Monseñor Felipe González, Obispo del Vicariato de Caroní, Venezuela

Monseñor Felipe González, Obispo del Vicariato de Caroní, Venezuela

Entrevista al Obispo del Vicariato de Caroní, Venezuela: "Entre los gases de las bombas lacrimógenas"

Mons. Felipe González comparte su experiencia con ‘Zenit’

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(ZENIT – 22 marzo 2019).- “Ya ha pasado casi un mes desde aquella triste madrugada del 22 de febrero, en que un convoy de militares disparó contra indígenas pemones de la comunidad de San Francisco de Yuruaní o Cumaracapai, cuando éstos trataron de impedir el paso de los militares que iban a reforzar la frontera para impedir, por orden gubernamental, el paso de la ayuda humanitaria”, afirma el Obispo de Caroní, Venezuela.
Mons. Felipe González explica cómo están viviendo la situación humanitaria en la región de Caroní con respecto a la matanza de indígenas pemones, en Venezuela.
El obispo nació el 14 de diciembre de 1944 en Madrid, España. Pertenece desde los 18 años a la Orden de los Frailes Menores Capuchinos. Fue nombrado Obispo de Tucupita, Venezuela, por san Juan Pablo II, en 1985. Desde el año 2014, nombrado por Francisco, es Obispo del Vicariato de Caroní, en el mismo país.
El arzobispado de Caroní colinda con Brasil. Recientemente en el 22 de febrero de 2019 hubo una gran masacre hacia unos indígenas venezolanos conocidos como los pemones. Estos habitan en el Estado de Bolivar, en la frontera de Guyana y Brasil.
Desaparecidos y personas escondidas
El saldo “que se registró en ese momento fue de varios indígenas heridos de bala y una muerta. La población de Santa Elena todavía no se ha repuesto de la situación ocurrida. Hay muchos comercios que  todavía no han abierto sus puertas. Ello da una sensación de angustia, de temor y expectativa de lo que aún pueda pasar”, recuerda el obispo.
La frontera hacia Brasil permanece cerrada. Monseñor González aclara: “Se llega a Pacaraima, primer pueblo de Brasil, solamente por trochas y pagando varias vacunas: a la gente de San Antonio de Morichal, último pueblo de Venezuela por el que pasa la trocha principal, y a los militares. Estas vacunas son selectivas. No se las cobran a todos.  ¿Esto dignifica la letra del himno ‘el honor es su divisa’? ¿Hasta cuándo van a seguir estos abusos?”.
Ayuda de la Iglesia
“Se ha visitado, en el primer momento, el hospital para interesarse por los heridos, llevando todas las medicinas que había en el botiquín de emergencias del Vicariato, en realidad muy pocas. Por la tarde de ese primer día nos trasladamos a la entrada del Escuadrón de Caballería Motorizada, ESCAMOTO. Fuerte – Cuartel del Ejército acantonado en esta región. Allí se   estaban librando las escaramuzas y enfrentamientos de pemones contra pemones. Un grupo muy pequeño, afecto al régimen y contrario a la entrada de la “ayuda”, respaldados y resguardados por un gran contingente militar, armado con los elementos antimotines impedían el paso al gran número de personas, indígenas y criollas, que querían pasar a recibir la “ayuda”. Menciona el Prelado.
Mons. González continúa narrando: “Las bombas lacrimógenas lo impidieron, así como flechas, piedras y cascos de botellas por parte del grupito opositor a la “ayuda”. Un joven fue flechado y llevado de emergencia al hospital. La flecha le quedó incrustada unos centímetros más abajo del corazón.”
“Entre los gases de las bombas lacrimógenas se pudo llegar hasta la redoma de entrada al Escamoto, donde estaba el General Montoya, comandante del operativo, con quien se tuvo un encuentro correcto, pero un diálogo inútil, debido a que las mismas palabras que usaban los interlocutores tenían para cada uno conceptos totalmente distintos y contrarios”, indica el prelado.
La Iglesia sigue pendiente ante la realidad de la persecución solapada que se sigue haciendo contra personas influyentes. “A estas personas perseguidas se les trata de animar y alentar con mensajes de esperanza y otras ayudas que les deben llegar a los lugares donde se encuentran retirados y recluidos. Con Don Mario, Obispo de Roraima, y la Oficina de Cáritas de Brasil, se está tratando de reforzar la Oficina de Cáritas del Vicariato con el deseo de ayudar a los emigrantes que pasan por esta frontera y necesitan orientación para los trámites legales fronterizos. También se  está tratando de ver los pasos ante la posible ayuda que pueda venir. ¿A quién se va a dar?, ¿Cómo se va a repartir? ¿Quién lo va a hacer, con qué personas se va a contar?”, concluye el capuchino.
