Antes de despedirse de los miles de peregrinos presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano, el pontífice dirigió un saludo especial a los jóvenes, a los enfermos –algunos de ellos se encontraban en puesto privilegiados, en primera fila, y a los recién casados –muchos se habían vuelto a poner para la ocasión sus trajes de bodas–.
«En el Adviento, tiempo de espera que nos prepara para la Navidad, está particularmente presente María, la Virgen de la esperanza», dijo el Papa en el saludo que les dirigió.
«Pongo en sus manos a todos vosotros para que podáis prepararos a acoger a Cristo que viene para realizar su Reino de justicia y de paz», concluyó hablando en italiano.