'Adoremos la Eucaristía para hacer entrar nuestra vida en el amor de Dios'

Palabras de Benedicto XVI en la Audiencia General

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 27 junio 2012 (ZENIT.org).- La Audiencia General de esta mañana tuvo lugar a las 10,30 en el Aula Pablo VI donde el santo padre Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y otros países. En el discurso en lengua italiana, el papa siguió con sus catequesis sobre la oración en las Cartas de san Pablo.

Benedicto XI se ha centrado en la catequesis de hoy en unode los más antiguos cantos o himnos de la tradición cristiana, la Carta de san pablo a los Filipenses. recordó que es «una carta que dicta el Apóstol en la cárcel, tal vez en Roma. Se siente cercano a la muerte, porque dice que su vida la ofrece como una libación».

«A pesar de esta situación de grave peligro para su integridad física –dijo el papa–, san Pablo, en todo el escrito, expresa la alegría de ser discípulo de Cristo, de poder ir a su encuentro, hasta el punto de ver la muerte no como una pérdida sino como una ganancia».

En el último capítulo de su Carta hay una fuerte invitación a la alegría. Pero –se preguntó el papa- «¿cómo se puede regocijar ante una sentencia de muerte inminente? ¿De dónde o mejor dicho, de quién san Pablo obtiene la serenidad, la fuerza, el coraje de ir al encuentro de su martirio, y del derramamiento de su sangre?».

La respuesta está en que la «oración debe conducir a un conocimiento y a una unión en el amor cada vez más profundos con el Señor, para poder pensar, actuar y amar como Él, en Él y por Él. El ejercicio de esto, aprender los sentimientos de Jesús, es el camino de la vida cristiana».

«En la oración, en la relación con Dios –explicó el papa–, abrimos la mente, el corazón, la voluntad a la acción del Espíritu Santo para entrar en esa misma dinámica de vida».

«La lógica humana, sin embargo, busca a menudo la realización de sí mismo en el poder, en el dominio, en los medios poderosos. El hombre todavía quiere construir con sus propias fuerzas la torre de Babel para llegar a la altura de Dios mismo, para ser como Dios. La Encarnación y la Cruz nos recuerdan que la plena realización está en el conformar la propia voluntad humana a la del Padre, en el vaciarse del propio egoísmo, para llenarse del amor, de la caridad de Dios y así llegar a ser verdaderamente capaces de amar a los demás. El hombre no se encuentra a sí mismo permaneciendo encerrado en sí, afirmándose en sí mismo. El hombre se encuentra solo saliendo de sí mismo, solo si salimos de nosotros mismos nos encontramos».

El papa exhortó, a fijar en la oración la «mirada en el crucifijo», detenerse «en adoración ante la Eucaristía con frecuencia, para hacer entrar nuestra vida en el amor de Dios, que se humilló a sí mismo con humildad para elevarse hasta Él».

se puede leer el texto completo de la catequesis del papa en: http://www.zenit.org/article-42600?l=spanish.

Tras sus palabras en italiano, el papa se dirigió a los distintos grupos lingüísticos, haciendo un breve resumen de su catequesis.

A los fieles de lengua española, les dijo: «Deseo tratar hoy del himno cristológico que san Pablo ofrece en su carta a los Filipenses, centrado en los ‘sentimientos’ de Cristo y en su condición divina y humana: en la encarnación, en la muerte de cruz y en la exaltación en la gloria del Padre. Este cántico inicia con una exhortación: ‘Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo’. Se trata no sólo de seguir los ejemplos de Jesús, sino también de conformar toda nuestra existencia según su modo de pensar y obrar. Está composición ofrece además dos indicaciones importantes para nuestra oración. La primera es la invocación de Jesucristo como ‘Señor’. Él es el tesoro por el cual vale la pena gastar la vida. La segunda indicación es la postración: Ante este Nombre, toda rodilla se ha de doblar en el cielo y en la tierra. De este modo, cuando nos arrodillamos ante Cristo, confesamos nuestra fe en Él y lo reconocemos como único Señor. La oración debe conducir, pues, a una más plena toma de conciencia para pensar, actuar y amar en Cristo y por Cristo. Así, la mente, el corazón y la voluntad se abren a la acción del Espíritu Santo y somos transformados por medio de la gracia».

Luego saludó a los grupos de lengua hispana con estas palabras: «Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos de la Archidiócesis de Los Altos, y de la Diócesis de Zacatecoluca, acompañados por sus pastores, así como a los provenientes de España, México, Colombia y otros países latinoamericanos. Invito a todos a que fijen en la oración su mirada en el Crucifijo, a detenerse frecuentemente para la adoración eucarística y así entrar en el amor de Dios, que se ha abajado con humildad para elevarnos hacia Él».

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ZENIT Staff

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