Masacre de los indígenas pemones
El obispo español narra cómo ocurrió la masacre de los pemones y de la ayuda humanitaria: “Fue la lucha de Goliat contra David. Goliat armado hasta los dientes con escafandras, escudos, material antimotines, bombas lacrimógenas, tanquetas de guerra blindadas, patrullando por las calles con fusiles disparando balas de verdad. David portando unas botellitas de cerveza con un poco de gasolina, porque está muy escasa, como bombas molotov, para hacer frente a las tanquetas blindadas. La lógica humana dominó la situación y desde las tanquetas disparaban al que veían por la calle».
“Hubo varios ‘davides’ muertos en esta operación. No se sabe cuántos. En estas situaciones, siempre hay abusos por ambas partes, aunque la desproporción es infinita. Algunos secuestraron tres camiones con comida, y los llevaron a tres sectores de la ciudad para repartirla. Hay unos videos dramáticos en los que uno de estos camiones es perseguido por tres tanquetas en una de las calles principales, disparando al chofer de uno de los camiones a quien mataron impunemente.” Evoca el Prelado
Testigos dicen que “todavía moribundo lo embarcaron en una de las tanquetas y no se ha sabido nada más de esa persona. Hay informes no confirmados de que en el Escamoto hay una fosa común, donde enterraron algunos muertos. El sábado fue una auténtica guerra. Se oían disparos por todos los sectores en los que no habían puesto barricadas para impedir el acceso de las tanquetas que recorrían las calles disparando al que veían por la calle, sin ninguna consideración. Según informes oficiales provenientes del Foro Penal hubo siete fallecidos de los que se tiene copia de partida de defunción».
Joven flechado, personas huidas
“Además me consta personalmente de un joven flechado y diez personas huidas y escondidas, alguna ya ha pasado a Brasil, por ser perseguidas. Los policías, entraron en algunas casas, a la fuerza, para revisarlas y buscar a personas y armas, sin ninguna autorización ni orden judicial, violando todos los derechos  humanos y familiares. Extra oficialmente hubo más fallecidos, que han sido enterrados en una fosa común en el ESCAMOTO. Hay varios desaparecidos, bastantes heridos de bala y otras personas más, escondidas. De todo esto no consta ningún número concreto oficial. El Gobierno nunca ha dado cifras oficiales de nada”.
“Esta situación comienza por la prohibición del gobierno de la entrada en Venezuela la “Ayuda Humanitaria”, asegura el obispo.
“Esto, a mi modo de ver, fue la tapadera para dominar política y económicamente el Municipio», señala. «La alcaldía está en manos de un indígena ‘independiente’, opuesto al gobierno. Esto es una espina para el gobierno local y nacional. En otras ocasiones ha habido intentos por parte del gobernador de querer apoderarse de la alcaldía. El alcalde había sido elegido democrática y mayoritariamente por los propios indígenas quienes lo han defendido hasta ahora”, testifica el capuchino.
Continua el prelado: “Ante la persecución actual, ha solicitado unos días de ausencia por enfermedad y se ha refugiado en lugar desconocido, tal vez en Brasil, y es muy posible que en pocos días, cuando se le acabe el permiso, le declaren inhabilitado por ‘abandono de cargo’ y el gobierno consiga ‘legalmente’ lo que ha venido buscando, nombrar un sustituto del alcalde actual, por otro afín al gobierno”.
“En el fondo están la hegemonía por el poder y las riquezas de oro y otros minerales de la zona que el gobierno busca y necesita explotar para su beneficio, en este momento de crisis económica nacional».
El oro
