente terrenos por valor de más de 200 millones de euros para permitir la construcción de un nuevo Hospital Nacional de Maternidad (NMH).

Desde el principio, este acuerdo resultó controvertido, en particular hubo preocupaciones inmediatas sobre el establecimiento de la propiedad y las líneas éticas. Tras la legalización del aborto en Irlanda en 2018, la oposición creció con el gobierno y los religiosos por un lado alegando que toda la atención a la maternidad -tal y como la define la nueva ley- estaría garantizada. Por otro lado estaban los partidos de la oposición y la prensa, que veían en cada paso del cada vez más complejo acuerdo legal un intento de colar la ética católica por la puerta de atrás. Ahora, una encuesta publicada en el Sunday Independent sugiere que dos tercios de los irlandeses están descontentos con el acuerdo: el 45% dijo que creía que habría influencia religiosa en los servicios médicos prestados.

En parte, esto es el resultado de la ingenuidad de las monjas sobre el Derecho Canónico. De hecho, no tenían la facultad de donar, alquilar o vender un terreno de alto valor económico sin la aprobación de su obispo local y del Vaticano. Y al final esto resultó ser un boomerang, permitiendo a los medios de comunicación difundir la idea de que el Vaticano quería «imponer» su visión ética a un hospital laico.

Las monjas se desvivieron por atender las peticiones, a pesar de ser recibidas con hostilidad y un evidente sentimiento anticatólico. Al hacerlo, cedieron más de lo que muchos católicos hubieran querido. La orden declaró que las monjas no estarían involucradas en el hospital de ninguna manera, transfiriendo sus acciones a una organización sin ánimo de lucro que dice ser secular, St Vincent’s Holdings CLG. Y en los terrenos que una vez fueron de la Iglesia, se ofrecerán servicios sanitarios opuestos al Magisterio, como el aborto, la fecundación in vitro y otras formas similares de maternidad

Sin embargo, todo esto no es suficiente. La supuesta relación secreta de la orden religiosa con el Vaticano se sigue citando como prueba del intento de la Iglesia de ejercer su control «opresivo» sobre la sanidad irlandesa.

Los terrenos pertenecen al campus del Hospital de San Vicente, que hasta hace cinco años estaba gestionado por monjas. El hospital se fundó en 1834 para facilitar a las monjas su labor caritativa de atención a las víctimas del cólera, y ha seguido prestando excelentes servicios sanitarios hasta hoy. Mientras tanto, las hermanas han continuado su labor caritativa, acercándose a los presos, a los sintecho y a los inmigrantes.

Ahora bien, se podría pensar que, dada la gran labor que realizaban las hermanas en la valoración de los pobres y los enfermos que sufren, y dado que cedían gratuitamente importantes terrenos en la capital irlandesa, se tenía una deuda de gratitud con ellas.

Pero este no es el caso. En primer lugar, las hermanas fueron expulsadas de su propio hospital, renunciando al control en 2017 y cediendo las acciones que aún poseían este año. Y ahora, aunque el gobierno irlandés ha firmado un acuerdo que confirma que el NMH seguirá adelante, se ataca a las monjas y a su legado. No hay más que ver algunos de los comentarios de los políticos irlandeses en las últimas dos semanas.

Durante demasiado tiempo las mujeres de este país han sido defraudadas por el Estado y las autoridades eclesiásticas, que a menudo trabajan conjuntamente. Debemos denunciarlos ahora», dijo Ivana Bacik, del Partido Laborista.

«Es por el oscuro pasado y los borrosos límites entre la Iglesia y el Estado que me alegro de que las monjas hayan abandonado nuestro sistema sanitario. Me alegro de que el Vaticano no tenga ningún papel en la asistencia sanitaria o la maternidad en Irlanda, porque la influencia religiosa en la asistencia sanitaria sería tan inapropiada como que yo le pidiera al párroco que dijera algo en su homilía durante la misa. Es el derecho irlandés y no el derecho canónico el que determina nuestras leyes y valores como nación», dijo Emer Higgins, del partido político Fine Gael.

«Me pregunto si [la preocupación por el posible legado religioso que rodea al NMH] tiene algo -cualquier cosa- que ver con unos 200 años de opresión y control por parte de la Iglesia sobre nuestros cuerpos, nuestras vidas y las esperanzas que habíamos depositado en el futuro de las mujeres y las niñas de este país después de que ganáramos con la derogación [de las protecciones contra el aborto en la Constitución irlandesa]», dijo Bríd Smith, del partido People Before Profit Alliance.

Estos son sólo algunos de los comentarios, y ni siquiera los peores, que incluyen las más viles teorías conspirativas y anticatólicas. De hecho, si el Vaticano no hubiera dado polémica luz verde al deseo de las monjas de ceder el control de los terrenos, este ciclo de histeria antieclesiástica ya se habría desvanecido.

Tal y como están las cosas, los activistas pro-aborto no tienen nada que temer: este hospital realizará los «procedimientos», que violan la moral de la Iglesia, y sin duda, esto le ha salido el tiro por la culata a la Iglesia en Irlanda, aprovechando la ocasión para apartarla de la esfera pública.

Esto no debería sorprendernos, pero no deja de ser un espectáculo doloroso para los fieles católicos. Nuestros grandes trabajadores de la caridad, pasados y presentes, son ahora retratados como monstruos malvados.

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Redacción Zenit

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