También hoy hay «mártires» por Cristo y su Iglesia, recuerda Juan Pablo II

Antes de rezar la oración mariana del Ángelus

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CASTELGANDOLFO, domingo, 29 agosto 2004 (ZENIT.org).- Un llamamiento a la «plena solidaridad de toda la comunidad eclesial» hacia los fieles que «siguen estando sometidos a duras pruebas por su adhesión a Cristo y a su Iglesia» lanzó este domingo Juan Pablo II desde la residencia pontificia de Castelgandolfo.

En su intervención antes de rezar el Ángelus junto a miles de fieles reunidos en el patio del Palacio Apostólico, el Papa recordó el martirio de San Juan Bautista, del que la tradición cristiana hace memoria el 29 de agosto.

San Juan Bautista «dio a Dios el supremo testimonio de la sangre inmolando su existencia por la verdad y la justicia» al afrontar la decapitación «por orden de Herodes, a quien había osado decir que no le era lícito tener a la mujer de su hermano», recordó el Santo Padre.

Y es que el martirio, según explicó el Papa con dicción clara ante los peregrinos, es «un signo preclaro de la santidad de la Iglesia» y «testimonio culminante de la verdad moral».

Aunque sean pocos los llamados a este sacrificio, todos los cristianos «deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios» «un testimonio de coherencia», subrayó Juan Pablo II.

De hecho, advirtió que no ceder a las dificultades que se oponen –también en la vida diaria– a vivir el Evangelio sin concesiones requiere «verdaderamente un empeño a veces heroico».

Como «heroico» fue el ejemplo de Juan el Bautista, cuyo testimonio «hace pensar en los mártires de la fe que a lo largo de los siglos han seguido valientemente sus pasos», reflexionó.

Tal es el caso de «los numerosos cristianos que en el siglo pasado han sido víctimas del odio religioso en distintas naciones de Europa», reconoció el Papa en la soleada mañana de este domingo.

«También hoy –alertó–, en algunas partes del mundo, los creyentes siguen estando sometidos a duras pruebas por su adhesión a Cristo y a su Iglesia».

«¡Que sientan estos hermanos y hermanas nuestras la plena solidaridad de toda la comunidad eclesial!», exhortó finalmente algo más fatigado, confiando a los cristianos perseguidos a la Virgen Santa, Reina de los mártires.

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ZENIT Staff

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