El Papa preocupado ante la falta de hijos en Occidente

Manifestación de una falta de confianza en futuro

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 octubre 2004 (ZENIT.org).- La incapacidad para generar hijos que con frecuencia se experimenta en Occidente esconde una visión parcial del amor matrimonial que no es capaz de encontrar confianza en el futuro, constata con preocupación Juan Pablo II.

El amor entre los esposos fue el tema al que dedicó este miércoles la audiencia general, en la que junto a unos 13.000 peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano comentó la segunda parte del Salmo 44, canto nupcial.

El pasaje bíblico ofrece «el dulce retrato femenino» de la esposa de un simbólico rey judío en el que la tradición hebrea ha visto al Mesías y la cristiana al mismo Cristo.

El Santo Padre quiso dedicar su comentario a la composición poética «a todas las parejas que viven con intensidad y frescura interior su matrimonio».

Después de haber comentado el pasado miércoles la primera parte de este salmo, que se concentra en la belleza y grandeza del rey (Cf. Juan Pablo II: La vía de la belleza), la atención del Papa se concentró en «la esposa reina» en el momento en el que «avanza, con su cortejo nupcial que lleva los regalos, hacia el rey prendando de su belleza».

«La vocación nupcial constituye un giro en la vida y cambia la existencia, como ya se puede ver en el libro del Génesis: «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne»», recordó el Santo Padre.

Subrayó la «insistencia con la que el salmista exalta a la mujer: es «bellísima» y esta magnificencia se expresa con el vestido de novia, de perlas y brocado».

«La Biblia ama la belleza como reflejo del esplendor del mismo Dios, incluso los vestidos pueden ser signos de una luz interior resplandeciente, del candor del alma», aclaró en el encuentro, en el que habló en diez idiomas.

«Junto a la belleza, se exalta la alegría que se refleja en el séquito de vírgenes «compañeras», las damas que acompañan a la novia «entre alegría y algazara»».

«El gozo genuino –siguió diciendo el obispo de Roma–, mucho más profundo que la simple alegría, es expresión del amor, que participa en el bien de la persona amada con serenidad de corazón».

Junto a esta dicha, el salmo subraya «otra realidad radicalmente inherente al matrimonio: la fecundidad», destacó por último.

«El futuro, no sólo de la dinastía, sino de la humanidad, tiene lugar precisamente porque la pareja ofrece al mundo nuevas criaturas».

«Se trata de un tema importante y actual en Occidente, a menudo incapaz de asegurar su propia existencia en el futuro a través de la generación y cuidado de las nuevas criaturas que continúen la civilización de los pueblos y realicen la historia de la salvación», concluyó.

Con su meditación, el obispo de Roma continuó con la serie de comentarios a los salmos y cánticos que conforman la Liturgia de las Vísperas. Pueden ser consultados en la sección «Audiencia del miércoles» de la página web de Zenit (www.zenit.org).

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ZENIT Staff

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