“Para ello, eliminará a los pequeños mineros locales de cada comunidad para ampliar el ‘Arco Minero’ y entregar la explotación a empresas internacionales con las que tiene deudas o a mafias de poder, militares o paramilitares, siendo ‘los sindicatos’ los representantes visibles de esas mafias, las cuales no aparecen a la vista, pero son las que dominan todo el territorio. De hecho ya se ha decretado ‘lugar de excepción’ para ampliar el Arco Minero, a la zona de Icabarú, la más alejada de este Municipio, y que no tiene nada que ver geográficamente  con el Arco minero, pero en este momento es de las más productivas de oro», manifiesta Mons. González.
Declara el obispo: “Otra triste realidad que nos ha dejado todo esto es la división interna que se ha manifestado y fortalecido entre familias y comunidades indígenas. Los intereses particulares privan sobre el bien común. Las mentiras propaladas de forma oficial, injusta y abusivamente han propiciado, en aparte, esta desunión y conflictividad interna de los pemones. Unos días antes de iniciarse el conflicto y ante la realidad inminente de la llegada de la “Ayuda”, se reunieron los capitanes de las comunidades del sector para decidir qué iban a hacer. Firmaron un convenio en el que los capitanes de dos comunidades: San Francisco de Yuruaní o Cumaracapai y Manacrí optaron por apoyar la ‘Ayuda’ el resto, 17 comunidades, optaron por permanecer ‘imparciales’ y que cada uno hiciera personalmente lo que creyera conveniente. La propaganda y manipulación del sector oficialista proclamó que sólo dos comunidades estaban a favor de la ayuda y 17 en contralo cual no es cierto. De ahí que luego proclamaran a cuatro comunidades rebeldes: San Francisco de Yuruaní o Cumaracapai y Manacrí, a las que se unieron Maurac y Santo Domingo”.
“Hubo un doble enfrentamiento por la ‘posesión del aeropuerto’. En primer lugar la Guardia se entrega pacíficamente, con su armamento, ante los indígenas quienes les apresan para soltarles posteriormente, sin las armas. Hay distintas versiones del trato que dieron los indígenas a los guardias presos. Posteriormente los militares entran a la fuerza en el aeropuerto para retomarlo y conseguir las armas incautadas por los indígenas. Estas armas ya no las encontraron los militares y ésta es una de las razones de las persecuciones actuales. En este operativo los militares pusieron presos a varios indígenas a los que según versiones maltrataron en el escamoto. Cuando se fue a evaluar las lesiones que les habían hecho, alguno de los capitanes indígenas no lo permitió”, ratifica el mitrado.
El domingo 10 de marzo hubo otro enfrentamiento. “Se presentaron militares, policías, y otros organismos policiales, por órdenes de arriba para intervenir  y apoderarse de los ‘puntos de control’ de las cuatro comunidades rebeldes: San Francisco de Yuruaní o Cumaracapai, Manacrí, Maurac y Santo Domingo, juntamente con la Casa Presidencial de Manacrí. La razón era “rescatar” a un joven preso en el Centro de Control de Manacrí porque le estaban tratando muy mal. La primera parte sí era cierta, la segunda no. Hubo una discusión. Pero no hubo que lamentar heridos de ningún tipo. Siguió la amenaza de “entrar en las casas señaladas” porque en ellas estaban las armas quitadas a los guardias del aeropuerto. Por esta razón la gente está muy preocupada y con miedo por esas requisas que ya han hecho en alguna casa sin ninguna autorización ni orden judicial”, menciona el metropolitano.
La frontera sigue cerrada. “No hay paso a Brasil sino por alguna trocha polvorienta en estos momentos de verano y pagando una “mordida”. En la zona de Brasil hay una cantidad considerable de camiones de transportes, que no está dejando pasar la Guardia Federal, cargadas de comida no humanitaria, sino de otras  personas (¿empresarios, militares, gobierno?) ¿Dónde va esa comida, quién y dónde se distribuye, quién se beneficia?. Este paso de gandolas es constante todos los días del año. La mayoría de estos camiones tienen matrícula brasilera o circulan sin matrícula alguna. De regreso a Brasil también van cargados. ¿Qué trasportan? En las infinitas alcabalas montadas por las carretas, nunca les revisan nada”, indica el prelado.

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Ana Paula Morales

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