Por la dignidad de las niñas del mundo

En recuerdo de la primera carta de derechos de la infancia aprobada por Naciones Unidas

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ROMA, domingo 25 noviembre 2012 (ZENIT. org).- Están en la memoria de todos los casos emblemáticos de las menores Rhimsa o Malala. Estas adolescentes se han convertido en símbolos de una lucha contra costumbres ancestrales o prejuicios que seguro que no estaban en la mente de ningún fundador de una gran religión.

Dentro de las iniciativas del Día Mundial por los Derechos de la Infancia y de la Adolescencia, el pasado 20 de noviembre, en recuerdo de la aprobación de la primera carta de derechos de la infancia, en la asamblea general de Naciones Unidas, algunas tratan de devolver su dignidad como hijas de Dios a mujeres que desde la infancia son demonizadas o estigmatizadas.

La más infamante marca que reciben es la de «brujas». Es el modo de solucionar los problemas de las familias en la cultura tradicional ancestral no cristianizada de algunas zonas. Si algo pasa es porque los malos espíritus han entrado en el hogar, y la manera de solucionarlo es expulsar de el al presunto «brujo», casi siempre un niño o niña.

El Movimiento de Lucha contra el Hambre en el Mundo (MLFM) invita a defender los derechos violados de los niños y de los adolescentes, y en particular llama la atención sobre el fenómeno de las niñas violadas físicamente y psicológicamente, en Italia y en el sur del mundo, informa la agencia vaticana Fides.

Las niñas son doblemente expuestas. En Italia, por ejemplo, se ha pasado de 4.319 víctimas de violencia en 2010 a 4.946 en 2011, de las cuales el 61% son niñas.

En el mundo, alrededor de 130 a 140 millones de niñas habrían sufrido mutilaciones genitales. Además, tres millones de niñas corren peligro cada año de estar sometidas a esta práctica en 28 países de África y del Medio Oriente.

A esto, hay que añadir en torno a un total de entre 300.000 y 1,2 millones de menores objeto de tráfico cada año. Las niñas y adolescentes son más de la mitad, mientras que unos 250.000 niños son empleados como soldados, reclutados tanto por ejércitos regulares como irregulares. de 85 países. Unas cien mil niñas son forzadas a sufrir violencias sexuales terribles.

Se estima entre 500 millones y 1,5 millardos el número de menores que están sometidos a diferentes formas de violencia y de maltratos.

Por otro lado, si los chicos y jóvenes están más expuestos a violencias físicas, las niñas y adolescentes sufren en su mayoría violencias sexuales, sobre todo en su domicilio por parte de parientes o de conocidos.

El MLFM denuncia los abusos continuos y las violencias a las que son sometidas las niñas congoleñas, víctimas de una guerra que no tiene fin, en la cual todos los pretextos son buenos para someterlas a torturas de todo género. Hasta llegar a acusarlas de ser «brujas» –como por otra parte sucede con los varones, la mayoría de ellos nutriendo las nubes de niños de la calle en el país del centro de África–, lo que las obliga a una vida de privaciones, mucho más expuestas que los niños, al margen de la sociedad, entre los mercados de Bukavu y de Goma, en el sur y en el norte Kivu.

El MLFM trabaja con ellas desde hace quince años a través de proyectos concretos de ayuda humanitaria, combatiendo la mortalidad infantil, con programas de asistencia sociosanitaria, pero sobre todo acogiendo a los niños abandonados por sus familias –con el estigma de ser «brujos» o por miseria- en dos estructuras de acogida en Ruanda y en la República democrática del Congo.

Cientos de niñas Mai Mihogo (portadoras de agua) cada día procuran sobrevivir en los mercados alrededor de Bukavu, con el consiguiente riesgo de algo peor, vendiendo vasos de agua a los transeúntes de las cuales se encarga la hermana Natalina, con la ayuda del MLFM.

Traducido y adaptado de la edición francesa de ZENIT por Raquel Anillo y N.S.M.

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ZENIT Staff

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