¿Por qué al mes de octubre, junto a mayo, se le considera un «mes mariano»? ¿Por qué la devoción al rosario y la peregrinación a los santuarios marianos parecen perdurar más que otras prácticas religiosas? En vísperas de las Jornadas Marianas y de la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María por el papa Francisco, ZENIT le ha hecho esta y otras preguntas a un distinguido erudito en mariología.
El padre Salvatore Perrella, OSM, presbítero de la Orden de los Siervos de María, es el decano de la Pontificia Facultad de Teología “Marianum», donde enseña teología dogmática y mariología. También es miembro del Consejo directivo de la Pontificia Academia Mariana Internacional y presidente de la Asociación Mariológica Interdisciplinar Italiana.
El próximo domingo, el papa Francisco consagrará al mundo al Inmaculado Corazón de María. ¿Cuál es el significado histórico de este acontecimiento y de estas jornadas?
–Padre Perrella: Hablar del acontecimiento histórico es quizás exagerado, no es la primera vez que un papa consagra el mundo al Inmaculado Corazón de María: basta pensar en las tres veces que lo hizo el beato Juan Pablo II, la última durante el Gran Jubileo frente a todo el episcopado mundial. Se trata de un acontecimiento histórico en el sentido de que es la primera vez que un papa se consagra al Inmaculado Corazón de María, aunque si este acto tuvo un pasaje precedente durante la visita del santo padre al Santuario de Aparecida, durante la última JMJ.
¿Y el significado?
–Padre Perrella:El significado de la consagración a María es de orden teológico y pastoral. María es la madre de Nuestro Señor y es Madre de la Iglesia, ya que es parte de ella y una figura. Por lo tanto, el papa, que tiene una fuerte devoción mariana, está convencido de que María es útil al cristianismo y es la estrategia que el catolicismo romano tiene en relación a la nueva evangelización. No es un acto de piedad estéril sino es un acto de veneración, con la firme creencia de que la maternidad de María está siempre atenta a las necesidades de los hombres y a las necesidades de la Iglesia, por lo tanto, también a la estrategia pastoral de la Iglesia católica en un mundo que se muestra a menudo distraído de Dios y de sus valores. Y María, como nos recuerda el evangelio (cf. Jn. 2,5) le recuerda a los creyentes y no creyentes que si queremos vivir en paz, en la alegría, en fraternidad y en la fe, tenemos que hacer lo que el Señor nos ha dicho y que nos dice en su evangelio.
Tanto mayo como octubre son meses marianos: ¿qué diferencias existen entre estos dos momentos de devoción?
-Padre Perrella: Valga una aclaración: el mes mariano por excelencia, también de acuerdo a la liturgia renovada por el Concilio, no es ni mayo ni octubre, sino tiempo de Adviento, que es precisamente el tiempo de preparación para el nacimiento de Cristo, en la espera de su venida, con la misma cordialidad de la fe de María. Tanto es así que María es considerada como «la figura del Adviento», en referencia tanto al Adviento pasado como es el nacimiento de Jesús, como al Adviento escatológico que tendrá lugar en el fin del mundo.
Luego hay determinados meses, también en la tradición oriental, que el pueblo cristiano, en la devoción popular, dedica a la Madre de Jesús. Mayo es la explosión de las flores, el anticipo de la luminosidad del verano y el pueblo cristiano ve en María el reflejo de la luz de Cristo; por ello le dedica flores, velas y cantos.
¿Y octubre…?
-Padre Perrella: El mes de octubre es en cambio el mes del rosario, cuando las personas le rezan a la Virgen María para que interceda ante Dios por la paz universal: paz en las familias, paz en la Iglesia, paz en el mundo. Es especialmente el mes en el cual el creyente recita –no de forma pasiva, sino en la contemplación de la fe– los misterios del rosario, con los que María ha sido asociada por disposición divina. El pueblo cristiano ofrece a María estos días especiales, porque la siente madre y hermana, y porque tiene la alegría de ser capaz de ofrecer a María actos de piedad y devoción.
Traducido del italiano por José Antonio Varela V.