BOGOTÁ, 19 diciembre 2003 (ZENIT.org).- Derrotar la corrupción, lograr una verdadera reinserción de los que deponen las armas y generar más empleo –digno, productivo y estable– es la triple batalla que hay que ganar para conquistar la paz en Colombia, según la archidiócesis de Bogotá.
«Pongamos delante del pesebre de Belén estos tres regalos», anima un editorial de «El Catolicismo» –órgano oficial de la archidiócesis de la capital colombiana– del pasado 2 de diciembre.
La lucha contra la corrupción «no puede admitir la más mínima condescendencia»; implica «aplastar con todo el rigor de la ley los continuos brotes que afectan entidades» como «la policía y el ejército» y desterrar las prácticas que han llevado «al desprestigio de los cuerpos colegiados de representación popular», denuncia el texto.
Si bien es necesario «contar con partidos sólidos que tengan planteamientos ideológicos claros y plataformas políticas precisas», «por encima de esto se necesita que asuman criterios éticos firmes», afirma la publicación.
«En esta lucha –añade– la nación espera que sean inflexibles en sus respectivas áreas los nuevos ministros de Defensa Nacional y de Interior y de Justicia, como lo fueron sus antecesores».
Cuando se trata de reinsertar a los que deponen las armas «está muy bien exigir que no haya impunidad, pero para los cristianos, así como no puede haber paz sin justicia, no puede haber justicia sin perdón», aclara citando el Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz de 2002.
«La reinserción debe ser un rescate de valores e implica la solución de dos graves problemas –continúa el editorial–: garantizar la seguridad de las vidas de los que se reinsertan» y que la fuerza pública sea capaz «de llenar los vacíos de poder territorial que dejan los grupos que se entregan».
Desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia, «la tercera batalla es la más importante», pero también –señala la publicación– «la más difícil de ganar por los condicionamientos macroeconómicos» del país, en negociaciones «para llegar a un tratado de libre comercio con Estados Unidos».
En este frente, «debemos tener presente el criterio que el cardenal arzobispo de Tegucigalpa señalara: “La injusticia y la desigualdad son signos distintivos del mundo actual. No estamos caminando hacia un sistema más justo, aunque el marketing del pensamiento único así nos lo presente”».
«Por eso, para que haya paz es necesario tener como meta el asegurar empleo para todos, ya que éste es un derecho primordial que garantiza el derecho fundamental de la vida», concluye.
En este país de más de 40 millones de habitantes mayoritariamente católico el conflicto interno colombiano ha dejado más de 40.000 muertos en la última década.