Los buenos frutos del Camino Neocatecumenal

Encuentro de miembros del movimiento con Benedicto XVI

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CIUDAD DEL VATICANO, domingo 22 enero 2012 (ZENIT.org).- Un aula con todos sus doce mil puestos ocupados. Aplausos prolongados y el ritmo de palmas acompañando los cantos; gemidos de recién nacidos unidos a coros en fiesta; una fuerte emoción se transparentaba en las caras serenas de todos los presentes.

Es el escenario que presentaba este viernes el Aula Pablo VI en la que Benedicto XVI acogió a los miembros del Camino Neocatecumenal para la proclamación del decreto que ha aprobado oficialmente las celebraciones litúrgicas de este itinerario de fe, tras un atento estudio de cerca de quince años por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

En la audiencia, también el envío de un centenar de familias –con un total de 362 hijos- y de los sacerdotes que respondieron a la llama a partir en misión. Ocho destinos, seis europeos y dos americanos, presentados en un cartel al santo padre: Francia, Bélgica, eslovenia, Austria, estonia, reino Unido, Venezuela y estados Unidos.

Estaban presentes en la audiencia 27 obispos, cinco arzobispos y el patriarca de la Iglesia armenia.

Monseñor Clemens, secretario del Consejo Pontificio para los Laicos, leyó el decreto. El prelado señaló las etapas que han marcado la historia del Camino, desde la aprobación de los estatutos en 2008, a la del directorio catequético, en 2010, y la de este viernes.

Tomó luego la palabra Kiko Argüello, iniciador del movimiento, que recordó la importancia del kerigma, la buena noticia de Cristo resucitado que atraviesa todo el itinerario neocatecumenal, que es “todo celebrativo, basado en la potencia del trípode: Palabra, Eucaristía y Comunidad, pilares de la vida cristiana”.

Hacia las 11,30, Benedicto XVI fue acogido con cantos y aplausos y gritos de “¡Viva el papa!”.

El padre Mario Pezzi, responsable internacional del movimiento, proclamó el Evangelio de Mateo de la resurreción, al que respondió el coro con dos piezas de la sinfonía El Sufrimiento de los inocentes, interpretada en todo el mundo, como explicó Argüello “incluso ante cerca de setecientos judíos que apreciaron la sensibildad de la Iglesia católica hacia la Shoah, verdadero sufrimiento de los inocentes”.

“También este año tengo la alegría de poderme encontrar con vosotros y compartir este momento de envío para la misión”, dijo el papa.

“Vuestra presencia hoy –añadió- es un testimonio visible del vuestro gozoso compromiso de vivir la fe, en comunión con toda la Iglesia y con el sucesor de Pedro, y de ser valientes anunciadores del Evangelio”.

El imñpulso por tanto es a realizar el mandato de Jesús: “Id y haced discípulos a todos los pueblos”, con la certeza que acompaña a todo anunciador de Cristo de que Él está con nosotros “todos los días, hasta el fin del mundo”.

Se puede leer el discurso completo en este enlace: http://www.zenit.org/article-41331?l=spanish.

Una gran fiesta, por tanto, que concluyó con la bendición, el confiarles a María y la despedida de Benedicto XVI que, con las notas de Una gran señal, himno del Camino, ante de irse se giró de nuevo para despedirse de un modo todavía más caluroso.

Por Salvatore Cernuzio

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ZENIT Staff

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