CIUDAD DEL VATICANO, 9 ene 2001 (ZENIT.org).- De todos los proyectos jubilares, era quizá el más ambicioso. De las cinco etapas previstas por la peregrinación papal a los lugares de la revelación –Ur de los Caldeos (Irak), Sinaí, Tierra Santa, Siria y Grecia–, tres se han realizado aunque sólo dos completamente.
Pero «diferir –ha afirmado el cardenal secretario de Estado Angelo Sodano, en declaraciones al diario de mayor tirada de Italia, «Il Corriere della Sera» (6 de enero)– no quiere decir cancelar».
Por el contrario, «se está trabajando a buen ritmo» para realizarlas. Y Siria, en especial, parece estar muy cercana.
La primera etapa, la patria de Abraham, Ur de los Caldeos, se pudo realizar sólo espiritualmente. Cuando todo parecía estar preparado, poco antes de un mes de la prevista salida hacia Irak, fijada a primeros de diciembre, la afirmación por parte de las autoridades iraquíes de la imposibilidad» de «garantizar la seguridad» de la visita hizo saltar el proyecto.
Se habló mucho entonces sobre los motivos de la anulación pero se reveló decisivo el intento de instrumentalizar la visita por parte del Gobierno anfitrión, según ha revelado el diario «Avvenire», de propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana (8 de enero).
Aquel mes de febrero, con la presencia de una nutrida delegación iraquí, en el Aula Pablo VI celebró el Papa esta primera etapa en manera simbólica, con toda la Iglesia católica en Irak unida en oración simultáneamente. Pero el Papa no ha renunciado a este viaje, como lo ha subrayado varias veces, la última de ellas en la audiencia privada, durante el Jubileo, a una peregrinación iraquí.
Las dos etapas realizadas, entre febrero y marzo pasados, han sido la del Sinaí y la larga y conmovedora de Tierra Santa. Dos momentos, sobre todo el segundo, destinados a permanecer en la historia no sólo por su significado intrínseco sino, también, por su extraordinaria importancia desde el punto de vista del diálogo ecuménico e interreligioso.
«En las intenciones del Papa –dijo el cardenal Sodano en la entrevista publicada por el diario «Il Corriere della Sera»– ha sido siempre central la peregrinación a Tierra Santa. Su viaje ha sido un
acontecimiento inolvidable. Permanecen en el recuerdo los gestos que han acompañado los pasos y las palabras del Papa: el Sinaí, el Jordán, el Cenáculo, el Santo Sepulcro. Juan Pablo II ha ido como peregrino a aquella región que ha sido santificada por el paso de Dios en la historia y ha sido acogido por todas las poblaciones locales con gran alegría».
En cuanto a las otras etapas, ha añadido el secretario de Estado vaticano, «diferir no quiere decir cancelar» y el no haberlo podido realizar todavía «no quiere decir que el Santo Padre haya renunciado».
De hecho, ha explicado el cardenal, «espera que los tiempos estén maduros», anunciando que «ya se puede decir que se está trabajando a buen ritmo para la visita a Siria y se espera que pueda tener lugar a lo largo de este año», mientras que las otras «quedan como proyectos que, si Dios quiere, encontrarán oportuna concreción en su momento».
Ur de los Caldeos, por el momento, está todavía lejana. Pero para la visita a Siria se habla, a nivel oficioso, desde hace tiempo, de la próxima primavera. Para la de Grecia no hay nada definido pero –y esta es una verdadera novedad– hace pocas semanas el Sínodo de la Iglesia ortodoxa griega declaró oficialmente que «no existen motivos por los que se debería impedir al Papa» visitar aquél país. Una afirmación que, de hecho, abre a Juan Pablo II las puertas de Atenas.