El embajador de Honduras ante la Santa Sede, Carlos Ávila Molina, entregó la semana pasada sus credenciales como representante de su país ante la Santa Sede. El papa Francisco le recibió y conversaron. ZENIT le preguntó al embajador si podía contarle a nuestros lectores algunos particulares del encuentro. Entre ellos, reveló la anuencia de su santidad Francisco, para que una comisión del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, brinde apoyo para ayudar a desarrollar un plan piloto que ayude a transformar a los universitarios egresados en nuevos emprendedores, que podrá ser utilizado no solamente en Honduras, para contrarrestar el fenómeno del desempleo y desocupación, sino para ayudar a los jóvenes del mundo.
Volviendo unas semanas atrás, ZENIT le preguntó si él estaba cuando el presidente de Honduras, Porfirio Lobo encontró a al papa Francisco y le regaló una imagen de la Virgen de Suyapa, a lo que flamante embajador comentó: “Estuve presente junto a los peregrinos que acompañaron al presidente Lobo en la entrega de la imagen al papa Francisco, la que ha sido puesta en los jardines del Vaticano, aunque en ese momento aún no había presentado las credenciales como embajador. Estaba allí el cardenal Oscar Rodriguez Maradiaga, y el presidente de nuestro país con su esposa e hijos”.
“Lo recuerdo muy bien -dijo el embajador – pues acababa de llegar a Italia y ese día fue la primera misa en Roma, ¡y nada menos que en Santa Marta con el papa Francisco!
Después el cardenal Giuseppe Bertello, bendijo a la imagen de Nuestra Señora de Suyapa, en los jardines del Vaticano, en un rincón entre los pinos, que hace recordar muy bien ‘El Piliguín’ e lugar en donde fueron las apariciones de la Virgen María”.
Pocos días atrás, en cambio el embajador Ávila presentó las credenciales y encontró al santo padre: “Me sentí impresionado -recordó el diplomático- por la cercanía que el santo padre mostraba, y como manteniendo su gran dignidad lo hemos sentido con la cercanía del pastor, como si conversáramos con nuestro párroco”. Y confió que incluso “me preguntó por mis hijos, y cuando le dije que el menor está concluyendo sus estudios de medicina, se interesó y me indicó de la importancia de este período de formación para la profesión, y algunos consejos para este momento. También sobre mi hija y mi familia”.
Claro que el punto principal fue además de las óptimas relaciones entre la Santa Sede y Honduras, “la necesidad crear oportunidades que le permitan a todos los hondureños de insertarse en la sociedad” y por ello pedí que nos apoyara en “un proyecto en las universidades de Honduras, para crear un programa que le permita a los graduados universitarios el transformarse en empresarios, de manera que den un aporte al crecimiento económico del país, con los valores y principios de la Doctrina Social de la Iglesia”. Y no solamente, se trata de crear una solución para la juventud hondureña y puede ser también “un plan piloto para crear empleo y ocupación para los jóvenes y adultos, ayudando a resolver un problema que afecta a todos los países”.
“Por ello el santo padre -indicó el embajador- me sugirió entrar en contacto con Cardenal Peter Turkson del Pontificio Consejo para la Justicia y Paz, de manera que analicemos en conjunto y ejecutemos este proyecto universitario y ahora con ellos estamos iniciando un programa en este sentido”.
La ocupación, en particular de los jóvenes fue abordado, “incluso como antídoto al problema de la criminalidad difusa, puesto que el trabajo “además de transformar a los jóvenes en personas útiles para la sociedad, permite la creación de puestos trabajo, y evita esos momentos de ocio que son propicios para entrar en actividades peligrosas”.
Interrogado sobre lo que más le impresionó del encuentro, el embajador confió: “El modo en el que me hablaba el papa me recordó a mi padre, a quien perdí en el año 2000, por su cariño y humanidad”.