MADRID, 18 septiembre 2003 (ZENIT.org-VERITAS).- El Delegado Episcopal para las Causas de los Santos del Arzobispado de Madrid, Ricardo Quintana, hizo un balance de las II Jornadas de las Causas de los Santos, dedicados a «El milagro en los procesos de canonización», que fueron clausuradas este miércoles en El Escorial por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid.
«Se ha estudiado el milagro, no como un hecho aislado y separado, como muchas veces se ha querido ver en la vida de los santos, sino como un hecho que forma parte de la santidad», ha dicho Ricardo Quintana.
El Delegado ha afirmado que «al igual que Dios Nuestro Señor interviene en la vida de cada uno de nosotros, interviene en la vida de los santos con sus gracias para hacerles semejantes a Cristo. Éstas personas, que han respondido a la gracia de una manera cierta, tienen una expresión de esa acción de Dios que es el milagro».
«No es, por tanto, el milagro un hecho separado, sino que lleva una unidad en la vida de los santos. Teológicamente esto es muy importante. Esta perspectiva está muy presente en la Congregación para las Causas de los Santos cuando trata los milagros», añadió.
Así lo sostuvo monseñor Sandro Corradini, Prelado teólogo de la Congregación para las Causas de los Santos, quien habló en estas Jornadas del papel del teólogo en el proceso del milagro, destacando la idea teológica de que el milagro es posible porque Cristo vive en un Siervo de Dios. «Los milagros son fruto de la unión con Cristo», puntualizó.
Ricardo Quintana destacó la conferencia del doctor Hernán Cortés Punes, Jefe del Servicio de Oncología Médica en el Hospital Universitario «12 de Octubre», en la que afirmó que «la intervención divina puede aparecer en todo el proceso de curación de un paciente».
Otra de las intervenciones destacadas fue la del profesor de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma, José Luis Gutiérrez, quien habló del milagro como prueba exigida en las causas de canonización.
«Un planteamiento que buscase los milagros exclusivamente como requisito para la canonización no tendría suficientemente en cuenta la escatología intermedia ni el hecho de que la caridad que animó a los santos durante su vida en esta tierra permanece en el Cielo, por lo que, cuando consiguen de Dios gracias en favor nuestro, no es para acelerar su propia canonización, sino para ayudarnos y empujarnos hacia nuestra meta final», afirmó.
Gutiérrez añadió que «la finalidad de una canonización es siempre dar gloria a Dios en sus santos, poner ante nuestros ojos el ejemplo de su correspondencia a la gracia, y obtener por su intercesión favores de todo tipo, especialmente aquellos que nos conducen a la santidad, a la que estamos llamados todos, sin excepción».
Para la beatificación (a excepción de los mártires) o canonización es necesario un milagro, sin embargo, José Luis Gutiérrez sostuvo que «los frutos más sazonados de la proclamación de un santo o de un beato serán los beneficios espirituales que consiga para la Iglesia.